Florencia es sin duda una de las ciudades más bellas de Europa. Capital de la Toscana y cuna del Renacimiento, ofrece maravillas como la Galería de los Uffici, el Palacio Vecchio o la Catedral de Santa María del Fiore, cuya imponente presencia dio origen al Síndrome de Stendhal. Resulta inevitable sentir asombro al girar una esquina y encontrarse de golpe con la catedral, sin importar cuántas veces se haya visitado la ciudad ni la multitud de turistas que la rodeen.
Sus calles y palacios han inspirado a Rafael, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Dante, Maquiavelo, Giotto o Piero de la Francesca, pero esta ciudad toscana también ha escrito algunas páginas de la historia de la coctelería. Florencia vio nacer el negroni en 1919 y es posiblemente la ciudad de Italia donde mejor se bebe en este momento.

Desde 2016, año en que Paola Mencarelli organizó la primera Florence Cocktail Week, la oferta de la ciudad ha cambiado radicalmente. Con poco más de 360.000 habitantes, pero más de 15 millones de turistas al año, Florencia cuenta hoy con una gran cantidad de coctelerías, bares de hotel y restaurantes con buenas barras.
La hora del aperitivo: en la Plaza de la República
En Florencia es imprescindible dejarse llevar por la tradición del aperitivo, que en Italia tiene lugar antes de cenar, entre las 6 y las 9 de la noche. Estos pequeños bocados, que sirven para abrir el apetito y socializar, se acompañan habitualmente con clásicos como el spritz, el americano, el negroni o el dry Martini.
La Plaza de la República alberga algunos de los bares históricos de la ciudad como el Caffè Concerto Paszkowski o el Caffè Gilli 1733, cuyas barras sirven espressos y pastelería por las mañanas, aperitivos por las tardes y coctelería de autor por las noches de forma impecable.

El Caffè Gilli 1733 ha sido punto de encuentro tanto para intelectuales como para la alta sociedad desde el siglo XIX. Su elegante decoración de madera y mármol evoca épocas pasadas y crea el ambiente perfecto para saborear su refinada pastelería. Su vecino, el Caffè Concerto Paszkowski, tiene más de 100 años y una decoración similar. Sorprende su firme apuesta por la coctelería de autor de la mano de Lucca Manni, con una carta de clásicos reinventados que se inspiran en personalidades que han visitado su bar. Te recomiendo empezar el aperitivo o el brunch con su excelente y cremoso Garibaldi (Campari y zumo de naranja natural), ya sea acodado en su barra clásica o en la terraza que mira al famoso carrousel.
Otro edificio emblemático de la plaza es el Hotel Savoy. Este hotel de 5 estrellas ha estrenado este año su coctelería, que rinde tributo a Artemisia Gentileschi, una de las pocas pintoras del siglo XVI que han pasado a la historia. El Bar Artemisia es pequeño y acogedor, sus cuatro paredes se decoran con un divertido fresco que adapta cuadros renacentistas a los tiempos modernos. Detrás de la carta se encuentra "el Maestro" Salvatore Calabrese —a quien entrevistamos recientemente—y su equipo londinense, así que es el sitio perfecto para tomarse un dry Martini o en su lugar, su Artemisia Martini, con Vodka Altamura, Acqua Bianca, licor de tomate y vermut seco.
El templo del negroni
A cuatro minutos andando de la plaza de la República, en la esquina de la Via Tornabuoni con la Via della Spada, encontramos una placa que marca el lugar exacto donde el Conde Negroni cambió nuestras vidas (y las de Campari). Hace dos años el mítico bar florentino donde se mezcló por primera vez ginebra, vermut y Campari a partes iguales, renació con el nombre de Giacosa 1815 a tan solo unos metros.

Con vocación de convertirse en el templo del negroni, su carta propone variaciones de la receta clásica como el cardinale, con incienso, o el Cham-on!, un twist del white negroni. La decoración en madera oscura, bronce y terciopelo azul marino crea un ambiente elegante, atemporal y sofisticado; los arquitectos se basaron en fotografías antiguas del local para evocar su atmósfera desde lo contemporáneo. Si te asomas a sus ventanales, no podrás evitar entrar.
El universo Gucci (también en cócteles)
Ya en la Plaza de la Señoría, encontramos el fabuloso Gucci Giardino 25, frente a la Osteria Gucci de Massimo Bottura y el Palazzo Gucci, que alberga el museo de la firma. Los tres son una celebración del joie de vivre y el ethos de la marca de moda italiana. La coctelería, capitaneada por Martina Bonci, es el sitio ideal para tomar el brunch tanto en su terraza, que es un oasis en medio del gentío que recorre la plaza a todas horas, como en su elegante interior.

Los trajes de los bartenders y la vajilla son de Gucci y sus deliciosos platillos evocan reconocibles sabores mediterráneos a través de ingredientes icónicos de la gastronomía toscana. Sus cócteles son luminosos, elegantes y disfrutones. Su signature cocktail se llama Mémoire di Negroni y mezcla bitter bianco Luxardo, Martini Reserva Ambrato, ginebra, yuzu sake, bitter de pomelo y flor de clitoria, que le da un vibrante color morado, símbolo de la ciudad. El cóctel puede comprarse allí en botellas de medio litro como souvenir. Cuentan además con una carta de cócteles de autor de temporada que va cambiando.
Cena y cócteles
En la ciudad, cada vez hay más restaurantes que cuentan con una excelente carta de coctelería. Uno de los más sorprendentes es Il gusto di Xinge, un restaurante chino como nunca has visto uno igual: hipnóticas paredes naranjas con lámparas y sillas azul cobalto y platos que parecen salidos de un museo. Detrás de este local está Xin Ge Liu, que llegó a Florencia desde China para estudiar moda.

