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Dónde comer

Dónde comer en Rías Baixas: mesas sin estrellas y sin reservas, pero inolvidables

Bares, tascas y restaurantes asequibles, populares, sorprendentes, algunos incluso a pie de playa o de río. Dónde comer en las Rías Baixas y recordarlo siempre

5 minutos

El Náutico, en O'Grove / Foto: Facebook / Dónde comer en Rías Baixas: mesas sin estrellas y sin reservas, pero inolvidables

Las playas de arena fina en las Rías Baixas reflejan un verano eterno. Mares de vides que maduran al sol del Atlántico. La brisa juguetea con los tamarindos en los arenales de A Lanzada, Foxos o Portonovo. El día cae en Sanxenxo y el bullicio inunda sus tiendas y restaurantes. De O Grove a Caldas de Rei, pasando por las calas azul petróleo de A Lanzada. Nuestro listado reúne recomendaciones de carácter popular, asequible, para ir sin reserva pero con garantías.

Restaurantes donde no siempre hay mantel, pero sí hospitalidad, producto fresco y libertad absoluta. Donde todo es posible. Restaurantes sin Michelin, como sí sucede en vecinos célebres de reconocimiento nacional como Culler de Pau, Pepe Vieira, Yayo Daporta, Eirado da Leña o Maruja Limón; pero no por ello con menos estrellas, porque en alguno de ellos es fácil coincidir con lo mejor del panorama musical. Esta es una pequeña guía con grandes clásicos y nuevas propuestas donde trasnochar con vino en los labios, al ritmo del oleaje y los Rolling Stones.

Naútico, refugio de artistas y jazz

Postal desde la terraza del Náutico / Foto: Facebook

Las rocas graníticas de San Vicente do Mar han presenciado piratas, naufragios, chapapote y lo mejor de los artistas indies del panorama nacional. Este maremágnum hace que el Náutico sea una especie de Camino donde la Compostela son noches estivales en un refugio de acústicos y unplugged. “Y quizás hayas andado El Camino ya” reza Xoel López, uno de los artistas que ofrece sesiones en esta residencia tan peculiar. Leiva, Najwa Nimri, Love of Lesbian o Vetusta Morla han creado magia en este escenario que muestra la pasión por la música de verdad, la de carretera y manta. Los Ángeles tiene su Paramount Recording Studios y, O Grove, su Naútico. No hay diferencia si hablamos de esencia.

El plano gastronómico no es secundario. Sus combinados amenizan la espera mientras las pocas mesas libres se ocupan -sin reserva- por expectantes comensales que desconocen quién toca hoy. Se abre el telón y entre bambalinas aparece lo mejor de la cocina con toques mexicanos, morriña gallega y burgers veganas. En esta Galifornia no hay sushirrito, pero sí fideuá por las noches; tampoco mac&cheese pero sí buenas y mayúsculas paellas. El marisco de la zona, que no falte. El espíritu del Náutico prevalece todo el año. Cuando el sol se pone y los focos se apagan, el lounge bar ofrece sesiones de jazz así como seminarios fuera de temporada. Artistas de toda talla se acercan hasta San Vicente para ser acogidos en una residencia donde todo lo artificial de la farándula se deja fuera. Aquí no hay egos o grandes sold-out, solo pura música. Con sentidiño. // Náutico de San Vicente. Praia da Barrosa, s/n / No admiten reservas.

El Corsario, atrapando el atardecer

Mesas y concierto al aire libre en El Corsario, Foxos (Rías Baixas) / Foto: El Corsario

No abandonamos la bahía que dibuja la playa de A Lanzada sin visitar El Corsario. Un beach club poco convencional, que apuesta por el producto de proximidad –como sus terneras gallegas o los postres de queso de obradores cercanos- y donde su Capricho Corsario es toda una delicia: carne de cerdo marinada 7 días en vino blanco con un ligero toque seco de hierbas provenzales. Las raciones de calamares y churrascos bailan al son de la música en directo, mientras el ocaso llega y los alegres farolillos dan paso a una noche de verano mágica. 

