Dónde comer y beber en Tarragona: los mejores bares de barrio

Los bares de barrio tienen una idiosincrasia propia. La revisamos mientras saboreamos raciones y tapas en Torreforta, Campclar, Bonavista, Riuclar y Sant Pere i Sant Pau

Txaber Allué, "El Cocinero Fiel", autor de Hule y Mantel

Comunicador gastronómico

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Ensaladilla del Bar Los Hermanos / Foto: Txaber Allué / Dónde comer y beber en Tarragona: los mejores bares de barrio
Ensaladilla del Bar Los Hermanos / Foto: Txaber Allué / Dónde comer y beber en Tarragona: los mejores bares de barrio

Bravas, ensaladilla, chipirones, albóndigas con tomate, sepia con alioli, boquerones en vinagre… No sigo porque empiezo a hiperventilar. Siempre en ración, en Tarragona no tenemos cultura de tapeo, aunque podemos pedir media, incluso un cuarto de ración. Especialmente en los barrios de la periferia. El desarrollo urbanístico de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX, consecuencia de la industrialización de la zona y del boom turístico, fue un auténtico desastre. Los barrios crecieron alejados del centro, junto a polígonos industriales y con barreras naturales infranqueables. Han quedado segregados para siempre.

La parte positiva es que han desarrollado una identidad propia. Que nadie se confunda, es Tarragona, tan auténtica como la más céntrica, pero con sus idiosincrasias. Catalanes, andaluces, extremeños, castellanos, valencianos y aragoneses llegaron en masa y en un breve intervalo de tiempo. La cosa no se quedó ahí, han seguido atrayendo gente, cada vez de orígenes más diversos. Eso y su relativo aislamiento es lo que los hace interesantes y por eso vale la pena conocerlos. Lo único que diría es que está muy bien que se sirvan unos callos de escándalo, pero echo de menos una buena capipota, incluso agradecería una mediocre.

Bares con identidad

Los bares, los auténticos, los que tienen algo que los hace únicos, genuinos, irrepetibles, son un termómetro ideal para conocer una ciudad, un barrio, incluso una calle. La mayoría responde a los gustos de los vecinos, solo algunos son capaces de moldearlos, creando platos nuevos o dando un toque original a los clásicos. Eso los convierte en mecas, en imanes irresistibles para todo aquel con una mínima curiosidad gastronómica. Sería un error quedarse solo con la generosidad de una ración o la calidad de una salsa brava. La gente, a uno y otro lado de la barra, es lo que dota de identidad a un bar, generando una atmósfera especial.

Cuando entras, unas veces te sientes acogido y otras como un marciano. Hay que darse tiempo, agitarse esa rareza preliminar. Pidiéndote una caña y sentándote unos minutos en la barra se te pasa todo. La mayoría de los clientes vamos a los bares a socializar. Es bastante habitual que, en momentos determinados, todo el bar esté en una misma conversación, opinando de cualquier cosa, como si fuera lo más importante del mundo, a sabiendas de su intrascendencia. Esta es una invitación a participar en la conversación, mientras disfrutas de un buen plato de callos o de una sepia con alioli, en alguno de los bares de barrio de Tarragona.

En Torreforta: La Rosa

Callos y ensaladilla del Bar La Rosa / Foto: Txaber Allué
Callos y ensaladilla del Bar La Rosa / Foto: Txaber Allué

Aunque el Solete Repsol luce fresco en la fachada, los galones del Bar La Rosa vienen de lejos. Nació con el barrio, hace más de 50 años y lo ha visto crecer y cambiar, mientras en su cocina, la ensaladilla, las albóndigas con tomate y, sobre todo, los callos, suculentos, jugosos y gelatinosos, han sido una deliciosa constante. Jesús, tras la barra, apoyado en la pared durante los escasos segundos en los que los clientes le dan un respiro, cruza los brazos y comenta que es de Torreforta, lo ha sido toda la vida y, si pudiera, pediría que le enterrasen en el barrio. De hecho, su mundo es mucho más reducido. Vive sobre el bar, así que sus días transcurren en unos metros cuadrados. Desde hace un tiempo, descansa los domingos y algún desagradecido se lo echará en cara.

