Han sido meses muy movidos para Víctor Torres, el chef que firma la propuesta del restaurante Quirat del hotel Intercontinental Barcelona y que el pasado noviembre conseguía una de las dos nuevas estrellas Michelin que la guía 2024 dejó en la ciudad. Pero algo nos dice que su reciente paternidad ahora mismo ocupa un lugar prioritario en la lista de buenas noticias para este joven cocinero.
Estrella que se suma a la que desde hace años luce en su su restaurante Les Magnòlies (Arbúcies, Girona) y que, en cierto modo, inspiró la apertura de Quirat en Barcelona. Y parece que el plan de acercar la cocina de Torres a la ciudad en el lujoso formato de este hotel de cinco estrellas ha convencido a la guía: sólo año y medio después de su apertura ya ha conseguido la codiciada estrella.
Algo que, según nos cuentan, ha animado mucho las reservas de los últimos meses en el restaurante y también ha conseguido que más locales se acerquen hasta aquí. Por si, más allá de las críticas, a estas alturas alguien duda del poder de Michelin para atraer clientes.
Pero además de las distinciones, lo cierto es que hay que aplaudir la apuesta del hotel por la cocina local y un cocinero que, pese a su estrella, no era uno de esos fichajes mediáticos que a veces se estilan.
¿Qué menús ofrece Quirat?
¿Pero qué se come en Quirat? Estuvimos por allí poco después de su apertura en primavera de 2022, y lo hemos vuelto a visitar recientemente, para ver qué tal le ha sentado esa primera estrella. Jueves noche y lleno total en la sala. No hay carta, y se ofrecen dos menús degustación: el corto (18K) con seis pases y dos postres, y el menú largo, bautizado como 24K y que alarga la propuesta hasta trece pases.
La cocina de Torres parece ahora mucho más asentada en Quirat, con un discurso bien definido: acercar a Barcelona su cocina catalana de autor en la que reinterpreta a su manera ingredientes y sabores tradicionales.
La alcachofa con butifarra, salsa beurre blanc de cava —de Corpinnat, para ser más exactos— y con nuez de macadamia por encima es un buen ejemplo de esta filosofía. Y, sobre todo, un plato excelente.
Muy ricas también las habitas con romesco y trufa servidas en una tartajea crujiente que se come a bocados, y el sabroso suquet que se sirve con las cabezas de las gambas braseadas por separado, para rechupetear sin miramientos. El pan, que se acompaña con dos variedaes de aceite de oliva virgen extra como si fuera un pase más, se agradece muchos llegados a este punto y con ganas de untar en el plato.
El cap i pota consigue alegrar las normalmente aburridísimas vieiras que lo coronan y aunque la apuesta por carne de wagyu rompe un poco con esa defensa de productos y sabores más cercanos, el calçot que acompaña el último plato salado también ayuda a volver a recordar al comensal dónde está. Algo siempre importante, pero que muchas veces se olvida, sobre todo en la alta gastronomía de hoteles de lujo.
Completan es menú corto —que en breve dará paso a los platos de primavera, por cierto— un prepostre con piña, chocolate y yuzu que limpia el paladar y prepara para el remate con un flan y ratafía. Emplatados elegantes pero sin caer en preciosismo innecesario, cantidades perfectas para acabar en forma la cena —al menos en esta versión corta— y una sala muy bien llevada por Albert Senyor, que también se ocupa de los vinos.
La verdad es que cuesta ponerle pegas a esta propuesta ideada por Torres —que está varias veces a la semana en el restaurante— y ejecutada en el día a día por Xavier Busquets.
¿Cuánto cuesta comer en Quirat?
Los dos menús han subido con la llegada de la estrella. Y también con la inflación, suponemos. Pese a ello, el menú corto a 90 euros hacen de Quirat uno de los estrellados más económicos de la ciudad.
Más si se suma el maridaje propuesto y que, centrado en vinos catalanes sencillos pero ricos, se ofrece por 40 euros más en el caso de la propuesta corta. El resultado es un ticket final de 130 euros que, teniendo en cuenta la cocina y que estamos en un hotel de lujo, no son baratos —ni pretenden serlo— pero suenan más que razonables.
El menú largo, por su parte, está a 160 euros, con opción de maridaje —también de vinos catalanes— a 60 euros. De todos modos, merece la pena también echar un vistazo a la interesante carta de vinos que manejan en esta casa.
En definitiva, la confirmación de que esta embajada de la cocina de Víctor Torres en Barcelona ha dado con una buena fórmula que gusta a Miuchelin y que es capaz de seducir a público de fuera que pasa por el restaurante y también al local de la ciudad.
