La comida está más de moda que nunca, tanto en la tele como en el cine. Desde los ya un poco cansinos dramas con estrella Michelin de The Bear (Disney+), hasta los problemas de las inmigrantes en las cocinas de Estados Unidos de La Cocina (Filmin), pasando por los documentales de autor como Mugaritz: sin pan ni postre (Movistar Plus+), o el reciente episodio de Chef’s Table: Legends (Netflix) dedicado a José Andrés.
En los últimos años, la gastronomía ha dejado de ser solo excusa estética para convertirse en un ingrediente narrativo. Netflix, en su área de ficción, se ha subido al carro y acaba de estrenar Nonnas, una película que reivindica la cocina de las abuelas italianas en una sociedad polarizada, también en lo gastronómico, donde parece que solo existen hamburguesas o estrellas Michelin.
Vince Vaughn, el protagonista
Dirigida por Stephen Chbosky, director de la magnífica Las ventajas de ser un marginado (2012), Nonnas cuenta con un reparto infalible para este tipo de películas donde el objetivo es pasarlo bien y acabar con una lagrimita y una sonrisa.
Vince Vaughn, en su versión más afable y bonachona, interpreta a un cincuentón en crisis de la mediana edad que, tras la muerte de su madre, encuentra redención en la cocina casera y el afecto de un grupo de abuelas italianas. A su lado tenemos a las verdaderas protagonistas de la película: Susan Sarandon, Lorraine Braco, Talia Shire y Brenda Vaccaro, que están maravillosas.
Aunque los cuatro personajes cumplen estereotipos bastante manidos, la química que tienen entre ellas levanta la película en todos los puntos en los que podría fallar. Funcionan a nivel emocional y a nivel humorístico, y creo que eso es todo lo que se le puede pedir a esta película.
Inspirada en una historia real

Nonnas no es un documental gastronómico de autor ni una película que vaya a triunfar en los Oscars, pero tampoco lo pretende. Es un canto al refugio del hogar, a la sabiduría intergeneracional, a la cocina como herencia. Y eso, en tiempos de reels de Instagram comiendo platos del tamaño de mi cabeza (soy aragonés, tengo buena cabeza) y de críticos gastronómicos que no saben ni freír un huevo, no es poca cosa.
Además está inspirada en una historia real, la de Joe Scaravella y su restaurante Enoteca María, ubicado en Staten Island, Nueva York. Tras perder a su madre, su abuela y su hermana, Scaravella decidió, en 2007, rendirles homenaje abriendo un restaurante donde las cocineras fueran abuelas italianas que preparan platos tradicionales de sus regiones natales.
La comida, por supuesto, es una protagonista más. Las escenas culinarias están rodadas con mimo, detalle y una luz que hacen que quieras ir corriendo al primer restaurante italiano que veas, o pillar el primer vuelo low cost que salga a Bolonia o Sicilia —los piques entre zonas italianas también están en la película—. Sí, estamos ante una comedia romántica en la que tenemos el romance clásico, pero el romance principal es hacia la cocina.
Pero no todo van a ser alabanzas, a la película no le habría venido mal un ligero punto de reivindicación. Porque detrás de cada abuela que cocina con amor también hay una historia de trabajo no remunerado —aunque en la película dejan claro que las cocineras cobran—, de cuidados asumidos por inercia, y de generaciones de mujeres cuyo amor se daba por hecho. La película celebra ese legado, sí, pero lo hace sin cuestionar por qué siempre han sido ellas las que estaban entre fogones mientras otros tomaban decisiones.
En definitiva, que la trama y los giros de guion se ven venir desde el principio, que tiene tópicos italianos e italoamericanos para aburrir, que le falta reivindicación y que hay frases con más azúcar que un cannolo mal hecho, pero la película funciona perfecta para un domingo por la tarde, porque la película, como una buena manta y un buen sofá, te arropa en su sencillez, y además defiende la cocina como legado y como lenguaje universal. Y, para qué nos vamos a engañar, el que ya no tenga abuelas las echará de menos, y el que tenga las llamará para que le preparen un guiso, o, todavía mejor, para cocinar con ellas.