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¿Qué sucede en Doñana? Estas son las amenazas que afectan al Parque Nacional

La falta de agua, el exceso de fertilizantes, el cambio climático, la caza furtiva y las numerosas romerías sentencian de muerte un espacio único en el sur de Europa

José David Muñoz, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista y director de La Radio del Somormujo

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Flamencos sobrevolando el Parque Nacional de Doñana / Foto: Canva
Flamencos sobrevolando el Parque Nacional de Doñana / Foto: Canva

El estado crítico que vive el Parque Nacional de Doñana es foco de actualidad, y más en un contexto electoral como el actual. Aunque la realidad es que el parque, ubicado entre las provincias de Huelva y Sevilla, y en el que confluyen un rico conjunto de ecosistemas —playa, dunas, cotos, marisma, etc.— lleva avisando de esta grave situación desde hace tiempo, su regresión es inevitable y su paisaje está cambiando tanto por las alteraciones humanas como por el cambio climático.

Podemos afirmar que Doñana ya no volverá ser lo que era y que tampoco volveremos a verlo tal y como lo reflejó Félix Rodríguez de la Fuente en El Hombre y la Tierra. Y esto no va de PSOE, ni de PP ni de Vox. Va de todos. Pero, ¿cuáles han sido las causas que han llevado a esta situación? 

Contaminación y sobreexplotación

Pájaros sobrevolando una zona pantanosa de Doñana / Foto: Canva
Pájaros sobrevolando una zona pantanosa de Doñana / Foto: Canva

El informe de seguimiento 2018/2019 del Plan Hidrológico de Doñana ya evidenciaba que muchas masas de agua, como el arroyo de La Rocina, contaban con parámetros físico-químicos y biológicos peores que buenos. ¿La causa? Los fertilizantes y fitosanitarios usados en la agricultura intensiva y también el vertido de aguas residuales. Las lagunas de Tarelo y Bonanza constatan como estos aportes de fertilizantes y fitosanitarios están degradando el hábitat y la disminución de macrófitos sumergidos

Del agua contaminada pasamos a la falta de la misma. El crecimiento descontrolado de la agricultura de regadío, especialmente de frutos rojos, es el principal causante de la sobreexplotación de todas las masas de agua de Doñana. Los efectos sobre sus hábitats y su biodiversidad son devastadores. El arroyo de la Rocina, antes mencionado, también ha visto reducido considerablemente su caudal. Las explotaciones de regadío están dejando al acuífero seco.

Y aun así, la Junta de Andalucía pretende legalizar 650 pozos más, en una situación insostenible y que difícilmente la Unión Europea aceptará. Se ha hablado de un posible boicot de consumo a los frutos rojos procedentes de Huelva, una medida que no tiene fundamento “pues es imposible saber qué frutos se han extraído de explotaciones legales y cuáles provienen de las que se nutren de pozos ilegales”, comentan desde la zona.

Sobrecarga ganadera, caza furtiva y pérdida de arrozales

Caballos libres bebiendo agua en Doñana / Foto: Canva
Caballos libres bebiendo agua en Doñana / Foto: Canva

La actividad humana está dejando una huella imborrable e irrecuperable en Doñana. La sobrecarga ganadera en la zona de parque nacional está provocando la destrucción de hábitat para las aves acuáticas reproductoras, ya que las reses aplastan nidos, remueven tierras y acaban por provocar la pérdida de puestas. Paralelamente, la quema de carrizales en la marisma transformada destruyen hábitats de especies como el aguilucho lagunero

Los agricultores de la zona están abandonando el cultivo de arroz, que tradicionalmente ha sido una zona de refugio para aves acuáticas. Además en algunos arrozales aún se practica la caza ilegal en calamones bajo el pretexto que son nocivos para la explotación. Una caza ilegal y furtiva que se extiende por toda la zona, con cazadores que disparan indiscriminadamente a fochas comunes y morunas, siendo esta última una especie en peligro de extinción. Lo mismo sucede con disparos a cerceta pardilla o porrón pardo, patos gravemente amenazados. No todo es culpa de los humanos, los jabalíes, los zorros y los perros también provocan destrozos y alteraciones en la cría de aves.

Romerías y cambio climático

Y no podemos obviar la presión que ejercen el paso de miles de romeros a lo largo de todo el año, no solo en la Romería del Rocío. No es la principal causa de pérdida de biodiversidad en Doñana, pero sí que es un grave problema de generación de residuos en zonas de parque nacional, y de molestias a las aves, especialmente en época reproductora. El tráfico de vehículos, con acumulaciones de cinco carriles repletos de coches por las dunas, es otra de las barbaridades que se dan. 

Y claro está, el cambio climático también amenaza. El régimen de precipitaciones ha sido escaso en los últimos años, y ha contribuido a poner aún más de relieve todo el conjunto de sus amenazas y problemáticas. Sin agua no hay agricultura para regar, se seca el acuífero, se secan las lagunas y las aves no se reproducen. Y así en un bucle que parecía sin fin hasta que, por fin, el grito de alarma es ya imparable.

Doñana no volverá a ser como antes

Pájaro en la playa del Parque Nacional de Doñana / Foto: Canva
Pájaro en la playa del Parque Nacional de Doñana / Foto: Canva

Con todos estos factores causales, desde SEO/Birdlife arrojan unos datos espeluznantes: “Entre 2019 y 2022, las poblaciones de aves acuáticas reproductoras en Doñana han sufrido el mayor desplome desde que es parque nacional. Ahora mismo, el número de ejemplares invernantes podría estar por debajo de los 90.000, siendo la cifra más baja en 40 años”, comenta Carlos Dávila, responsable de la oficina técnica de SEO/Birdlife en Doñana.

Especies antes abundantes como la pagaza piconegra han pasado de cifras que superan las 1.000 parejas a principios de siglo XXI a reproducirse tan solo dos años de los últimos nueve. También había más de 1.000 parejas de charrancito común y el año pasado no se pasaron de las 20. 

Los datos arrojados por SEO/Birdlife, la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, son cifras neutrales que ponen luz a una situación insostenible para un espacio único en el sur de Europa, vital para el paso migratorio, hibernada y reproducción de miles de aves y que ahora mismo solo podemos asegurar que no volverá a ser lo que era. Sabiendo eso, y que no se va a poder recuperar lo perdido, el futuro de Doñana, en parte, depende de nosotros.