“En gran medida se ha perdido el
sabor auténtico del gofio”, subraya el
molinero Francisco Cabrera desde
La Asomada, Fuerteventura. Advierte este conocedor majorero que ya el
alimento vernáculo no es cómo era antiguamente: “ya
no tiene ese sabor característico porque hemos cometido un gran error: queremos hacer grandes volúmenes para todo el mundo”.“Se ha perdido buena parte de la esencia porque se ha dejado de hacer las
labores con el debido cuidado y
valorar las tradiciones; todos los pasos (el tueste, la molienda,…) es importante que lo hagamos con buen pie para no cometer errores. En parte, el buen gofio se perdió porque también lo hizo
el arte del molinero. Por ejemplo, son
muy poquitos los que pican la piedra a mano”, pone de relieve Cabrera.
¿En verano no se tiene porqué dejar de tomar gofio? “Al contrario –afirma Francisco Cabrera, en la foto de majorero.es-; un buen tazón de
leche con gofio es sabroso y
fuente de energía no sólo para el canario sino para todo el que nos llega de fuera”.Desde
La Asomada y el Museo del Gofio de Tetir, en Fuerteventura, Cabrera reconoce que “con los años vas conociendo los clientes y los
gustos de las personas a través del gofio, incluso cada una de nuestras islas. Antiguamente en
Gran Canaria se apreciaba mucho
el de millo, en
Tenerife la mezcla trigo-millo y
Fuerteventura el de
trigo. Pero hoy en día ha variado porque las familias buscan el
sabor rico del gofio”.
“En este sentido, la mezcla de
trigo, millo y cebada llama mucho la atención al consumidor y no solo a las familias canarias sino a los que vienen de fuera. Es que pega con todo –comenta-
con leche, un potaje, para hacer galletas… Con cualquier edad,
incluso a los bebés. Son horas de energía”.Francisco Cabrera indica que el tostado es muy importante para obtener un buen gofio “y hay que usar
un buen grano, si es canario mejor que mejor porque va a
transmitir el sabor verdadero pero hay que tostar de ‘dentro hacia fuera’,
deshidratar completamente el cereal”.El molinero añade que “así de desprende de toda la humedad y no dejamos que ‘florezca’. Es
indispensable dejar reposar: ¡casi lo más importante! Dejarlo
enfriar más de 12 horas porque si lo queremos sacar por prisas lo fastidiaremos. Hay máquinas para absorber el calor pero se acelera el proceso de un tostado y el enfriamiento del grano con toda la paciencia para pasar a la molienda”.
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