Esta generación del sacrificio no tiene relevo y es lo más comprensible del mundo, ¿quién está dispuesto a ver pasar sus días tras una barra, con jornadas eternas y dificultades constantes? Disfrutémoslo mientras dure y mostremos siempre nuestro agradecimiento. Si eres de callos, se te dibujará una sonrisa involuntaria tras probarlos y esa experiencia vale su peso en oro. También hay que probar sus albóndigas y, como no, su ensaladilla. Qué estoy diciendo, hay que probarlo todo. Y, ya que estás en el barrio, pásate por su mercado. Inaugurado en 1982, es otro de esos termómetros gastronómicos que te permiten conocer mejor una ciudad y a su gente. // Bar La Rosa. c/de l'Ebre, 9, 43006 Tarragona. Tel.: 977 551 520

En Campclar: Aquí te Espero 

Fachada del bar Aquí te Espero y su ensaladilla rusa / Foto: Txaber Allué
Fachada del bar Aquí te Espero y su ensaladilla rusa / Foto: Txaber Allué

Cuando entras a un bar de barrio, siempre tienes la sensación de que eres un intruso. Allí todo el mundo se conoce y se sabe de sobra su papel. Están los de barra, que beben lentamente y están siempre atentos a cualquier detalle que pueda romper la rutina. Los introvertidos, sentados en una mesa, en la esquina más alejada, saboreando la ensaladilla con la mirada fajada en el móvil. También los que van de líderes de opinión, que podrían protagonizar uno de los vídeos de Pantomima Full y que, de vez en cuando, deben ser moderados por el propietario del bar. El de la máquina, que encadenaría cigarrillos si no estuviera prohibido, mientras interviene ocasionalmente en la conversación. Los desayunos y las comidas son para los trabajadores. Los jubilados abundan entre horas. Casi todo hombres, hablando de fútbol, política, del huerto o del último de sus achaques que justifica la cerveza sin alcohol.

Abierto a diario de 7.30 a 23 horas, el Aquí te Espero no es de barra, puedes acercarte a pedir, pero no hay taburetes y enseguida te invitan a acomodarte en las mesas del interior o en la terraza. El servicio es rápido y siempre acompañan la caña con algo de picar. La mayoría sabe lo que quiere y no duda ni un segundo. Sirven frituras, sepia a la plancha, tortilla de camarones, buñuelos de bacalao, montaditos, pincho moruno, cazón en adobo y un largo etcétera. Tienen mucho éxito sus bravas, pero a mi me gusta especialmente la ensaladilla, con pocos ingredientes, patata, atún, huevo duro, aceitunas y mayonesa, más que suficiente. // Aquí te Espero. c/Riu Anoia, 8, 43006 Tarragona. Tel.: 977 074 048

En Bonavista: Bar Lucena

La ensalada de boquerones y la asadura del Bar Lucena / Foto: Txaber Allué
La ensalada de boquerones y la asadura del Bar Lucena / Foto: Txaber Allué

Probablemente el barrio con más bares interesantes por metro cuadrado. Para pasarse todo un día de bar en bar, con tranquilidad, disfrutando de sus diferentes especialidades. Como experiencia gastronómica, mejor un domingo, tras visitar el mercadillo abierto. Enorme, diverso, interesantísimo todo, tanto las paradas como la gente. Siempre con ambientazo. Y claro, ese ambiente se traslada al Lucena desde primera hora. Si uno no es de hacer colas, entonces mejor un mediodía entre semana.

Al mando Pedro, llegado al barrio con cuatro años, lleva desde 1991 tras la barra, casi nada. En mi última visita, una vez había pedido, saqué la cámara y eso despertó el interés de varios clientes que enseguida se acercaron a explicarme las bondades del Lucena. Uno hasta me hizo entrar en el lavabo para que comprobase lo limpio que estaba. Otro me contó que había ido al centro de salud a Tarragona y hasta el médico conocía el bar. Da una idea de lo presente que lo debe tener. Curiosamente, su plato más emblemático es una ensalada con una más que generosa ración de boquerones en vinagre. Los callos, de cerdo, con una buena dosis de comino, también son muy ricos, como las bravas, la sepia a la plancha o, más interesante, la asadura. // Bar Lucena. c/Cinc, 52, 43100 Tarragona. Tel.: 977 551 017