Tras licenciarse, la gastronomía se cruzó en su camino y ahora es una de las chefs de referencia en Italia. Sus dim sums y baos reinventados y emplatados cuidadosamente conviven con una carta de coctelería única. Té matcha, sake, katsuobushi, sakura y baijiu se combinan con ingredientes italianos como la alcachofa, la genciana o la trufa, todo arropado con unas presentaciones y decoraciones de alta costura. Está a 12 minutos andando desde la estación de tren de Santa María Novella, pero la experiencia merece el paseo.
En la cuna de la moda italiana, no podían faltar dos espacios imprescindibles para ver y dejarse ver: La Menagère y Santa Cocktail Club. La Menagère es un espacio que combina una tienda de cosas bonitas, con un bistró, una zona para tomar un té y una coctelería. Tienes diferentes espacios según el momento del día o tu estado de ánimo y el equipo te hará sentir como en casa.
Por su parte, Santa Cocktail Club se encuentra en la plaza de Santa Maria Novella en los bajos del hotel del mismo nombre. Su bar manager, Simone Covan, y su jefa de sala, Klaudia Sulejmani, han creado una gran experiencia que llena su terraza cada día de joven clientela local. Su carta de coctelería se muestra en un iPad con un diseño impecable y propone gran abanico de sabores y estilos.

Su versión más experimental la ofrecen en una nueva coctelería que el grupo ha abierto junto al río Arno, Fede CocktailLab, en cuyo laboratorio desarrollan ingredientes y nuevas ideas. La preciosa decoración, obra del Studio Benaim, deja que el cliente vea las tripas del laboratorio a través de una gran cristalera, mientras disfruta tragos como el Porcini o el Cenere.
Un palacio en 50 Best
Locale Firenze ocupa, desde hace pocos días, el puesto #22 en la lista de los The World’s 50 Best Bars —subiendo desde el #36—. La decoración de sus diferentes estancias, distribuidas en dos pisos, revela la historia del antiguo Palazzo Concini, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. En la planta baja, aún pueden verse las salas que ocupaban los criados y la antigua cocina de 1200, así como los arcos pertenecientes a las murallas romanas que jalonan la bodega. La planta calle conserva frescos encargados por Francesco Guiseppe de Medici en 1732.

La entrada, que era un paso de carruajes en el siglo XVI, es ahora la coctelería, donde cada noche se convierte en una fiesta. Su nuevo chef Simone Caponnetto ha creado una oferta gastronómica que conjuga raíces toscanas, técnicas experimentales y una estética de fun dining sofisticado. Por su parte, Fabio Fanni y Alessandro Mengoni han creado una propuesta de coctelería de temporada que sorprende por su complejidad en un local de volumen con música y juerga hasta bien entrada la noche. Su general manager, Faramarz Poosty, ha conseguido encontrar en Locale Firenze el difícil equilibro entre historia, gastronomía, innovación, sabor y máxima diversión.
Coctelerías ocultas
Al otro lado del río Arno, en una localización secreta en el barrio de Santo Spirito, se encuentra Rasputín. Se accede haciendo una reserva en su web, lo que te da acceso a la dirección exacta del local. En un subterráneo de techos abovedados y luz tenue te espera una selección de 150 whiskies y 28 cócteles de temporada. El tiempo transcurre allí a otro ritmo y la conversación prende con facilidad.

De vuelta al centro, los bartenders de Manifattura te recibirán con sus batas blancas de laboratorio y un botellero compuesto únicamente por productos italianos. Los cócteles tienen nombres divertidos y evocadores, pero la propuesta que hay detrás es muy sólida y merece una visita. Prueba su Stop bajón con ron italiano, sirope de cúrcuma y osmanto y zumo de lima.
Por último, el lujoso hotel Four Seasons de Florencia, que tiene el jardín privado más grande de la ciudad entre sus muros, guarda en su interior dos bares que merece la pena visitar: el Atrium Bar y el recién abierto Bar Berni. Al primero se accede a través del lobby y ofrece elegancia y lujo del máximo nivel pero con un staff muy acogedor. El dry Martini congelado con nitrógeno líquido de su head bartender Edoardo Sandri ganó el premio al mejor de Italia otorgado por la guía BlueBlazerR.
El Bar Berni está algo más escondido, en la otra punta del hotel, así que su acceso más directo es por una pequeña puerta en la calle Gino Capponi. Solo tienes que decirle a los porteros dónde vas y un magnífico jardín se abrirá ante tus ojos. Sus cócteles, inspirados en las islas italianas, son deliciosos. Pide el Superiore (con vermut 9diDante Purgatorio, soda con arroz tostado, whisky escocés y alga dulse) o el Pianosa (con whisky Black Label, vermut Mancino seco, pedro ximénez y bitter de naranja). El lujo era esto.