Cuando uno llega a la Finca Can Martí, en Gelida (Alt Penedès, Barcelona), observa como las viñas dibujan el paisaje sobre la montaña de Montserrat, un macizo singular considerado como uno de los más relevantes de Cataluña. Un calificativo que podría aplicarse, a su vez, a lo que representan estas tierras para la familia Torelló, ya que un pergamino de 1395 certifica la adquisición de la finca, el antiguo Mas de la Torrevella, junto a sus campos, viñas, tierras y bosques por parte de Jaume Miquel, antepasado directo por línea materna de la generación actual.
Junto a este documento, la familia atesora un fondo histórico con un total de 117 textos originales, uno de los más ricos del mundo vitivinícola catalán. “Se encuentran testamentos, cartas de pago, contratos de campesinado, confesiones, pleitos, cesiones y otros documentos que no solo acreditan la propiedad y la transmisión de la finca, sino que atestiguan una actividad vitícola continuada desde el siglo XIV. En muchos de estos textos se habla explícitamente de viñas, barricas, lagares, uva y vino, convirtiendo el archivo en un testimonio único de la cultura del vino en el país”, explican desde la bodega.
Desde entonces hasta 1951, año en el que Francesc Torelló elaboró el primer espumoso de calidad y fecha oficial de la fundación de lo que es hoy Torelló Viticultors, los siglos testimonian la evolución de la familia —y el apellido—; la sucesión de periodos de guerra y cambios político-sociales, pero también su permanente vínculo con la tierra y la viña. Todo ello, sin olvidar una figura familiar clave para el territorio, Marc Mir, quien impulsó la replantación de vides en el Penedès tras los estragos de la filoxera.
Actualmente, la vigésimo segunda generación familiar continúa manteniendo el vínculo y compromiso con el territorio de la mano de Ernestina Torelló junto a sus hijos, Paco y Toni de la Rosa.
Una efeméride para celebrar

Este 2025 la bodega está de doble celebración, por un lado, se cumplen 75 años de la producción de su primer espumoso, y, por otro, 630 de historia familiar ligada a la finca Can Martí.
“Este doble aniversario representa mucho más que un hito cronológico: es un reconocimiento a generaciones de viticultores que han cultivado la tierra, perfeccionado los métodos y apostado por la calidad como valor fundamental. Hoy, Torelló es sinónimo de vino espumoso de larga crianza, con una presencia consolidada tanto en el mercado catalán como internacional”, apuntan.
“Hemos hecho una réplica exacta de la primera botella que mi padre lanzó al mercado, que tiene 75 meses de crianza, uno por cada 75 años. Y además, celebramos otro hecho importante: los 630 años de nuestra familia. Yo soy la generación 21, mis hijos la 22. Y está claro que en estas 22 generaciones ha pasado de todo, desde guerras a temporadas estupendas, con épocas felices y otras que no tanto; unas bien económicamente, otras no tanto y hemos sabido llegar hasta hoy. En casa conservamos 117 documentos auténticos, originales de estos 630 años de nuestra familia. Por ellos, ha pasado la vida de Cataluña porque existen documentos en latín, castellano, catalán... se habla de Martí el Humano, de los Trastámara...”, afirma Ernestina Torelló.
El espumoso del 75 aniversario