Un banco sirve como mirador privilegiado hacia la ermita de A Lanzada. Dicen que sus aguas son fértiles, pero pocos saben que este Edén -Solete Repsol, al igual que su vecino- es un reparado concepto de aquellos chiringuitos de garrafón, chancla barata y mesa de cerveza Estrella. Esta, la preferimos de caña. Lleve rebequiña, que refresca. / Terraza El Corsario. Rúa de Madrid, s/n Foxos / 644 034 630

Bar Berberecho, corona marinera

El poke de bonito de Burela y el arroz negro frito / Fotos: Bar Berberecho

Sanxenxo puede presumir de ser la capital de las Rías Baixas. Cuando los yates arriban al puerto y las coronas pisan tierra, los restaurantes y bares del paseo marítimo se inundan de familias dispuestas a saborear los frutos del mar, cueste lo que cueste. Lejos de bullicios bares con neones atrayentes, hay algunas fondas más que respetables. Berberecho ofrece productos básicos llenos de sabor, de la huerta y mercado gallego, como los tomates de la abuela, de la vinícola Cambados, servidos con aceite de oliva y albahaca. 

Sus conchas son uno de los grandes reclamos. La apuesta por las clásicas almejas a la marinera o zamburiñas negras al wok –las de verdad, no hay espacio para las volandeiras– llaman la atención de turistas y visitantes. Supremo el bonito de Burela con espinacas y frutos secos salteados. El súbito toque final lo pone la tarta de queso gallego fría, que tienen también al horno, con caramelo o el royal banoffee, galleta, plátano y dulce de leche. / Bar Berberecho. Rúa da Praia os Barcos, 4 / Reserva online

Un retrato del equipo de Bar Berberecho (2018) / Foto: Facebook

As Termas, cultura del mantel de papel

Cigalas de pesca directa y vistas desde la terraza de As Termas / Foto: Facebook

No hay nada más bonito y eficaz que la naturalidad. En Caldas de Reis, conocida por ser sus balnearios, encontramos una cafetería de toldos rojos que bien podría ser un café con solera, pero sin gracia. En cambio, dándole una oportunidad a los manteles de papel con el mapa de Galicia, pared blanca y nula decoración escandinava, encontramos perlas que son más curativas que las cercanas aguas termales

As Termas, por si el viajero aún no sabía dónde estaba, es una tasca de menú de día. De servicio algo lento pero bullicioso contenido. Su salpicón de marisco refresca los días de verano, el bacalao se sirve en piezas enormes que aseguran siesta y los filetes de buena novilla gallega se empaquetan en montañas de la mejor patata autóctona. / Cafetería As Termas. Laureano Salgado, 3. Caldas de Reis / 986 540 393

O Muiño, al pie del Camino Portugués

Pimientos de padrón, pulpo a feira, pan y vino en O Muiño, el molino reconvertido en tasca de Caldas / Foto: Mochila de Cromo

El viejo molino ha dejado el maíz por la zorza y los golpes secos por botas de peregrino. Enclavado en pleno río Umia, sobre un soporte de madera, O Muiño promete ofrecer la experiencia gallega llevada al extremo. No lo decimos por su comida, sabrosa y muy eficaz. Lo decimos por ese “si chove, que chova” tan gallego que da un servicio lento para los comensales, pero frenético para quien lleva las comandas. 

La falta de personal se salva con una atención seria y profesional. También porque lo que hay en la mesa es bastante resultón, como la chuleta de vaca vieja, el pulpo a feira, la ración de queso de tetilla o los siempre presentes pimientos del Padrón. O Muiño también es una referencia por estos lares gracias a sus sardinas asadas, que dan un toque de Cantábrico a este aroma de la Galicia interior.  Al igual que los bares de carretera con los camioneros, es buena señal que muchos de los peregrinos del Camino Portugués hagan parada en esta pequeña tasca de vieja piedra. / O Muiño. Rúa Ferreira, 1. Caldas de Reis / 678 585 857

O Muiño, el molino reconvertido en tasca en Caldas de Reis / Foto: Mapio