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A cuchillo

El caso Sandrine. El sexismo del vino a juicio

COLUMNA | Las injurias contra la sumiller belga Sandrine Goeyvaerts por parte del bloguero francés Vincent Pousson reavivan el debate del sexismo en el mundo del vino

3 minutos

La sumiller belga Sandrine Goeyvaerts en un collage de Hule y Mantel / Mujeres denigradas en la sombra de la vid

Comienzo a escribir este artículo intentado no imaginar las críticas desagradables que puedo recibir por hacerlo. Espero que no pase, aunque solo sea por no darme la razón. La condena por injurias al bloguero francés Vincent Pousson tras sus comentarios denigrantes en redes sociales contra la sumiller belga Sandrine Goeyvaerts me hizo empezar el día de buen humor. Cuando vi la noticia en stories de Instagram me llenó de paz, porque yo también he sido Sandrine. No puedo imaginar el alivio que tuvo que darle a Sandrine esa resolución, esa afirmación de que lo que hizo Vincent está mal y viola la ley. Sin embargo, cuatro días antes de entregar este texto, se publica que Vincent Pousson recurrirá la sentencia. Mientras Sandrine Goeyvaerts ha tenido que transitar por la humillación y dedicar tiempo y fuerzas a defenderse, él no ha debido gastar ni un minuto en plantearse si ha actuado de manera correcta.

Pero quizás me he adelantado. Demos un poco de contexto a esto. Sandrine Goeyvaerts, sumiller de formación, además de regentar su propia tienda de vinos en Bélgica, es una reconocida escritora en diferentes blogs y medios, impulsora de la asociación Women do Wine, así como autora de un libro que yo considero excepcional y muy necesario, “Manifeste por un vin inclusif”. Por lo que intuiréis el sexismo en el mundo del vino es algo que a Sandrine le preocupa mucho y ante el cual no se ha quedado callada. Habla y escribe sobre ello de una manera brillante. Pero a Vincent Pousson, que Sandrine opine sobre algo que le afecta y le atraviesa de manera directa por ser mujer profesional en el sector, no le gustó y necesitó dejárselo claro. No gastó las mejores formas para hacerlo. Esta mirada paternalista y con una total falta de educación y humanidad por parte de un compañero de profesión es un claro síntoma de que en el sector vitivinícola, me da igual ya el país, el poder, la razón y los privilegios siguen siendo mayoritariamente de los hombres. 

Si además lo denuncias públicamente corres el riesgo de parecer loca, exagerada y paranoica

Los insultos en redes sociales son sólo uno de los aspectos más desagradables de esta situación. Si además lo denuncias públicamente corres el riesgo de parecer loca, exagerada y paranoica. Por eso es tan importante que a este tipo humillaciones, la respuesta sea contundente y haya un reconocimiento a la víctima. Ni loca, ni paranoica, ni exagerada. Lo que si que debe sentir Sandrine es un profundo hartazgo. No es justo tener que dedicar tiempo y energía a lidiar estas batallas y no a tomarte unos vinos en buena compañía. 

Como decía, el odio (o "haterismo") contra las que abiertamente defendemos el feminismo en el sector es sólo un ejemplo más. El cuestionamiento, la falta de visibilidad, la ausencia de paridad, los suelos pegajosos o los techos de cristal están ahí. ¿No me crees? Puede ser que no te haya pasado, puede ser que las mujeres cerca de ti no lo perciban así…pero que no te pase a ti, no significa que no pase. Por favor, ¿cuántas mujeres al frente de consejos reguladores? ¿Cuál es la paridad de los principales congresos y eventos del vino? ¿Y en los puestos de poder? Parecemos recién llegadas cuando durante siglos las mujeres se han dejado el cuerpo vendimiando, deshojando o sarmentando. Siempre en la sombra y sin ningún tipo de reconocimiento.

Parecemos recién llegadas cuando durante siglos las mujeres se han dejado el cuerpo vendimiando, deshojando o sarmentando.

En este nuestro sector, en el que se nos llena la boca al hablar de equilibrio, resulta que estamos más bien desequilibrados. Buscamos el equilibro en la viña porque queremos cepas longevas o elaboramos vinos equilibrados porque son más interesantes. Aun así, no es una prioridad cuidar al 50% del talento del sector, buscar un equilibrio real en el que, lo más importante, las personas que lo formamos, tengamos el mismo trato y las mismas oportunidades. Hasta ahora, lo máximo que hemos conseguido es rellenar la cuota de turno para que la foto no nos quede llena de señoros. Y demostrando a menudo poco interés por lo que podemos aportar. ¿Qué tal si empezamos a contar con las mujeres de verdad? Mismo salarios y tarifas, programando nuestras ponencias a horas decentes, contando con nosotras no sólo para presentar o moderar, sin cuestionarnos, especialmente en puesto técnicos, sin preguntar dónde están nuestros hijos o comentar lo serías que estamos o lo poco que sonreímos.

También estaría bien que pensáramos de una vez en las mujeres como consumidoras potenciales y ya de paso que no insistiéramos en estereotipos injustos a la hora de comunicar el vino. Y una de las cosas más importantes: que nos nombréis. Enólogas, viticultoras, elaboradoras, críticas, investigadoras, directoras…hay que decirlo más porque hay que imaginarlo más. Y no nos confundamos, no queremos un sector de color rosa para nosotras, queremos ser el sector. Y si en algún momento visibilizamos esta falta de igualdad y las situaciones injustas que protagonizamos, ya sería ideal no ser insultadas por ello. Todas y todos los que defendemos el vino y la justicia somos Sandrine. Toda mi fuerza, compañera, en tu próxima batalla.