Es probable que te hayas planteado pasar este verano por Zaragoza. Sus reclamos gastronómicos no son pocos. Ahí está la deliciosa trenza de Almudévar, sus estrellas Michelin Can Cook y Gente Rara, el tapeo legendario en El Tubo y, también, el mejor torrezno del mundo.
Porque desde hace un par de años, el torrezno más sabroso no se encuentra en Soria, sino en la capital aragonesa, en concreto en el Café Chicago. Os lo contábamos en este artículo, donde sus artífices, los hermanos Jose María y Juan Carlos Calvo, nos enseñaban a prepararlo: desde la elección de la panceta hasta el corte final.
Pues bien, si su famoso torrezno estaba entre tus planes veraniegos, lamentamos avisarte de que el restaurante estará cerrado durante unos meses, ya que se está sometiendo a una reforma integral para seguir elevando su propuesta gastronómica sin perder sus raíces.
Ampliación y cocina renovada
Ubicado cerca del río Ebro y de la estación de AVE Delicias (c/de la Batalla de Bailén, 1, 50003, Zaragoza), este referente de la cocina popular castellana ha decidido dar un paso al frente para mejorar la experiencia de sus clientes, con una reforma que combina funcionalidad y calidez.
"Nuestro local siempre ha sido un lugar de encuentro para la gente de aquí", señala José María Calvo, chef y alma de la casa. "Esta reforma es también una forma de devolver a Zaragoza todo el cariño que nos ha dado", añade con gratitud.
La renovación de Café Chicago comenzó el pasado 1 de julio de 2025 y tiene previsto concluir a mediados de septiembre. Durante estos dos meses y medio, el restaurante cerrará temporalmente sus puertas para acometer una serie de mejoras que apuntan tanto al confort como a la eficiencia en el servicio.
Entre las principales actuaciones destaca la ampliación de la sala, que permitirá más espacio entre mesas, una mejor circulación de los comensales y una mayor accesibilidad para personas con movilidad reducida. Todo ello sin renunciar al ambiente acogedor y cercano que siempre ha caracterizado al lugar.
Pero la gran apuesta está en los fogones: el restaurante estrenará una cocina completamente renovada, pensada para optimizar tiempos de elaboración y mejorar aún más el estándar de calidad de sus platos. Una inversión que no solo responde al aumento de clientela que ha traído el doble galardón al torrezno, sino también a una filosofía de mejora constante.
El torrezno campeón y otros iconos de la casa
Si algo no cambiará tras la reforma será la esencia gastronómica de Café Chicago. A su reapertura, el restaurante volverá a ofrecer su carta habitual, encabezada por su torrezno bicampeón, una pieza que combina corte perfecto, cocción precisa y un equilibrio irresistible entre grasa y crujiente. El jurado de los premios que lo coronaron en 2024 y 2025 elogió su textura, sabor y presentación.
En el Café Chicago cortan el torrezno en trozos pequeños y lo sirven con la corteza para arriba, acompañado con pan con tomate "para que pase y aligerar la grasa", nos explicaban los hermanos Calvo. Su "barrita energética", como denominan a su torrezno, destaca porque integra bien magro y tocino y tiene una corteza esponjosa. "En boca, explota", afirmaban.
Junto al torrezno, también regresarán otros platos icónicos de la casa, como las patatas estozoladas, una receta tradicional que combina sencillez, contundencia y ese punto casero que remite a la cocina de abuela. Y, por supuesto, sus arroces y asados castellanos, elaborados con respeto a la receta original y una selección rigurosa de producto.
El proyecto de renovación no busca solo mejorar las instalaciones, sino también consolidar a Café Chicago como un emblema de la cocina tradicional en clave contemporánea, reivindicando el poder de la cocina honesta, bien hecha y con carácter.
Durante el parón, el equipo del restaurante ha seguido activo, planificando la reapertura y ajustando procesos. "Volveremos con más sabor, más espacio y más ganas que nunca", aseguran en su comunicado oficial.
Con el calendario de obras ya en marcha y una reapertura marcada para mediados de septiembre, los fieles clientes del Café Chicago —y los cada vez más curiosos que se acercan desde otros puntos de España— pueden esperar una experiencia renovada, pero con la misma alma de siempre.