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La peste porcina no afecta al consumidor final: qué opina el sector ganadero

Repasamos lo sucedido a raíz de la peste porcina africana detectada en la sierra de Collserola (Barcelona) y cómo afecta a productores y consumidores

9 minutos

Jabalíes se desplazan por la montaña / ASICAZA

El sector porcino no solo es el principal sector ganadero del país, sino también uno de los principales productores a nivel mundial, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. “Su estabilidad depende, en gran medida, del nivel de exportaciones de animales vivos y sus productos, tanto a otros Estados Miembros como a terceros países. Esta dependencia se ha incrementado durante los últimos años”, afirma la institución.

En 2024, Catalunya registró un máximo histórico en exportaciones agroalimentarias, con 15.727,51 millones de euros. Dentro de este contexto, el porcino tuvo un protagonismo fundamental. Las ventas internacionales de carne y los productos derivados del cerdo superaron los 4.263 millones de euros y alcanzaron 1,33 millones de toneladas exportadas.

“Estos datos constituyen el 27% del total agroalimentario catalán exportado, el 83% del cárnico exportado y el 48% del porcino exportado del conjunto del Estado español”, señala Prodeca, empresa pública del Departament d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació de la Generalitat de Catalunya cuya finalidad es promocionar el sector y los productos agroalimentarios catalanes.

Y añade que “el año pasado, 258 empresas catalanas exportaron porcino de manera regular —es decir, durante cuatro años consecutivos, una cifra que representa el 36% de todas las empresas españolas que exportan porcino—”. Desde Catalunya se exporta a 110 países. Entre los principales, Francia, China, Italia, Japón, Polonia y el Reino Unido.

Dada la importancia del sector como motor económico, la confirmación oficial de la presencia de peste porcina africana (PPA) en dos jabalíes silvestres hallados muertos en Cerdanyola (Barcelona), el pasado 28 de noviembre, hizo saltar las alarmas —a día de hoy, son 13 los ejemplares encontrados muertos por este virus—. 

Qué opina el sector ganadero

José Ramón González, ganadero y secretario de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), explica: “A día de hoy entendemos que hay un bajón en el precio de la onza. El sector está preocupado, pero tranquilo. Tenemos muy avanzado el tema de la regionalización con los países a los que exportábamos salvo en la provincia de Barcelona”. Y añade que “el mercado europeo se mantiene y, evidentemente hay preocupación, pero si la situación se mantiene controlada, es asumible. Queremos transmitir tranquilidad”.

El ganadero especifica que esta “tranquilidad” se debe a que se están aplicando los protocolos y “parece que están dando resultado porque, a día de hoy, no hay ninguna explotación afectada”. Ciertamente es así ya que, hasta el momento, las explotaciones porcinas situadas dentro del radio de vigilancia han dado negativo en peste porcina.

Cerdos en una granja / Pixabay

En Catalunya, concretamente en la provincia de Barcelona, la situación es diferente. Ricard Parés, director de la Associació Catalana de Productors de Porcí (PORCAT), reconocía que el sector está preocupado, porque aunque la parte sanitaria está contenida en las granjas, ha habido consecuencias en el mercado. “El precio de la pieza ha bajado en picado en menos de una semana, por lo que hay una gran repercusión económica”, explicaba en la televisión de Badalona hace unos días.

Según Parés, la cuestión que más preocupa es cuánto tiempo tardará en estabilizarse esta situación, “si es temporal, se aguanta como se puede, pero si no, llegará un momento en el que el ganadero no podrá más”, reconocía. De lo que parece que sí se tienen certezas es que esta bajada de precio no repercutirá significativamente en el importe final de los productos de cerdo de cara al consumidor.

Por su lado, Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos afirmaba que para los ganaderos radicados en torno al foco, “el perjuicio es muy grande” por su influencia en la exportación. “Se deben activar todos los mecanismos pertinentes para paliar su impacto, no solo en el desarrollo de la actividad, sino también en el apoyo económico necesario para evitar un eventual cierre”. 

