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'Chef cinco estrellas' (Netflix): los mejores momentos del reality gastro-absurdo del verano

CRÍTICA TV | El programa busca chef para el hotel Langham de Londres, pero se convierte en una comedia que roza el despropósito y en un verdadero 'guilty pleasure'

Javier Cirujeda, codirector del podcast La Picaeta y autor en Hule y Mantel

Comunicador gastronómico y codirector del podcast La Picaeta

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Imagen promocional del programa 'Chef cinco estrellas' / Foto: Netflix
Imagen promocional del programa 'Chef cinco estrellas' / Foto: Netflix

El verano es la época perfecta para los programas televisivos ligeros y el entretenimiento puro y duro. En Netflix lo saben y por eso estrenaron hace unos días Chef cinco estrellas, un reality inglés de seis episodios de una hora de duración que navega entre el bochorno, la vergüenza ajena y la comedia involuntaria. Porque, ¿a quién no le va a gustar mezclar esos tres ingredientes con la cocina y disfrutar de un maravilloso placer culpable?

La idea del programa no es mala: el mediático Michael Roux, chef del hotel Langham, busca cocinero para el restaurante del hotel, el Palm Court. A esta ardua tarea le ayudarán la pastelera Ravneet Gill y el cocinero Mike Reid. Lo que parece un punto de partida interesante y que puede dar juego se convierte en un auténtico despropósito, ya que el jurado quiere que los candidatos propongan conceptos novedosos para el restaurante, y las propuestas son a cada cual más peregrina.

En uno de los hoteles de 5 estrellas más antiguos de Londres, al que se le supone seriedad, calidad y pocas excentricidades, donde la gente va a desayunar huevos benedict y a cenar solomillo wellington, quieren que triunfen propuestas de inspiración nórdica, caribeña, o incluso una basada en cuentos. Un plan sin fisuras

Postre en globo y tortilla con oro

El conejo emplatador / Foto: Chef cinco estrellas
El conejo emplatador / Foto: fotograma 'Chef cinco estrellas'

Entre los candidatos nos encontramos con una cocinera española, Lara Norman (hija de uno de los fundadores del grupo Spandau Ballet), que vive a caballo entre Ibiza y Londres, y que es una auténtica experta en lo que respecta a fliparse emplatando.

En el casting hace un postre, que tiene una pinta infame, inspirado en Alicia en el País de las Maravillas, y durante la presentación al jurado saca a un actor disfrazado de conejo con unos globos en la mano, para que explote uno de los globos y caigan más ingredientes sobre el postre. Al jurado le encanta la propuesta. Os prometo que esto no es broma.

Tortilla de patatas con caviar y kobe sobre lingote de oro / Foto: fotograma de 'Chef cinco estrellas'
Tortilla de patatas con caviar y kobe sobre lingote de oro / Foto: fotograma de 'Chef cinco estrellas'

El programa, aparte de tener un nivel de cocinado bastante flojo, muestra una obsesión por el lujo desmedido y absurdo, con emplatados que dan auténtica vergüenza ajena. En uno de los episodios los candidatos tienen que hacer su plato más caro (el jurado está todo el rato hablando de que el restaurante tiene que ser muy rentable), y para ello nuestra amiga Lara coge un lingote de oro y le pone por encima tortilla de patatas (que tiene buena pinta, no os voy a mentir), caviar, kobe y dinero comestible (sea lo que sea esto), y todo eso lo saca de una caja fuerte. Y el jurado, una vez más, aplaude la idea fuertemente.

La paella tres delicias

La paella tres delicias/ Foto: fotograma de 'Chef cinco estrellas'
La paella tres delicias  / Foto: fotograma de 'Chef cinco estrellas'

Otro de los grandes momentos del programa nos lo regala Jordan, un inglés que tiene toda la pinta de haber veraneado en Magaluf desde los 12 años, que en la semifinal del programa se marca una paella triple que mezcla una paella de chorizo, otra de marisco y un arroz negro. Todo eso separado con pimientos de padrón y 200 ingredientes por encima. El climax llega cuando Ravneet Gill mira el emplatado (empaellado en este caso) y dice “es abundante y elegante”, a lo que Jordan contesta "pruebe bien el socarrat". Con esta escena queda bastante claro que estamos ante la comedia del verano.

Sin destripar quien se alza con la victoria, aunque ya aviso que el programa es igual de disfrutable sabiendo lo que va a pasar, diré que aparte de la “paella 3 delicias”, en la semifinal vemos como maltratan unas vieiras haciendo una mousse con una pinta malísima, o como dejan crudas unas chuletas de cordero mientras tardan tres horas en hacer un gazpacho.

En cuanto a la final, uno de los momentos más excepcionales de la misma es ver al cocinero que hizo la paella “de capa fina” en la semifinal, proponiendo un menú minimalista basado en platos de tan solo tres ingredientes. Desde los Monty Python no se veía semejante despliegue de humor británico.

La crítica final

El jurado de 'Chef cinco estrellas' / Foto: Netflix
El jurado de 'Chef cinco estrellas' / Foto: Netflix

No quiero acabar esta crítica sin hablar del jurado, donde a la falta de química entre los tres se suma la apatía de Michael Roux, el inexistente criterio de Ravneet Gill (parece que todos los platos le parecen bien) y las salidas de tono de Mike Reid, que tan pronto está callado como se pone a gritar sin venir a cuento. Con decir que echo de menos a Jordi, Pepe y Samantha, os podéis hacer a la idea del nivel.

Y esto sería lo que ofrece esta obra maestra del entretenimiento gastro-absurdo. Si queréis tiraros en el sofá, abrir una cerveza, reiros un rato y dejar el cerebro en off, esta es una de las mejores opciones que vais a encontrar. Eso sí, no esperéis ni buena cocina, ni platos bonitos, ni ideas para vuestro futuro negocio hostelero. A no ser que hagáis lo contrario de lo que hacen en el programa.