El 29 de octubre de 1787, Wolfgang Amadeus Mozart estrenó su ópera Don Giovanni en el Teatro Estatal de Praga. El acontecimiento fue un rotundo éxito. “Mis praguenses me entienden”, decía. Y es que el gran compositor austriaco encontró en la capital checa el apoyo y el reconocimiento que nunca le brindaron sus compatriotas. Su influencia sigue estando tan presente que hasta existen itinerarios por los lugares que frecuentó, como el monasterio Strahov que aún conserva el órgano barroco que tocó, o la Villa Bertramka donde estuvo alojado.
Más allá del rastro que dejó su paso, la ciudad continúa celebrando su figura y lo hace con la reciente inauguración de un nuevo espacio, el Museo Mozart. Ubicado en Karmelitská 267/33, en el barrio de Malá Strana, ofrece una experiencia inmersiva en el universo Mozart. La línea expositiva recorre todas las etapas del maestro austriaco: su infancia, su madurez como compositor de obras capitales, como Las bodas de Fígaro o La flauta mágica, y su legado en la música clásica.

No es el único acontecimiento cultural del año en la “ciudad de las cien torres”. Después de años de profunda rehabilitación, el Palacio Savarin, una joya arquitectónica del barroco a escasos metros de la plaza de San Wenceslao, ha reabierto sus puertas como Museo Mucha.
Combinando arte tradicional y tecnología digital, la nueva equipación recorre la trayectoria vital y profesional del gran maestro del art nouveau Alphonse Mucha. Un recorrido por su vida y su obra, desde sus inicios en su Moravia natal, hasta su consagración en el París de la belle époque, donde diseñó los carteles de Sarah Bernhardt que le encumbraron.
Qué visitar en Praga: los clásicos

Aunque si es nuestra primera vez en Praga, hay que empezar por los clásicos del casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1992. La plaza de la Ciudad Vieja es uno de los lugares más fascinantes donde se encuentran algunos de sus imprescindibles: la torre del Ayuntamiento con su reloj astronómico, una hilera de espléndidos edificios, como la Casa del Minuto o la Casa de la Campana de Piedra, la sede de la Galería Nacional, la torres del Templo de Týn, y en el centro la estatua dedicada a Jan Hus, un reformador religioso del siglo XV.
Pero quizá el monumento más emblemático de la ciudad sea el Puente de Carlos sobre el río Moldava. Una imponente pasarela de piedra de 516 metros, decorada con una galería de estatuas barrocas, que conecta la Ciudad Vieja con el pintoresco barrio de Malá Strana, a los pies del castillo.
Este lado del río también tiene sus imprescindibles, como son la iglesia barroca de San Nicolás, la catedral de San Vito, el Museo de Franz Kafka, el Muro de John Lennon en la plaza del Gran Priorato o los jardines del castillo y los de Vrtba, uno de los preferidos de los praguenses.
Ya sea porque siempre ofrece algo nuevo o porque el paso del tiempo no hace más que enaltecer su generosa lista de seducciones, Praga nunca decepciona. Por algo es una de las ciudades más bellas de Europa.
Dónde comer en Praga
El encanto irresistible de la capital checa no solo reside en su ingente patrimonio artístico y cultural, Praga también seduce con su gastronomía. Desde restaurantes con estrella Michelin, proyectos que fusionan el fine dining con el street food, hasta establecimientos de cocina checa tradicional con un toque contemporáneo.
Červený jelen

Marek Fichtner es el chef ejecutivo de este restaurante ubicado en un antiguo banco anglo-austriaco construido por el arquitecto checo Josef Gočár durante el periodo de entreguerras. El espectacular espacio, que esconde en su interior una impresionante torre de cerveza de 12 tanques, ofrece una experiencia única a la que hay que sumar una oferta gastronómica que tampoco defrauda.
Sabrosas carnes a la parrilla, cocina checa contemporánea, platos veganos y vegetarianos, apetecibles sopas, las sofisticadas recetas del chef y los deliciosos postres de la maestra pastelera Klára Rezníckova. Como cualquier establecimiento checo que se precie, poseen un gran surtido de cervezas y una excepcional gama de licores y bebidas espirituosas elaboradas por la prestigiosa marca Spork. // Červený jelen. Hybernská 1034/5, Praga.
Symbols

Disfrutar de una experiencia culinaria que fusiona la alta cocina con el street food es posible en Symbols. Un céntrico restaurante que seduce por su ambiente y por su original menú basado en tres elementos fundamentales, tierra, agua y fuego.
“Nos aseguramos de que cada momento que pases con nosotros sea inolvidable, al igual que la comida que probarás aquí”, dicen Francesca Kolowrat, su fundadora, y Václav Kršňák, el chef responsable de ofrecer la mejor versión de ambas cocinas, en principio antagónicas.
Por el día, la cocina callejera resulta perfecta para un almuerzo rápido, con el humus de chile y cebollino, la pita con puré de puerros o una sopa de espinacas con piñones y pan de masa madre, como referencias en la carta. Por la noche, llega el momento de disfrutar de un menú más elaborado y saborear la versión sofisticada de una receta de pato con levadura gourmet y queso balcánico o un rico pescado con guarnición de patatas y guisantes. // Symbols. Ovocný trh 6, Staré Město 11000. Praga
420

Radek Kašpárek y Marek Kominek, reconocidos con una estrella Michelin, son el alma culinaria de este restaurante situado en la plaza de la Ciudad Vieja, justo enfrente del reloj astronómico. Su propuesta, dicen, se inspira en la cocina checa y en sus propios recuerdos.
A partir de esta sugerente memoria, reinterpretan la cocina checa en platos sorprendentes, como el solomillo de Angus con crema fresca de trufa, col rizada, mostaza encurtida, ajo negro y chicharrones de sebo; el repollo asado con trucha marinada, almendra ahumadas y pimienta de Kampot; o su versión del popular schnitzel (escalope de ternera) frito en mantequilla clarificada con bechamel de queso curado, acompañado de puré de patatas. // 420. Staroměstské náměstí 480/24. Praga
Ginger & Fred

En la séptima planta del famoso “edificio danzante” se encuentra este restaurante con unas espectaculares vistas sobre Praga. En la mesa, del espectáculo se ocupa el chef Ondřej Slanina quien ha elaborado una carta donde los ingredientes locales de primera calidad son los protagonistas.
La precisión y el buen hacer se traslada al plato en forma de sopas, ensaladas, platos de pasta, carnes o pescados. Aunque si queremos la experiencia completa, también podemos disfrutar del menú degustación. // Ginger & Fred. Jiraskovo Square 1981/6. Praga.
Restaurante Mlýnec

Acabamos junto al flamante Puente de Carlos en un restaurante confortable y sofisticado donde, además de unas impagables vistas, se come realmente bien. Dice su chef Vladimír Vanícek que aprendió a cocinar porque, ya siendo un niño, temía que nadie le cocinara bien.
Defensor a ultranza del buen producto, es capaz de elaborar recetas sorprendentes con sabores inesperados. Tienen un menú de mediodía y una carta con platos muy populares entre sus comensales, como el tartar de ternera recién ahumado con trigo sarraceno, pepinillos y semillas de mostaza; el foie gras asado con brioche de vainilla o el filet mignon estilo schnitzel, con puré de patatas moradas y granada. // Mlýnec. Novotného lávka 9. Praga