En una ciudad como Madrid, donde los dumplings ya no son una rareza gastronómica, Keril y Yerai Gómez, hermanos y socios, se desprenden de los sabores tradicionales para rellenar la pasta china de sabores occidentales. Utilizan recetas inusuales para lo que sería un dumpling, pero muy comunes para el resto de las cocinas.
Hay recetas que parecen inamovibles, que raramente se cuestionan, especialmente en la cocina asiática. Sin embargo, estos dos hermanos han sabido ver un hueco en el mercado que ya aceptaba estos raviolis para fusionarlos con recetas sobradamente aprobadas por el gusto general.
Dum Dum Dumplings ha conseguido destacar con una propuesta única que combina creatividad y una buena dosis de personalidad. Su éxito no solo reside en el sabor de sus platos, sino en la manera en que han redefinido este clásico de la cocina asiática para todos los públicos.
Un producto diferente

En Dum Dum, los sabores no se limitan a rellenos tradicionales como cerdo, gambas o vegetales. El trabajo de explicar qué es un dumpling ya estaba hecho, así que los hermanos Gómez se quedaron con el formato para construir a su alrededor una marca donde confluye lo sorprendente con lo reconocible, dando lugar a platos como los dumplings de cheeseburger, uno de los más demandados y el ejemplo perfecto de su filosofía. No hay historia romántica detrás, solo una idea y un modelo de negocio.
Keril es cocinero y se dedicó a perfeccionar la masa para que pudiera sostener los contundentes rellenos de estos pequeños bocados: 'Estuvimos once días persiguiendo la masa hasta que la conseguimos', afirma con una sonrisa.
Yerai, con amplia trayectoria en el mundo de la publicidad, se ha ocupado de toda la gráfica y la identidad visual de la marca. Desde los carteles que indican las diferentes estancias de este recoleto local reformado por Nota Estudio, hasta el logotipo de Dum Dum que luce luminoso en su cristalera.
“Intentamos ubicarnos con algo diferenciado tanto en producto, como en operativa y comunicación. El producto tiene que ser diferencial y diferente, la operativa ofrecer una experiencia de calidad y la comunicación efectiva”, comenta el publicista reconvertido en hostelero.
Desobediencia y humor

Llevan la desobediencia como posicionamiento de la compañía de puertas para fuera y para dentro. Renunciaron a casi todo lo que tenía que ver con un dumpling para poder jugar con ellos desde otro lugar, lo que les ha llevado al éxito. “Entendimos que nuestros dumplings eran divertidos por diferentes y porque rompimos con un dogma. Y eso es desobedecer. La desobediencia tiene mucha fuerza y no es subjetiva porque los dogmas no lo son”, comenta Yerai.
El humor también está presente en Dum Dum y afirman reírse hasta de ellos mismos, lo que les ha llevado a contestar las reseñas de manera divertida o a tener una curiosa cuenta de Instagram que se alimenta de la cultura visual de masas para crear comunidad.
Esa visión de conectar con el público mediante lo reconocible y el gran consumo se traduce en creaciones que incluyen sabores como los dumplings de carbonara; de gamba Kpop, que alude al fenómeno musical de Corea del Sur y lleva una salsa de mayonesa picante de sriracha; o de pollo Muay Thai, que traslada al comensal al sudeste asiático a golpe de cacahuete y cilantro. La cocina nacional está representada con el lomo adobado, salsa brava y el torrezno, reunidos en un dumpling que lleva por nombre ‘Castiza’.
La 'bacondilla' y lo vegano

En su carta reducida, con solo nueve referencias de pasta rellena, también se atreven a cuestionar otro de los totems de la gastronomía española, la ensaladilla rusa, y ofrecen como acompañamiento una bacondilla a base patata, huevo, pepinillo y cebollitas en vinagre, en la que sustituyen el atún por bacon.
A pesar de que la proteína animal abunda, también tienen un hueco para lo vegetariano con dos referencias de dumplings. Por un lado, un delicado relleno de berenjena, setas shiitake y avellanas tostadas, que acompañan con una salsa agridulce que abraza todo el conjunto. La segunda opción viene directa desde la India con un curry masala de calabaza, calabacín y repollo, salsa de yogur y cebolla crujiente, que se puede disfrutar, como todos los del menú, en raciones de seis unidades.
El humor que imprimen a su marca no quita la seriedad en el entorno de trabajo. “Somos muy machacones con los principios básicos de la compañía y muy rigurosos con la higiene y el orden. Exigimos mucho, pero somos extremadamente legales en cuanto a horas de trabajo”, responde Yerai cuando se le pregunta por la dinámica del local.
Las limitaciones de espacio en la cocina y un equipo reducido, formado por cinco personas, les han llevado a eliminar lo innecesario. “Somos obsesivos con que cada detalle sea siempre de la misma manera, por eso trabajamos intensamente en simplificar y optimizar cada detalle, asegurándonos de que no sea superfluo ni ajeno a la esencia de nuestra marca”.
Abrieron el pasado martes, 13 de septiembre, pero su éxito ha sido tal que ya están buscando un nuevo local que les permita expandirse como marca. // Dum Dum. c/de Blasco de Garay, 10, local izquierdo, Chamberí, 28015 Madrid.