Ayudas para los afectados

Para paliar las pérdidas económicas que esta situación supone para la industria porcina, Alicia Romero, consellera de Economia i Finances de la Generalitat, anunciaba que se activará un paquete de medidas económicas que estará a disposición de los afectados. “El Govern aprobará una línea de 10 millones de euros, ampliable a 10 más, para ayudar a los sectores económicos que lo necesiten. Además, crearemos un grupo de trabajo para hacer el seguimiento”.

Esta línea de ayudas y subvenciones, “se ampliará con una línea de préstamos del ICF e impulsaremos la contratación de emergencia”, confirmaba Óscar Ordeig, conseller d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació del Govern.

Un consumo seguro

Tanto las instituciones oficiales como la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, la Associació Catalana de Productors de Porcí o la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos aseguran que el consumo de productos procedentes del cerdo es absolutamente seguro. “No hay ningún riesgo para el consumidor. Es una enfermedad que causa un problema sanitario en las explotaciones y una caída de la rentabilidad, pero no trasciende al consumidor. El consumo está perfectamente permitido y todos los productos porcinos son completamente consumibles”, señala José Ramón.

Profesional cortando un jamón / Pixabay

Para tranquilizar a la población, desde la Generalitat se iniciarán una serie de campañas informativas no solo para difundir las medidas de contención sino también para fomentar el consumo de carne porcina. “Es un sector estratégico del país. Ahora más que nuca, el sector cárnico necesita el apoyo de la ciudadanía”, publicaba Óscar Ordeig, conseller d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació de la Generalitat de Catalunya en sus redes sociales.

¿Cómo se transmite el virus?

La peste porcina africana es una enfermedad no zoonósica. Es decir, que las personas no son susceptibles a la infección ni por contacto con los animales ni por ingestión de productos derivados de ellos.

El virus se transmite entre cerdos, jabalíes y parientes cercanos de la familia Suidae, a través de fluidos o heces. Pasear por zonas rurales donde existe población de animales salvajes propicia que nos llevemos un recuerdo de nuestro paseo en la suela de nuestros zapatos, lo que conseguiría propagar el virus. Para evitar el riesgo, se han restringido el acceso a ciertas zonas. Hasta el momento, estas restricciones están previstas hasta el 14 de diciembre. Todo dependerá de cómo evolucione la situación.

La enfermedad es letal para los animales ya que, en caso de contagio, el animal muere en unos 5-7 días en casi un 100% de los casos.

Una superpoblación que crea problemas

El jabalí, que vive en las montañas cercanas a zonas urbanas, tiene un mayor acceso a la alimentación. Ha aprendido que alrededor de papeleras y contenedores puede encontrar comida mucho más fácilmente que entre matorrales o escarbando la tierra. Gracias a esto se reproducen mucho más que hace unos años.

“Tenemos que ser conscientes de que la fauna salvaje es un problema de salud pública. Y que las CCAA, que son las que tienen las competencias, tienen que buscar planes coordinados a nivel nacional”, explica José Ramón González. Y añade: “El riesgo es grave y la única manera de reducirlo es controlar la fauna salvaje. La superpoblación de jabalíes no es normal ni natural. Tenemos que defender el equilibro poblacional”.

José Ramón advierte, “no hay que pensar en la foto graciosa de un jabalí en un contenedor. Es una foto peligrosa”. Y continúa: “Cuando Suecia descubrió que había un foco en su país, encargó la solución al ejército y ahora mismo, el foco ha desaparecido y la población de jabalís la tienen controlada”.

En esta línea también se pronuncia la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, “hay que atajar el problema que existe frente a la fauna salvaje, principal reservorio de la enfermedad con medios extraordinarios para la reducción del riesgo por sobrepoblación de jabalí en el resto del territorio”.

Cerdos pastan en el campo / Pixabay

Por su parte, la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza (ASICCAZA), la Real Federación Española de Caza (RFEC) y la Fundación Artemisan han remitido una carta conjunta al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en la que trasladan su plena disposición a colaborar, además de un paquete de medidas concretas para reforzar la lucha contra esta enfermedad. “La actividad cinegética es una herramienta sanitaria esencial, al actuar como colaborador imprescindible de las administraciones públicas para el control poblacional del jabalí en el medio natural”, destacan desde las asociaciones.

