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Dónde comer

8 rincones espectaculares de Asturias para un picnic en plena naturaleza

Pequeñas áreas recreativas con merenderos y rincones con encanto con vistas panorámicas, para picnics a un paso del Cantábrico o en pleno monte, sin multitudes y fácil acceso

5 minutos

Detalle de una sidra compartida en la mesa de un merendero o área recreativa en Asturias / Foto: Javier Llavona

Asturias es un Paraíso Natural que brinda pequeños refugios donde conectar con la naturaleza y el entorno. Por ello, siempre es buena idea regalarse un picnic con vistas al Cantábrico, en aldeas indianas o frente piscinas fluviales donde, quizás un trasgu o xana –seres de la mitología astur– aparezcan. ¿Las estrellas? Estas las pone el cielo. 

Seleccionamos ocho rincones únicos donde disfrutar de platos caseros o productos de la zona con las mejores vistas posibles. Lugares donde descansar, disfrutar, pasear, echar una partida de mus o jugar al aire libre. Es hora salir, el Edén nos espera.

Moniello, caída libre hacia el Cantábrico

Mesas en el área recreativa de Moniello / Foto: Turismo de Asturias

Aunque en el entorno podemos disfrutar de varios bares y chiringuitos con icónicas panorámicas, nada como saborear unas tortillas con huevos de aldea o un buen embutido de Tineo en alguna de las mesas de madera que parecen caer al Cantábrico. Esta área recreativa es muy frecuentada por familias y senderistas que realizan el camino entre Luanco y Bañugues. / Cómo llegar: Una vez en Luanco, se toma una carretera a la izquierda que lleva a la Playa de Moniello y allí está el área

Llumeres, entre cachitos de hierro

Antiguo embarcadero de Llumeres / Foto: Javier Llavona

La zona del Cabo Peñas, el punto más septentrional del Principado, salvaguarda rincones que parecen anclados en el pasado. La pequeña área recreativa de Llumeres es un buen ejemplo. Ubicado en lo alto de una loma, tiene unas vistas de infarto hacia lo que fue la antigua explotación minera. En la playa, el azul eléctrico del Cantábrico juguetea con los bermejos y escarlatas de los óxidos de hierro. El viejo embarcadero, además, hace volar la imaginación del viajero más curioso. / Cómo llegar: En la carretera Luanco-Cabo Peñas, en el km.3, pasado Bañugues, a la derecha de la carretera, bajando.

Cabo Busto, soledad entre maizales

El maestro pastelero Jhonatan G. Ovalle al borde de los acantilados de Luarca. Foto: Jhonatan O. Valle

Aunque la localidad de Busto se ha hecho muy conocida por su pastelería, aún es posible encontrar rincones llenos de magia e ideales para disfrutar de las creaciones de Ovalle. De camino a su icónico faro, y entre campos de maizales que parecen acariciar el cielo, varias mesas invitan al viajero a rendirse a la soledad del Cantábrico. El aroma a salitre y la fresca brisa harán el resto. / Cómo llegar: En la carretera de Busto al Faro, junto a la zona de aparcamiento.

Alevia, los otros Picos de Europa

Unión del Cares con el Deva desde Alevia / Foto: Guillermo Álvarez

Hay unos Picos de Europa vírgenes; al menos, alejados del turismo masivo. Entre simas que superan el kilómetro y medio de profundidad, pueblos perdidos donde acaba la carretera o lagos escondidos de intenso azul turquesa, el pequeño pueblo de Alevia es un soplo de aire fresco a una oferta turística masificada. 

Desde la lejanía, el campanario de la ermita se vislumbra como un faro de piedra entre paredes de caliza. A sus pies, la pequeña edificación acoge un mirador con vistas a los ríos Cares y Deva, que se funden en un mismo ser en este punto; símil del hermanamiento de los pueblos cántabros y asturianos. No dejen de recorrer el pueblo, sus casonas de arquitectura indiana de estilo colonial de quienes se fueron a hacer las Américas les sorprenderán. Cómo llegar: el mirador se encuentra junto a la ermita, señalizada en el pueblo de Alevia.

La Pesanca, boca del infierno

Merendero en La Pesanca / Foto: Turismo de Asturias

Piense en Asturias, ¿a qué le recuerda? Densos bosques y humedad que satura el ambiente. ¡Bingo! La Pesanca, en Piloña, es uno de los rincones más visitados en el otoño asturiano. Acercarse en plena temporada regala un variado juego de amarillos y ocres que parece pintado por el mejor de los artistas. 

Regalarse una escapada hasta aquí valdrá la pena. Además, durante el verano se instala un pequeño food-truck con cerveza artesanal, así como bocatas de cordero xaldu. Y si por aquello del calor fuese, La Pesanca cuenta con una bucólica poza con cascada que es toda una declaración de intenciones / Cómo llegar: Desde Infiesto, sigue la PI-4 unos 10 km tras atravesar los pueblos de Espinaredo y Riofabar.

Sollovio, fresnos y piscina fluvial

La piscina fluvial de Illas / Foto: Guillermo Álvarez

Otro de los rincones más desconocidos es el área fluvial de Sollovio, en Illas. Con gestión pública-privada (1,5€ la entrada), se puede disfrutar de una piscina fluvial cerca de un merendero, sombra de abedules y fresnos, y servicio de cafetería al lado de un molino restaurado. También cuenta con un pequeño parque infantil, ideal para familias. Desde aquí parten algunas de las rutas más bonitas de Asturias, como la de los molinos de Illas o el pico Gorfolí. 

Además, Illas es tierra de quesos y embutidos. El famoso La Peral tiene un rival algo más desconocido como el queso fresco Gorfolí. Terminar el picnic con una sabrosa longaniza de Avilés siempre será buena opción. Cómo llegar: Desde la iglesia, transitar un camino de unos 200 metros que lleva directamente al área recreativa.

Los Arrudos, la simplicidad de lo cotidiano

La Fontona, en la ruta de los Arrudos, en Caleao / Foto: Twitter Ayto. Caso

A veces, lo más puro es lo más cotidiano. El área recreativa de Los Arrudos cuenta con varios puestos perfectos para dejar nuestra canastilla, así como un par de barbacoas (siempre con máximo cuidado), donde disfrutar del pulmón que es el Parque Natural de Redes

Sencillo, como si no quisiera destacar, porque el entorno abruma. Las casitas de la cercana aldea de Caleao son pequeños puntos de colores en una estampa de postal donde los castaños se preparan para el otoño. A nuestra espalda, las cabañas dispersas muestran que la mano del ser humano ha llegado a un territorio nómada, donde los urogallos, venados y osos son los reyes. / Cómo llegar: un poco antes de llegar al pueblo de Caleao, por una pista que sale a la izquierda de la carretera.

El Arañón, entre faros y buques

A orillas de Zelúan / Foto: Wikiloc

Existe otra ría de Avilés lejos de graneleros y cruceros. El Monumento Natural de la charca de Zelúan y la ensenada de Lloredo son un vergel que contrasta con el día a día del puerto. Al albor de la jornada, es posible reconocer algunas aves que anidan por la zona, como el ruiseñor o el mirlo acuático. Al atardecer, el faro de Nieva ilumina el espíritu marinero. 

Es posible cobijarse de los envites de la ría en la pequeña área del entorno de El Arañón. Este brazo de tierra que parece impedir la llegada de los buques es muestra de que, solo a ojos del viajero más curioso es posible encontrar rincones llenos de magia.

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