San Vicente de Piedrahita es una pedanía del municipio de Cortes de Arenoso, en el Alto Mijares, el interior más interior de la provincia de Castellón. Está en esa zona que muchos denominan CasTeruel para definir la peculiaridad de este territorio en el límite entre Teruel y Castellón, que responde a la llamada España vaciada. La despoblación es una constante en estos parajes de pinares infinitos, encinares que producen trufas de invierno y también tierra de embutidos de calidad.
Justo en San Vicente de Piedrahita, donde viven escasas 100 personas, encontramos una pequeña empresa charcutera que es el motor económico, laboral y social de la aldea. Morcillas de cebolla, callos, longanizas frescas, normales y picañosas; y longanizas de pascua, seca y fina, son las estrellas de Embutidos San Vicente. Sus productos son el mejor aliado para mantener viva la llama de este enclave.
Empleo contra la despoblación
Eva Nebot, de Embutidos San Vicente, explica su origen: “En 1989, el esposo de la maestra rural propuso a varios habitantes del pueblo crear un proyecto que permitiera generar riqueza y empleo para evitar la despoblación. Y así nació Embutidos San Vicente, gracias al empuje de un hombre que creía en la calidad de esta tierra”.
La embutidora empezó a trabajar a pleno rendimiento, unos en la granja con los cerdos duroc y otros elaborando todo lo que el cerdo aporta. Los productos se vendían en la misma embutidora y también se repartían por la provincia de Castellón. Al morir su madre Teodora, Eva se encargó de gestionar la única tienda que quedaba en San Vicente.
El motor de la aldea
“En ese momento, decidimos que la tienda era el mejor lugar para vender también los embutidos, sin que la gente tuviera que ir a la embutidora”, dice Eva Nebot, que junto con Nuria Mor, hermana de uno de los socios fundadores, han convertido la única tienda del pueblo en un verdadero punto de encuentro y de reunión social. “La gente mayor, sobre todo las mujeres, vienen aquí a comprar y a charlar, a verse con los vecinos y a conocer qué pasa. Que estemos abiertos todos los días nos permite mantener viva la llama de la aldea”. Y no solo ejercen de centro social.
Embutidos San Vicente emplea hoy a 10 personas (el 10% del total de habitantes) y se ha convertido en el principal motor económico de esta aldea. “Somos unas cuantas familias que tiramos adelante con este proyecto y que nos hemos quedado a vivir aquí, evitando la marcha hacia otros lugares”, añade Eva. Embutidos San Vicente se vuelca con todo lo que se hace en la aldea y colabora con la fiestas de agosto y de abril, la Ruta de las Masías y otras propuestas en las que participar se considera un retorno a todo lo que el pueblo les ha dado.
Su especialidad: las longanizas
Los cerdos, criados en una granja cerca del caserío de San Bartolomé, mantienen la misma estirpe desde el inicio de la empresa. De ahí que el sabor de las longanizas y de las morcillas perdure en el tiempo. Los productos más demandados son las longanizas frescas, tanto las normales como las picañosas, ligadas con cinta roja que avisa de su toquecito alegre. Las morcillas de cebolla y arroz son otro clásico de la embutidora. Y las longanizas de pascua, finas y pequeñas, que hacen las delicias de niños y mayores en cualquier merienda o desayuno. Además, siguen elaborando el tradicional frito, que es la conserva de lomo y costillas en aceite y que mantiene la receta tradicional del pueblo.
Como del cerdo se aprovecha todo, también cuenta con solera la sobrasada, la panceta y el fuet. Sin olvidarnos de los jamones secados a los pies del Peñagolosa y de los callos. La producción se comercializa en la misma tienda (los fines de semana y en verano no dan abasto) y los furgones de la empresa reparten a diario por la provincia de Castellón, Valencia, Teruel y Tarragona a comercios y restaurantes que apuestan por un producto de calidad.
La digitalización como camino
El futuro de la venta de Embutidos San Vicente pasa, como no podía ser menos, por la venta online. Carlos Catalán, hijo de Eva, trabaja por una digitalización progresiva de toda la empresa tanto desde el proceso de fabricación y envasado como en la comercialización final, porque "solo así se puede afrontar la demanda del sector de manera inmediata". También nos cuenta que en algunos pueblos pequeños de alrededor de San Vicente donde sirven producto no existen tiendas con carne al corte, sino que ya solo son mostradores donde se encuentran bandejas con productos frescos. “Eso nos obliga a realizar producción y envasado directamente en bandejas de longanizas, de morcillas o de callos, ya que es la única manera que tenemos de vender en esos pueblos pequeños”.
Carlos apuesta por las redes sociales y la venta online para poder afianzar el modelo de negocio futuro de la empresa “aunque el envío online de producto fresco aún sigue siendo algo caro, esperamos que poco a poco podamos ser más competitivos” Sin duda, es otro paso más para garantizar el futuro de una empresa que a su vez, mantiene viva la llama de una aldea.
