Trípoli: el vino de pasto con mayúsculas

Antonio Figuereo Revuelta elabora este vino sanluqueño cargado de pasión y de conocimiento. Un vino de poca producción que nos ha dejado boquiabiertos

Óscar Soneira, autor de Hule y Mantel

Comunicador, sumiller y elaborador de vino

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Botella de vino Trípoli de Antonio Figuereo Revuelta / Foto cedida
Botella de vino Trípoli de Antonio Figuereo Revuelta / Foto cedida

Vengo con vino bajo el brazo y me hace una especial ilusión. Hoy os presento Trípoli, de Don Antonio Figuereo Revuelta. Un vino superlativo de palomino fino. Superlativo porque pocas personas conozco con tanto amor, pasión y conocimiento de la zona, sus vinos, sus bodegas, sus gentes, su pasado y su presente que Antonio. Y he aquí embotellada la gran pasión de Antonio, tanto que la expresión superlativa se queda corta para tanta grandeza en un primer vino

Todo un 'vinazo'

Un sacacorchos que abre una botella de vino / Foto: Canva
Un sacacorchos que abre una botella de vino / Foto: Canva

Trípoli es expresión certera, fina y elegante de un vino de pasto. Vino sanluqueño de excepción. Ha buscado y ha encontrado en el pago de Mahina su nido para crecer. Uno de los grandes pagos de referencia en el Marco de Jerez, donde el terroir marca y mucho. Me puedo poner teórico acerca del pago, del carbonato cálcico de la zona, de las diatomeas, de la presencia marina y del recuerdo a cítricos que suele acompañar a sus vinos. Pero no.

Les voy a hablar de Antonio, un tipo que pese al COVID (es un vino surgido en pandemia) se empecina en hacer un vino, porque esa es su pasión. Y la verdad es que muchas veces el vino solo necesita de eso, pasión. De hecho, es impensable que, sin ella, se llegue a buen puerto. Y es, gracias a ella, que ha encontrado un lugar recóndito donde hacer su vino.

Un vino que nace en el corazón de una media bota (250lt) envinada de amontillado. Por motivos sanitarios y de higienes, el desfangado —la separación de las materias sólidas en suspensión existentes en el mosto, con la finalidad de dejarlo limpio y claro— se hizo más tarde, gracias a ello, el vino quedó más graso, con textura y amplitud. El resultado es un vino concentrado, sápido y muy calcáreo. Al final el vino se embotella “en rama”, esa expresión que define a los vinos del marco de Jerez sin filtrado, los genuinos. 

Como soy de comprobaciones empíricas, he tenido la necesidad de hablar con amigos en común. Restauradores como Javi del restaurante Kiki (Granada) y Felipe del Rías Bajas (Gijón), además de sumilleres que lo han probado como yo. La respuesta es unánime, es un puto vinazo. Disculpen la expresión, pero es lo que hay. En su primera añada nos ha dejado a todos boquiabiertos. Ahora debido a su corta producción (250 botellas) toca esperar la siguiente.

El personaje y la pasión

Copas de vino del Marco de Jerez / Foto: Canva
Copas de vino del Marco de Jerez / Foto: Canva

Durante su paso por Barcelona, Antonio trajo y extendió todo su querer y conocimientos sobre sus grandes amantes: los vinos del Marco de Jerez. Como buen portuense —del Puerto de Santa María (Cádiz)—, fue un embajador único. Nos hemos pasado grandes tardes, noches, mañanas o mediodías de infinitas conversaciones. Ha comido cientos de veces en casa, porque aprovechando que pasaba por aquí “te traigo un par de doraditas…” y vino que caía.

Es mi hermano, no de sangre, pero sí de vida. Este tío, tiene tanto amor por esos vinos, que como si de un mundo de magia y espada se tratara, ha tenido que contener ese pasión en vidrio. Son pocas las botellas, es más, según escribo veo que ya no queda ni una en el mercado. Trípoli es un vino excelso, tras él hay un tipo apasionado, pero con gran conocimiento.

Sabe más el winelover por lover, que por wine. Y esto es lo sucedido. Un estudioso a camino entre académico, un bodeguero más perro que capataz en sus andaduras por las bodegas. En definitiva, un hombre con una visión única repleta de conocimiento y querer, que nos ha dado una alegría inmensa y las que han de llegar.

Puede que alguien piense: "Claro es tu colega, es tu hermano, y ese vino lo publicitas por ello". No. Son muchos los amigos y no hablo de ellos. Esto es serio, muy serio, y este vino bien merece esa seriedad, no quiero que el amor y el cariño por Antonio desvirtúe algo único: Trípoli, el vino de pasto con mayúsculas.

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