Vinoble. Cambiar para que todo siga igual

COLUMNA | Luces y sombras de la nueva edición de Vinoble, el Salón Internacional de los Vinos Nobles, Generosos y Licorosos, en Jerez

Rocío Benito, sumiller y autora en Hule y Mantel

Sumiller

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Una ventana en una bodega de Jerez, cerca de una luz apagada. Foto: Canva / Algo tiene que cambiar para que todo siga igual
Una ventana en una bodega de Jerez, cerca de una luz apagada. Foto: Canva / Algo tiene que cambiar para que todo siga igual

Después de cuatro años, las puertas del Alcázar de Jerez de la Frontera se volvieron a abrir para acoger el Salón Internacional de los Vinos Nobles, Generosos y Licorosos (Vinoble), una de las ferias más esperadas por parte del sector vitivinícola. Allí acudimos todos: sumilleres, distribuidores, periodistas, elaboradores y entusiastas con las copas en la mano dispuestos a atacar. Todos al pie de stands con vinos generosos y dulces de todo el mundo, aunque con grandes ausencias internacionales.

Tres días que dieron de sí para conocer diferentes miradas, tres días donde pudimos ver stands de elaboradores donde no cabía un alma, Territorio Albariza o los nuevos Rolling Stones jerezanos. Tres días para darnos cuenta de cómo zonas como Montilla-Moriles han unido fuerzas entre sus bodegas, lo cual se ha traducido en una presencia palpable y notoria. No obstante, ¿qué ha pasado con el resto de zonas elaboradoras de vinos dulces y generosos?

Entre los asistentes se han escuchado todo tipo de opiniones sobre este Vinoble de 2022, muchas de ellas sobre la falta de grandes zonas elaboradoras. Tokaji, Madeira, Oporto, Canadá, Alemania, Italia, Grecia… Sí, se pudo vislumbrar algún oporto, algún vinsanto, y algún icewine, pero la representación al final de estas zonas era mínima. Con ello lo único que se consigue es que los asistentes no puedan tener una visión global de las elaboraciones especiales alrededor de lo que gira y presume Vinoble.

Al margen de esto, la mezquita a la altura de siempre. Juancho Asenjo y su poder de convocatoria para las catas de este año han superado todas las expectativas.
A pesar de que desde hace meses muchas colgaron el cartel de entradas agotadas, pude participar en alguna de ellas. SAOKO de Rosalía sonaba a todo volumen en la mezquita mientras Willy Pérez y Ramiro Ibañez tensaban la cuerda. Hablaron sobre el canon, los arquetipos gustativos de los vinos del Marco y dieron voz a grandes personajes históricos olvidados de la historia del Marco de Jerez. Terminaron con un homenaje precioso en vida a uno de ellos, Eduardo Ojeda, por su labor dentro de Valdespino y de Equipo Navazos.

Pudimos ver a un Ferrán Centelles levantar risas y preguntas tal y como nos tiene acostumbrados ¿Por qué no se habla de crianza sobre lías en Jerez si es una de las zonas donde más autólisis se lleva a cabo? La Mezquita se quedó callada ante la gran pregunta que Ferrán puso sobre la mesa.

También pasaron por allí caras nuevas, como los chicos de A La Volé que vinieron dispuestos a descorchar y a hablar de terruño en la zona que nadie mejor que ellos conocen: Champagne. Paula Menéndez y Virginia García de “In Wine Veritas” demostraron la compledijad de la PX y guiando un viaje por Córdoba. Cristina Osuna y Fátima Ceballos hicieron un recorrido magnífico por los “100 años de Toro Albalá”. Muchas caras nuevas en las tablas de la Mezquita, pero también veteranas ineludibles, como Antonio Flores, para compartir el legado de Gonzalez Byass, Juancho Asenjo y su viaje por “'El Vin Santo y los Passitos en el voces Mediterráneo” o Antonio Florido para contarnos el origen de las Bodegas Fundador, entre otros.

No podemos conformarnos con una feria que roce el chovinismo o el narcisismo

Sin embargo, aún con el vino en los labios, toca reflexionar y pensar en Vinoble 2024. En mi opinión, Jerez debería abrir un poco más las miras y salir más de su burbuja para poder ofrecer a los asistentes la gran representación que merecen los vinos nobles de otras zonas del mundo. De la misma manera, debería ser motivo de análisis la mínima representación internacional de asistentes en la que llamada a ser la gran feria de los vinos nobles, generosos y licorosos del mundo. No podemos conformarnos con una feria que roce el chovinismo o el narcicismo, como si solo aquí se diera lo mejor. Como cantaba Evaristo Páramos, parafraseando a Giuseppe Tomasi, "algo tiene que cambiar para que todo siga igual".

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