El restaurante de más de 100 años de Barcelona que resiste entre La Rambla y La Boquería

En esta casa de comidas el chef Óscar Manresa nos deleita con tapas, arroces y un bocadillo especial de fricandó que nos invitan a volver al epicentro turístico de Barcelona

Iker Morán, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista

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Diversas tapas de Casa Guinart / Foto: Instagram
Diversas tapas de Casa Guinart / Foto: Instagram

“Cuesta mucho que la gente de Barcelona venga por aquí”, nos cuenta Óscar Manresa. Ningún secreto para cualquiera que viva o conozca la ciudad. Excepto los meses que siguieron a la pandemia y en los que los clientes locales volvieron a este mercado, La Boquería, al igual que La Rambla, es uno de esos lugares que, salvo contadas excepciones, se da por perdido.

Casa Guinart es una de esas excepciones. Abierto desde nada menos que 1899, Manresa se hizo cargo del negocio en 2012 y ahí sigue en un ejercicio que, visto el panorama, casi podría considerarse resistencia heroica. O gastronómica. No es ya que los locales pongan los ojos en blanco si alguien propone ir a comer a la zona, es que los turistas cada vez cuentan con más opciones para picar algo en las decenas de puestos que se han convertido en puestos de comida

Un autoproclamado mercado gastronómico repleto de zumos de colores, brochetas de todo tipo y brave potatoes y donde, curiosamente, la cocina de mercado y local es casi tan difícil de encontrar como los puestos pensados para vender productos frescos a sus clientes.

Comer bien en La Rambla

Diversos platos de Casa Guinart / Foto: Instagram e Iker Morán
Diversos platos de Casa Guinart / Foto: Instagram e Iker Morán

Un lamento repetido pero con difícil arreglo. El turismo no suele devolver a la ciudad los espacios conquistados y, en todo caso, no parece que haya ninguna intención con La Boquería. Por eso uno se siente extraño sentado en un taburete de Casa Guinart, con vistas a Las Ramblas, como si estuviera donde no le corresponde.

Que en La Rambla también se puede comer bien nos lo recordó el otro día nuestro compañero Óscar Gómez, experto como pocos en patear la ciudad en busca de lugares que merezcan la pena. A su lista nos atrevemos a sumar este Casa Guinart, en el kilómetro cero de esa Barcelona que cada vez pisan menos los que viven en Barcelona.

Con comedor en la zona superior, una pequeña terraza y una barra que este donde ocurre lo más interesante, tapas, raciones, bocadillos y arroces son las estrellas del lugar. La localización y los inevitables carteles en inglés asustan de entrada, pero unas gambas fritas consiguen romper el hielo y empezar a entender que comer bien en La Rambla igual es un lujo al que no deberíamos renunciar.

Fricandó entre pan y pan

Tras comprobar que es merecida la fama del lobster roll —también se sirve en el vecino Joël’s Oyster Bar, de la misma casa— vamos de cabeza a uno de los bocadillos que por sí solos podría justificar la visita y la reconciliación con La Boquería: el de fricandó. El clásico guiso se presenta aquí en un formato que, además de rico, hará las delicias de los fans de Instagram. Si estamos en territorio turista, juguemos con sus normas, pero con buenos platos.

En vez de pan o el omnipresente brioche, aquí se apuesta por envolver la carne y las patatas tipo paja con una masa similar a la usada para los profitelores. Además de quedar bonita, se lleva muy bien con la salsa del interior, y el resultado es sumamente chorreante. Sabemos que vamos tarde, pero directo a nuestra partircular lista de bocadillos ricos y diferentes.

La esquina de Casa Guinart y una de sus paellas / Foto: Instagram
La esquina de Casa Guinart y una de sus paellas / Foto: Instagram

¿Qué más comer? La plancha es siempre una buena opción para pasar por allí pescados y mariscos del mercado, pero un cartel de "paella street" nos anima a probarlo. Es verdad que en cualquier otro restaurante de la zona algo así nos haría salir corriendo, pero aquí sabemos que vamos sobre seguro. Así que como era de esperar el arroz de la paella de marisco está en su punto, la ración es generosa, y los "bichos" abundan. 

Por calidad de producto y por lugar no se espera que sea barato, pero teniendo en cuenta el contexto los precios no se desmadran. Las citadas gambas van a 12,5 euros, las bravas a 8,5, y el pepito —otro clásico de la casa que se queda pendiente de probar— a 13,5 euros. Los arroces, sobre 20 euros la ración por persona.

Cocina de mercado en un mercado para animarnos a volver al mercado. Todo parece encajar y por eso merece la pena recordarlo. Aunque Casa Guinart lleve ahí desde 1899.