En la mencionada carta, el sector de la caza y de la carne de caza reclama su inclusión en los planes oficiales de la gestión de la crisis, en coordinación con el sector porcino, “como parte activa y estructural de la estrategia sanitaria”. Las entidades reclaman ayudas directas por jabalí abatido, financiación integral de la gestión de los subproductos de origen animal no destinados a consumo humano (SANDACH) y medidas de apoyo al mercado, incluida la activación de ayudas al almacenamiento privado y el análisis de la inclusión de la carne de jabalí en los mecanismos de la Organización Común de Mercados (OCM).

Otra de las acciones que consideran necesarias son las de sensibilización ciudadana, para facilitar “la comprensión social del papel del cazador como aliado en sanidad animal y que permitan aplicar con normalidad las actuaciones de control necesarias en un escenario de emergencia”.

Un comité de expertos

Desde el Govern se ha anunciado la creación de un comité de expertos “para asesorar y acompañar” al IRTA, centro de referencia en investigación y transferencia tecnológica para el sector agroalimentario, durante la investigación para conocer el origen del foco de la enfermedad —que podría haberse escapado de un laboratorio—.

El comité está integrado por seis especialistas: la Dra. Laura Pérez, coordinadora científica y jefa del Área de Animalario y Seguridad Biológica del CISA; el Dr. Gorka Aduriz, jefe del Área de Sanidad Animal de NEIKER-BRTA; el profesor Massimo Palmarini, director del Departamento de Virología del Erasmus MC de Róterdam, y el Dr. Gonzalo Pascual, director técnico y responsable de Seguridad Biológica y Biocontención del Instituto de Salud Carlos III. Por parte del IRTA-CReSA, también formarán parte del comité el Dr. Xavier Abad, jefe de la Unidad de Alta Biocontención del IRTA-CReSA, y la Dra. Diana Ramírez, jefa de la Plataforma de Infraestructuras de Producción Animal y presidenta del Comité Ético de Experimentación Animal del IRTA.

Un poco de historia

Según el informe Situación de la peste porcina africana del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el virus entró en el continente europeo a través de Rusia, donde apareció en 2007 vía Cáucaso. Primero se asentó en el sur y, a partir de 2011, avanzó hacia el norte. En 2012 la enfermedad se extendió con rapidez por el centro del país, y poco después alcanzó Ucrania y Bielorrusia.

Un jabalí / Pixabay

En 2014 el virus llegó oficialmente a la Unión Europea, con focos detectados en jabalíes y granjas porcinas de Lituania, Letonia, Estonia y Polonia. La situación se mantuvo activa en los años siguientes: en 2016 continuaron los casos dentro de las zonas restringidas y, en verano, repuntaron los brotes en explotaciones domésticas, incluso fuera de las áreas bajo control, lo que elevó la preocupación por su posible propagación.

El 2017 siguió la misma línea, con más casos en las regiones afectadas y la aparición del virus por primera vez en jabalíes en la República Checa y en granjas de Rumanía. En 2018 aumentó el número de focos y la PPA siguió avanzando: llegó a Hungría en abril, a Bélgica en septiembre y a Bulgaria en verano, afectando tanto a jabalíes como a cerdos domésticos. Como venía ocurriendo, el verano trajo un incremento notable de notificaciones.

Desde 2019 la tendencia se ha repetido, con picos estivales y una expansión progresiva hacia nuevos territorios. Ese año la enfermedad apareció por primera vez en Eslovaquia y Serbia. En 2020 se notificaron los primeros casos en Grecia y en jabalíes alemanes; en 2021, el primer foco en una explotación alemana. En 2022 la PPA llegó a Macedonia del Norte y al norte de Italia, y en 2023 reapareció en República Checa y en Grecia, además de detectarse por primera vez en Bosnia-Herzegovina, Croacia, Kosovo y Suecia. A comienzos de 2024 se sumaron Montenegro y Albania, confirmando la expansión del virus por Europa.

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