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Cuatro mujeres y cuatro visiones de la nueva gastronomía de Asturias

Hablamos con Mónica Longo, Jaira Sánchez, Carla Mateo y María Silva, cuatro asturianas que son ejemplo de trayectorias profesionales de éxito en la difícil plaza de la gastronomía

Javier Llavona

Periodista de viajes y gastronomía

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Cuatro mujeres y cuatro visiones de la nueva gastronomía de Asturias / Foto cedida
Cuatro mujeres y cuatro visiones de la nueva gastronomía de Asturias / Foto cedida

Cuatro visiones diferentes de la realidad femenina entre fogones y el mundo de la restauración. A aquella imagen en blanco y negro de la mujer en la cocina, disciplinada y callada, poco queda (por suerte). Empoderadas y emprendedoras, trabajando en ámbitos presuntamente masculinos, Hule & Mantel entrevista a cuatro mujeres del sector de la gastronomía de Asturias sobre la realidad de cocinas y cómo los cuchillos, las estrellas y media Vía Láctea se intentan leer en clave masculina cuando, siempre, el universo gastro ha sido femenino. Las mujeres ya no cocinan, las mujeres facturan. 

Mónica Longo, exMasterChef y hostelera

La cocinera y hostelera Mónica Longo / Foto: Guillermo Álvarez
La cocinera y hostelera Mónica Longo / Foto: Guillermo Álvarez

Su paso por la octava edición del concurso televisivo ha dejado huella en un vasto catálogo de pruebas gastronómicas y experiencias en hostelería. Su carácter divertido no esconde una mujer con las ideas muy claras, empresaria desde muy joven y siempre dispuesta a estar al otro lado de la barra. Aunque se siente "muy orgullosa de ser mujer", dice que la educación tradicional que llevaba a casarse y cuidar de los hijos y del marido "no era para mi".

Esa idea le empujó a viajar a Oviedo, donde compaginó los estudios universitarios con el trabajo en la hostelería, donde conoció a su pareja. "Juntos gestionamos los negocios, hacemos un gran equipo". Su aparición en Masterchef se produjo cuando ya tenía organizada su vida y los hijos eran mayores, un momento en la evolución de cualquier mujer que el lugar común diría que no está para retos.

Pero es justo lo contrario del carácter de Mónica Longo, como ha demostrado a lo largo de su vida. De niña hacía tándem con su hermana en el equipo de fútbol del pueblo, donde todos los demás eran chicos, y hace poco se integró en una peña de mus en la que, no hace falta decirlo, todos eran hombres. "Aunque alguna vez he tenido que oír aquello de 'mujer tenías que ser', siempre he sabido que las mujeres somos capaces de todo".

Desde su punto de vista, algunas cosas están cambiando en el mundo de la alta gastronomía, donde nunca han sido reconocidas a pesar de que fueron las que pasaron los conocimientos a sus hijos y nietos. El caso de los hermanos Roca, que admiran públicamente la labor de su madres, es esperanzador: "Poco a poco vamos ocupando puestos de dirección, no sólo en cocinas, sino también en otros campos de la gastronomía".

Jaira Sánchez, gestora Embutidos Jesús Pérez

Jaira Sánchez, gestora de Embutidos Jesús Pérez / Foto: Guillermo Álvarez
Jaira Sánchez, gestora de Embutidos Jesús Pérez / Foto: Guillermo Álvarez

Desde la pequeña localidad de Villamayor, en Asturias, la empresa chacinera cuenta con un equipo de producción donde la paridad es una realidad. Y no solo en el ámbito administrativo sino en la producción de callos, ahumados o cocidos. Por supuesto, Jaira Sánchez es una parte fundamental de la logística de esta empresa familiar, desde la recogida de pedidos a su distribución.

Su experiencia es satisfactoria, pese a que se trata de un sector aparentemente tan masculinizado. "Ser mujer no ha supuesto ningún cambio ni tener que hacer algo diferente: me siento totalmente integrada sin ningun tipo de discriminación".

Esa virilidad de la industria cárnica es más una imagen del pasado que una realidad actual. "Hay muchas mujeres en la industria cárnica asturiana en la actualidad. Aquí mismo, hay varias compañeras en producción tanto en el turno de mañanas como de tardes. En la empresa hay paridad."

Desde su punto de vista, esa es una de las razones por las que en su empresa hay un ambiente tranquilo y estable. "Todos los trabajadores estamos en las mismas condiciones, sin distinción". 

Carla Mateo, propietaria de El Círculo

Carla Mateo del restaurante El Círculo / Foto cedida
Carla Mateo del restaurante El Círculo / Foto cedida

Politóloga y con uno de los proyectos gastronómicos más ambiciosos de Avilés. Desde el corazón del casco histórico de la Villa del Adelantado, Carla Mateo responde a las preguntas de Hule & Mantel días antes de dar a conocer el nuevo menú degustación Río verde junto al chef Javier Rico

"Regentar el restaurante es una satisfacción absoluta, pues es un proyecto que Javier y yo desarrollamos desde cero con mucho entusiasmo, esfuerzo y sacrificio; y a día de hoy es un orgullo", dice Carla Mateo. Aunque durante su paso por la universidad y en épocas posteriores trabajó en otros ámbitos, hoy no cambiaría su trabajo por ningún empleo relacionado con los estudios.

Nunca se ha sentido discriminada por los clientes, y si alguna vez han manifestado sorpresa al ver la soltura con que gobierna el local cree que nunca fue por ser mujer, sino en todo caso por su juventud. "Puede que a alguien le chocara que yo fuese jefa de sala y propietaria, pero es que cuando empezamos apenas tenía 22 años".

Considera que su restaurante es un establecimiento feminista porque trabajan y tratan de la misma manera a todo el mundo independientemente de su género. Es su concepto de feminismo. "Cada persona ocupa un lugar y tiene una función dentro del restaurante. De hecho, la sala está dirigida por dos mujeres que junto a Javier en cocina tomamos las decisiones en conjunto e igualdad, dándole a las mujeres el lugar, la responsabilidad y los méritos que les corresponden". Recuerda que en toda la restauración cada día hay más mujeres ocupando puestos que hasta ahora les estaban vetados, como el de sumiller, cocinera o jefa de sala. 

María Silva, jefa de producción de Ordum

Maria Silva, jefa de producción de Ordum / Foto cedida
Maria Silva, jefa de producción de Ordum / Foto cedida

Entre sacos de pellets de lúpulo, encontramos a María Silva, jefa de producción de las cervezas artesanales Ordum. Los grandes depósitos de acero son testigos mudos del trajín de esta casa en plena eclosión.

María Silva reconoce que trabajar en el sector es "un desafío continuo" que afortunadamente se va superando porque las trabas por cuestiones de género cada vez son más puntuales, incluso en una industria como la cervecera. Prefiere no recordar otras etapas laborales en las que la discriminación era más fuerte. "Hubo momentos de tener que pelear más de lo que sería necesario para conseguir que se me reconociera el valor de mi trabajo", dice.

No obstante, y pese a los prejuicios, afirma que el sector de la cerveza no representa "para nada" un mundo machista. "Quizá no está muy explotado por mujeres pero seguro que cualquier compañera puede desarrollar su labor al mismo nivel que los hombres o, incluso, mejor si es lo que quiere". Personalmente se siente muy satisfecha porque el día a día de su trabajo en una cervecera artesanal es una aventura. "Siempre hay algo nuevo que solucionar, investigar o aprender, y eso es lo bonito de este sector", concluye.