Cómo elegir un melón. Consejos del agricultor Josep Pinyol (El Prat)

Cada verano el mismo ritual en la frutería: palpamos los melones como tambores para tratar de escoger el idóneo. ¿Tan difícil es? Aprendemos definitivamente de una saga de agricultores del Prat

José David Muñoz, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista y director de La Radio del Somormujo

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Josep Pinyol en su campo de melones en El Prat de Llobregat / LUIS MIGUEL AÑÓN (Hule y Mantel) / Cómo elegir un melón. Consejos de un agricultor
Josep Pinyol en su campo de melones en El Prat de Llobregat / LUIS MIGUEL AÑÓN (Hule y Mantel) / Cómo elegir un melón. Consejos de un agricultor

Vemos desde chiquillos a nuestros mayores palpar el melón como si de un tamtám o tambor se tratara, olerlo como si pudieran robar su perfume, mirarlo de cerca cual pelota de bolos, hacer conjeturas sobre su peso en el aire... ¿Sabemos realmente en qué debemos fijarnos? ¿Es tan difícil escoger un buen melón? Aunque las fruterías intenten ofrecer lo mejor, encontrarlo en su punto idóneo, que no esté verde ni excesivamente maduro, se convierte cada verano en un reto que se traspasa de generación en generación.

Con el objetivo de dejar de lado el esoterismo que entraña a los novatos, visitamos a dos agricultores que comparten nombre, oficio y genes. Son los Josep Pinyol, padre e hijo, que cultivan melones y sandías en los terrenos del Parc Agrari del Baix Llobregat (Barcelona). Estos meses de calor cosechan también tomates, pimientos y plantan las zuecas de alcachofas del Prat, las judías del Ganxet y otras verduras. Los venden de manera directa desde hace más de 50 años en diferentes puntos del Prat bajo el nombre de La Masia. Les acompañamos al campo, así como a su tienda para aprender con ellos sobre el noble arte de escoger un melón.

Los melones de los Josep Pinyol en su campo del Prat / LUIS MIGUEL AÑÓN (Hule)
Los melones de los Josep Pinyol en su campo del Prat / LUIS MIGUEL AÑÓN (Hule y Mantel)

Las 5 señales del buen melón

Al preguntarnos sobre el motivo de este artículo, podemos decir aquello de adivina, adivinanza, ¿qué tiene el rey en la panza? Porque como en el vídeo nos muestra el agricultor Josep Pinyol, existen ciertas características que adelantan si tendremos éxito. Son peculiaridades sensibles al tacto, a la vista y al oído. Atención al vídeo:

1. El peso

Primero de todo, el peso. Cuando sostenemos el melón debemos notar que pesa, que no hay síntoma de hueco. Es fundamental para entender que está en su punto.

2. El escriturado

La piel ha de presentar un escriturado longitudinal, es decir, estrías rugosas y marcadas a lo largo de su forma ovalada. Cuanto más escriturado, más maduro.

3. El color

El color que debe predominar en su exterior es el verde, pero sin brillos, ha de ser un verde apagado que tire a color oliva. Es imprescindible que en la piel del melón aparezca la característica mancha amarilla de su vientre, que es el punto en el que toca tierra, y que marca el punto de maduración.

4. El crujido

SI pedimos que nos lo corten para llevarnos la mitad o bien lo cortamos nosotros en casa, debemos estar atentos al oído, escucharlo. El crujir de las fibras denota que ha alcanzado su madurez.

5. Las semillas

Si al abrirlo aparece cargado de semillas en su interior es que está listo y perfecto para comerse.

Los melones de los Pinyol, en el mercado / Foto: La Masía
Los melones de los Pinyol, en el mercado / Foto: La Masía

La mejor temporada del melón

El melón y la sandía cultivados en los terrenos del parque agrario del Baix Llobregat se empiezan a cosechar a partir de Santiago / San Jaime (25 de julio): “Es cuando ha hecho suficiente calor y el melón alcanza su momento más dulce” explica Josep Pinyol padre. Su veteranía en el campo le permite saber con solo una mirada si puede cosechar al momento o dejar el melón unos días más. “Los años me han enseñado a ser paciente con los melones. No por querer comértelos significa que vayan a estar en el punto que te esperas”.

El melón del Prat siempre ha gozado de fama por ser más dulce que otras variedades. Desde los años 40, estos melones copaban las paradas del antiguo Born, llevados en carros por los agricultores pratenses. Eran los melones que se comían en Barcelona cada verano, hasta que la modernización de los transportes trastocó los hábitos alimentarios y nos permitió a los consumidores disponer de melón casi todo el año, aunque lleguen desde la otra punta del mundo.

“Ahora es cuando realmente empieza la temporada de melón de proximidad. La falta de lluvia hace que el melón sea más dulce y las condiciones del suelo del Delta del Llobregat, con la salinidad y el aporte del río, le dan el toque definitivo a unos melones únicos” nos dice Josep Piñol hijo, que no para de recoger melones y cargarlos en la carretilla para llevarlos en pocos minutos a sus dos tiendas.

Un melón de los Pinyol / Foto: La Masia
Un melón de los Pinyol / Foto: La Masia

Valorar el rico melón

“El margen que da Mercabarna con estas frutas es casi mínimo. Me sale más a cuenta cultivar menos hectáreas y vender directamente en mis tiendas que tener que negociar precios a la baja. La gente, cuando llega la temporada de melón de aquí, ya está harta de comer melón procedente de otros puntos y no se valora ni su sabor ni su proximidad. Este melón madura directamente en el suelo, no en cámaras”

Precisamente, el mercado ha obligado a esta familia de agricultores a adaptarse también a las demandas de los consumidores y a favorecer la productividad de los melones y las sandías. Actualmente se utilizan variedades híbridas que resisten mejor las plagas y generan más productividad, a la vez que mantienen la esencia y el sabor de los auténticos melones del Prat. Es por eso que, ahora que de verdad empieza la temporada de melón en esta zona del país, los payeses recomiendan parar el ritmo, abrir un melón y dejarse llevar por uno de los sabores inconfundibles del verano.

  • Dónde comprarlos: los buenísimos melones, sandías y verduras de los Josep Pinyol se pueden encontrar en El Prat de Llobregat, en la parada de La Masia del Mercado Municipal y en la agrotienda en la calle Castella. Las tiendas las gestiona Rosa, mujer de Josep Pinyol hijo, que también proviene de otra saga de agricultores del Prat, la de Cal Natrus.