Así se come en Teatro Kitchen & Bar (Barcelona), un año después

CRÓNICA | Un año después de su apertura, el chef Oliver Peña sigue al frente de Teatro Kitchen & Bar (Barcelona) con carta nueva y mucho más alejado de lo que fue Tickets

Iker Morán, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista

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El equipo de Teatro Kitchen & Bar antes de empezar el servicio / Foto cedida
El equipo de Teatro Kitchen & Bar antes de empezar el servicio / Foto cedida

Pese a lo que diga la canción, hay que volver a los lugares donde se ha sido feliz. En Teatro Kitchen & Bar lo fuimos pocos días después de su apertura, hace ya más de un año, y así os lo contamos. Por aquel entonces todo el mundo lo seguía llamando Tickets y la sombra del conocido restaurante que cerró en ese mismo espacio era alargada y evidente.

El chef Oliver Peña y plato de Teatro Kitchen Bar / Foto: cedida y Iker Morán
El chef Oliver Peña y plato de Teatro Kitchen Bar / Foto: cedida y Iker Morán

Aquella reapertura fue una de las más sonadas y esperadas en una Barcelona que iba saliendo del letargo de la pandemia y sus consecuencias. Y por allí andaba Oliver Peña, en teoría echando una mano en los primeros compases aunque el plan era volver a Enigma. Un año después sigue en Teatro. Se le ve realmente contento y cómodo, y eso se nota en una carta y unos platos que han soltado definitivamente amarras. Tickets ya queda lejos aunque, curiosamente, ahora nos reciben unos tickets en la ventanilla de la entrada.

Sin menú degustación y sin cubiertos

Nuevos platos de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán
Nuevos platos de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán 

Es martes por la noche (ahora sólo abren mediodías viernes y sábado) y la sala está llena y animada. Son mayoría los de fuera y el ticket medio alrededor de los 90 euros deja claro que no estamos en un restaurante de diario, sino más bien para quienes pasan de visita o locales con algo que celebrar. No hay menú degustación, pero el cliente puede ponerse en manos del equipo de sala, con Joan Romans atento a todo, para que le vayan ayudando a elegir el camino.

La estructura es la misma: una gran cocina abierta con una barra en frente que permite seguir el espectáculo en primera línea, algunas mesas y otras estaciones donde se trabajan postres, brasa… También la filosofía, que incide más si cabe en la idea del finger food. Los cubiertos no aparecen hasta pasados unos cuantos platos y tampoco se les echa de menos.

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Nuevos platos de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán 

Producto visible y que luce, una técnica impecable que acompaña y eleva, y ambiente desenfadado. Los tres pilares de la casa aparecen reforzados mientras desfilan por la mesa el taco de quelites km0, un cannolo catalano (buenísimo) o el philomonio de boquerón y anchoa… Tapeo de nivel que sabe combinar una presentación de foto sin renunciar al sabor.

Carta totalmente renovada

El flautín de ternera de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán
El flautín de ternera de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán

Ni rastro de aquellos clásicos del Paralelo que en la primera carta se mantenían respecto a Tickets. Incluso la icónica airbaguette ahora cede su sitio a un flautín de ternera que lo homenajea, pero en versión más sabrosa. Bocados nuevos y concebidos por Peña —en realidad, los otros también en gran medida— y que encajan de forma natural en el discurso de Teatro.

Algunos platos están de estreno, como el mochi de habitas y jamón. Sabroso, pero difícil de comer. Están en ello, buscando la mejor forma de servirlo, nos cuentan. Deliciosa y sencilla la ensalada de tomate raff con naranja sanguina y olivas, o la caballa con grasa de jamón ibérico. La pasión de Oliver Peña por Corea y sus fermentados queda clara en un pulpo a la coreana prefecto para compartir y jugar con pinzas, salsas, pepinillos y kimchi.

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Nuevos platos de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán 

Hablar con él de producto, proveedores —muchos del propio barrio de Sant Antoni o cerca— es parte de la gracia de esta alta cocina cercana que no necesita manteles y que se puede disfrutar con las manos. Como el roll con langostinos de Sant Carles que hace que no se eche de menos la langosta que, en el mejor de los casos, suele protagonizar este cotizado bocadillo.

Tampoco necesitaremos cucharilla para los postres. Los milhojas de mango (finos, crujientes, con un punto dulce muy bien equilibrado) y los alfajores helados con cachauete y caramelo son el cierre perfecto para una de esas cenas que se disfrutan. Y que confirman que habrá que seguir volviendo.

El alfajor helado de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán
El alfajor helado de Teatro Kitchen Bar / Foto: Iker Morán

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