La botella que homenajea a ese primer espumoso de calidad es el Torelló 75 Aniversario Brut 2018, elaborado con xarel·lo (57%), macabeo (23%) y parellada (20%), “el coupage típico del Penedés”, apunta Paco de la Rosa. Son uvas de las viñas ecológicas de la Finca Can Martí y fueron vendimiadas a mano durante la cosecha de 2018, en el caso de las botellas de 75, y durante 2017 para las magnum.
Como apuntaba Ernestina, el vino ha sido criado durante 75 meses en botella, uno por cada año de historia que se conmemora. “La vendimia estuvo condicionada por tormentas puntuales que requirieron una selección rigurosa tanto en la cepa como en la bodega. Este cuidado se traduce en un vino de equilibrio excepcional entre acidez y grado alcohólico, una cualidad indispensable para los espumosos de larga crianza”, definen desde la bodega.
La edición de este Brut es limitada. “Existen unas 1.600 botellas de 75 y entre 200-300 magnum”, aclara Paco de la Rosa. “Nosotros elaboramos 100% con cosecha propia —a excepción de estos dos últimos años que tuvimos que comprar, a causa de la sequía, unos pocos kilos a viticultores de la zona, cuyas viñas tenemos controladas—. Y eso es muy importante para nosotros. Este estándar de gustos y aromas solo te lo da la viña propia. Nos gusta que nuestro cliente no aprecie que vamos cambiando de añadas y encuentre en nuestras botellas ese estándar”.
El Torelló 75 Aniversario Brut 2018 “es un espumoso con estructura, nervio y persistencia, que se expresa con una elegancia clásica y contemporánea a la vez. En nariz, ofrece aromas golosos y frescos como hinojo, flor silvestre, almendra, arcilla seca, brioche y fruta confitada, con sutiles notas minerales. En boca, destaca por su entrada viva y equilibrada, con un paso ágil y refinado, que combina una gran profundidad aromática con una textura cremosa y una acidez vibrante”, especifican desde Torelló Viticultors.
Y añaden que “esta botella no solo es una celebración del pasado, sino también una declaración de futuro. Simboliza el compromiso de la familia Torelló con la calidad, el respeto por el entorno y la voluntad de seguir elaborando espumosos que sean referentes del Penedès y del mundo”.
Exposición del archivo histórico

Dada la relevancia del fondo histórico documental que la familia atesora, la bodega ha decidido compartirla con el público en una exposición que se organiza en sus cavas. La muestra recoge una selección de los textos más valiosos de su archivo junto con 75 fotografías emblemáticas. “Cada una explica un episodio clave, desde la lucha contra la filoxera hasta la fundación de CORPINNAT”, añaden desde Torelló.
“Más que un ejercicio de erudición, la exposición es un homenaje a la cultura vitivinícola catalana y una invitación a entender por qué, detrás de cada botella Torelló, hay seis siglos de patrimonio vivo”, especifican.
Una finca donde se fomenta la diversidad

Desde la bodega señalan que la Finca Can Martí cuenta actualmente con 135 hectáreas, 80 de viñedo y el resto de bosques, olivos y zonas de biodiversidad. “Se cultivan 11 variedades de uva bajo los criterios de viticultura ecológica certificada por el CCPAE, y se cuida activamente la biodiversidad con cubiertas vegetales, abonos orgánicos, control biológico de plagas, cajas nido para abejas y otras prácticas ambientales”, indican.
La finca es un “pequeño ecosistema natural, con más de 30 especies de aves, mamíferos como el zorro, el tejón o el jabalí, así como reptiles, anfibios e insectos polinizadores”. Una diversidad que “refuerza el compromiso de Torelló con una viticultura que protege el paisaje”.
Bajo la finca, se hallan más de 5.500 m² de cavas subterráneas dedicadas a la crianza de los espumosos. “Hasta dos millones de botellas reposan”, apuntan. En esta superficie se encuentra la Enoteca Torelló, donde se conservan colecciones emblemáticas como el Gran Torelló, Torelló 225, Finca Can Martí y ediciones especiales como la del 75º aniversario. Junto a los espumosos, la bodega elabora vinos tranquilos, blancos y tintos, bajo marcas como Crisalys o Raimonda.
Torelló es, además, miembro fundador de CORPINNAT, una marca colectiva que comenzó en 2018 con el objetivo de distinguir los grandes espumosos elaborados en el corazón del Penedès. Las bodegas que forman parte de esta marca deben seguir unos estrictos requisitos en la elaboración de sus espumosos. Entre ellos, emplear uva 100% ecológica, recolectada a mano y vinificada íntegramente en la propiedad. Aunque sus inicios no fueron fáciles, CORPINNAT se ha consolidado a lo largo del tiempo como una marca de calidad.
La histórica bodega ofrece también actividades enoturísticas en su finca Can Martí, con visitas guiadas, catas, brunch y una innovadora propuesta gastronómica al aire libre llamada Barbequiú; y participa en el Festival Gastronómico CORPINNAT, que se celebra en junio y julio.