En realidad a Ayuso no le gusta la fruta

COLUMNA | En la última legislatura la alimentación también se ha convertido en un asunto de izquierdas y derechas. ¿Todo vale para llevarle la contraria al Gobierno?

Iker Morán, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista

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Cesta de fruta e Isabel Díaz Ayuso / Foto: Canva y Facebook / Hule y Mantel
Cesta de fruta e Isabel Díaz Ayuso / Foto: Canva y Facebook / Hule y Mantel

Leo que a la Puerta del Sol, sede de la Comunidad de Madrid, han llegado estos días muchas cestas de fruta dirigidas a Isabel Díaz Ayuso. Tantas —aseguran algunos medios— que la Presidenta ha decidido reenviar muchas de ellas a residencias que dependen del gobierno autonómico. Mejor ahorrarse el chiste, porque no tiene ninguna gracia.

También hemos visto camisetas reivindicando el amor a la fruta y la bandera. Incluso Nacho Cano le dedicó unas bonitas palabras a Ayuso en medio de su show Malinche para compararla con Isabel la Católica y decir que es la persona que más ha hecho por el vegetarianismo estos últimos años. El polifacético artista y politólogo se maneja tan bien en el terreno del sarcasmo como en el de la música.

'Me gusta la fruta', se escuchaba en las protestas de Ferraz. Comparado con otros lemas usados, sonaba a poesía. El sueño de cualquier nutricionista hecho realidad.

El caso es que la abrupta reacción de la Presidenta madrileña durante la investidura de Pedro Sánchez se ha convertido en un asunto viral. Y alimentario. "Me gusta la fruta", se escuchaba en las protestas de Ferraz. Comparado con otros lemas usado, sonaba a poesía. El sueño de cualquier nutricionista hecho realidad.

Lo más gracioso del asunto de Ayuso es que sospechamos que no le gusta demasiado la fruta. Ni a ella ni a los de su bancada, que si por algo se ha caracterizado los últimos años es por convertir la alimentación también en un asunto de izquierdas y derechas. Por lo visto, recomendar comer sano, apostar por verduras y legumbres o reducir el consumo de carne es de comunistas radicales. Que nadie te diga lo que tienes que comer. Ni a tus hijos.

Por lo visto, recomendar comer sano, apostar por verduras y legumbres o reducir el consumo de carne es de comunistas radicales. Que nadie te diga lo que tienes que comer. Ni a tus hijos.

Por absurdo que suene, algo así ha sido el grito de guerra de algunos durante la última legislatura. Se trataba de llevar la contraria al gobierno y a Alberto Garzón, anterior Ministro de Consumo, en todo. Y si para ello había que reivindicar la carne de macrogranjas, los ultraprocesados o las chocolatinas y chuches, dabe igual.

Todavía en plena pandemia, los menús a base de pizza y comida rápida para los menores de familias vulnerables que se repartían en la Comunidad de Madrid ocuparon muchos titulares. Ayuso no veía nada malo en aquello, por supuesto. Después fueron las críticas a las propuestas de regulación de publicidad de alimentos insanos para menores. Incluyendo aquella ya mítica foto de Ismael Sirio López, responsable de Comunicación Online del Partido Popular, con chocolatinas, zumos y chuches variadas.

Recordar las recomendaciones de la OMS sobre el consumo de carne, señalar el impacto medioambiente de la ganadería intensiva frente a producciones más pequeñas, o la citada regulación de comidas para menores es parte del legado de Garzón al frente del Ministerio de Consumo.

Pese a que se trata de medidas que parecen tener más que ver con la salud y el sentido común, algunos han querido convertirlas en otro campo de batalla del que intentar sacar réditos políticos.

Pese a que se trata de medidas que parecen tener más que ver con la salud y el sentido común, algunos —desde el lado de Ayuso— han querido convertirlas en otro campo de batalla del que intentar sacar réditos políticos y rascar algún que otro voto. Incluso sus socios políticos llegaron a abanderar el derecho de los padres a impedir que sus hijos recibieran en el colegio educación nutricional.

El caso es que el insulto viral de Ayuso convertido en una reivindicación frutera está arrasando entre los suyos. De hecho, si el chiste sigue su recorrido, es posible que las cestas de frutas se conviertan en el regalo navideño de moda en cierto espectro político. O entre hosteleros y cocineros, que ya se sabe que Ayuso tiene muchos fans también entre ellos.

De ser así, hay que reconocer que la Presidenta de Madrid habrá hecho más por la buena alimentación en unos días que Carlos Ríos en años de rialfudismo.

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