En Riu Clar: Bar-Restaurante 3JJJ

Las bravas y los callos del Bar-Restaurante 3JJJ / Foto: Txaber Allué
Las bravas y los callos del Bar-Restaurante 3JJJ / Foto: Txaber Allué

Nunca espero que me atiendan con una sonrisa. Si no te conocen, nunca es auténtica, es casi histérica, mecánica, siempre forzada. Hay que ser conscientes de que es un día de trabajo más y no sabemos cómo ha empezado, qué tal ha sido la semana o cómo va el año. No sé por qué se espera que la gente que trabaja de cara al público sea siempre la alegría de la huerta. Hay que ser correcto, sin más. Habrá días buenos, otros regulares y, si no son todos iguales, como lo son en las franquicias, habrá unos pocos estratosféricos que harán que todo valga la pena. Hay que asumir que los bares genuinos son diferentes. Si no te sientes cómodo del todo porque no es tal y cómo esperas es porque estás en el lugar equivocado. En los lugares únicos las cosas nunca son como esperas, lo bueno es que en la mayoría de ocasiones son mejores, simplemente tienes que darles su tiempo para entenderlos y así participar de la fiesta. 

El 3JJJ es bar-restaurante, para disfrutar de la experiencia de bar, hay que ir pronto por la mañana o ya por la tarde. Los mediodías son para el menú, que empieza puntualmente a las 12.45 horas, si llegas cinco minutos antes, se te pide paciencia, se está cocinando y debe estar todo en orden antes de empezar el servicio. El comedor es grande y abunda la madera. Su fuerte son los guisos y no hay medias raciones, así que mejor ir acompañado. Cuando uno quiere pasarlo bien, tiene que asumir la parte que le toca. Si vas en busca de fallos, seguro los encuentras. No parece un ejercicio muy inteligente. Lo único intolerable es que te engañen, lo demás, pues te puede gustar más o menos, pero nunca es un drama. // Bar Restaurante 3JJJ. c/B, 7, 43006 Tarragona. Tel.: 977 540 467

En Sant Pere i Sant Pau: Bar Los Hermanos

La sepia con alioli y las bravas del Bar Los Hermanos / Foto: Txaber Allué
La sepia con alioli y las bravas del Bar Los Hermanos / Foto: Txaber Allué

Los estereotipos existen por algo. La teoría evolutiva, que lo explica prácticamente todo, nos dice que son una forma de simplificar la información y facilitar la toma de decisiones en situaciones sociales. Si uno ha salido de la cueva y no se siente amenazado por una tribu rival, puede dejarse de prejuicios y esperar un par de segundos para formarse una opinión. No sé quiénes eran Los Hermanos, ahora la propietaria es de origen chino, la cocinera rumana y las raciones las clásicas de la zona: ensaladilla, chipirones, tortilla de patata, callos… Una pequeña selección la sirven en cuartos, entre ellas, uno de nuestros platos imprescindibles, la sepia con alioli, nunca tan pocos ingredientes dieron tan buen resultado. Los vecinos las disfrutan con afición. El ambiente familiar, con esa informalidad tan bien llevada, hace que te relajes al instante. No tiene ningún sentido ir a un bar en el que no te sientes cómodo, sea por el motivo que sea. // Bar Los Hermanos. Bloc Sant Andreu, 43007 Tarragona. Tel.: 977 113 002

Para acabar, una última reflexión. En 1995 se emitió The Soup Nazi, el sexto episodio de la séptima temporada de la serie Seinfeld. Los protagonistas, Jerry, George, Elaine y Kramer descubren las excepcionales sopas de Yev Kassem, famoso por la rigidez de sus normas, si no se siguen a rajatabla, Yev niega el servicio gritando "¡No hay sopa para ti!". Curiosamente, el episodio está basado en Al Yeganeh, propietario de Soup Kitchen International en Manhattan, conocidísmo por sus excelentes sopas y también por el comportamiento estricto y poco amigable de Yeganeh hacia sus clientes. Igual que perdonamos las excentricidades de grandes artistas, también hay que aprender a admirar, respeter y perdonar ciertas cosas a todo el que lleva la autenticidad por delante. Ahora, para ello la sopa debe ser realmente extraordinaria.