10 restaurantes cerca de plaza España y Fira Barcelona fiables, deliciosos y asequibles

La Plaza España de Barcelona es un cruce de caminos desangelado. Pura contradicción. En parte por la aparente carencia de restaurantes y bares que no sean cadenas o baretos sospechosos. Te recomendamos dónde comer o cenar y, además, volver.

Óscar Gómez

Comunicador gastronómico

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Fricandó de raya con miso en Alapar / Foto: Òscar Gómez / 10 restaurantes cerca de plaza España y Fira Barcelona fiables, deliciosos y asequibles
Fricandó de raya con miso en Alapar / Foto: Òscar Gómez / 10 restaurantes cerca de plaza España y Fira Barcelona fiables, deliciosos y asequibles

La Plaza España de Barcelona es un polo turístico y profesional de hechuras tan funcionales como desangeladas. Su gran virtud es pragmática: es la entrada grandilocuente y turística a Montjuic, su montaña mágica da acceso al siempre concurrido recinto de Fira Barcelona; y conecta los barrios de Hostafrancs, Eixample y Poble-sec. Tiene hasta un mirador de 360º para otear cómo la urbe se recorta contra el cielo mediterráneo. ¿Dónde comer en un lugar tan ecléctico y confuso? En su alrededor encontramos restaurantes para todos los bolsillos y apetitos. Mucha franquicia y mucho bareto sospechoso, pero también joyas ocultas muy fiables que merecen más altavoz y a los que volverás.

A pesar de toda esta presión turística y ferial de trashumancia aborregada, se encuentran cocinas de valor y una oferta que cubre toda la pirámide gastronómica. Algunos son restaurantes de alta personalidad, de autor. Otros son establecimientos donde los fogones se entregan a la mejor tradición guisandera catalana. También hay culinarias del mundo, menús e incluso brasas. Todo a 10 minutos paseando. Date una vuelta y huye de las cartas facilonas, mediocres y estandarizadas. Redescubre este cruce de caminos que es Plaza España.

Rebost d’Hostafrancs


Dirección: c/ de Béjar, 33, 08014 Barcelona. Tel. 934 26 98 74 / Precio medio: 15-20 euros 

Civet de jabalí y callos a la catalana en el Rebost d’Hostafrancs. Foto: Òscar Gómez
Civet de jabalí y callos a la catalana en el Rebost d’Hostafrancs. Foto: Òscar Gómez

Yo no sé tú, pero a mí me gusta la punzada repentina de la intuición, la sospecha de que algo bueno va a pasar cuando atravieso por primera vez la puerta de un restaurante. Me pasó en el Rebost d’Hostafrancs, un sábado por la mañana tempranito, entre las 9h y las 10h. Estaba lleno de parroquianos desayunando guisos. Lleno, reventado, a full. Una sala espaciosa y bien iluminada de tonos blancos y morados con la banda sonora que es la suma del rumor de las conversaciones y el desacompasado clinc-clinc del viaje de las cucharas. Clinc del plato al buche y clinc, del buche al plato.

Tripas a la catalana, callos de pura tripa con maravilloso fondo sofrito de cebolla caramelizada y poco, poquísimo, tomate. No faltaba la cálida presencia de los frutos secos que casi siempre encontramos en las picadas, uno de los secretos a voces de la cocina catalana. Civet de jabalí, oscuro, intenso y montaraz. La carne domada a golpe de marinado y cocción nunca será melosa porque apenas tiene grasa la musculatura de las bestias salvajes, gimnastas musculados de sabores punzantes y texturas magras. ¿Y sabes lo que llevan ambos platos guisados? Patatas buenas, pochaditas y sin trazas de haber habitado ningún congelador. En los guisos casi siempre se cumple: con patatas todo mejora, ¿o no?

Cruix


Dirección: Entença, 57 / Tel. 935 25 23 18 / Precio medio: 40-50 euros

Taco de raya con mole de ajo negro y cóctel verde de tequila / Foto: Cruix
Taco de raya con mole de ajo negro y cóctel verde de tequila / Foto: Cruix

Cruix es un restaurante de alta personalidad y platillos desatados. Miquel Pardo cocina con elegancia descomunal y armonía asombrosa. Su brillante capacidad combinatoria destaca en unos platos complejos y estimulantes donde las capas y los matices nunca eclipsan al elemento principal. Es un trabajo de perfumismo palatal. Su taco dorado de raya y tequila verde explica muy bien esta alquímica aplicada con acierto y pasión. Marcan el pescado ya libre de cartílagos y luego elaboran en suquet de marisco. Emplatan con un mole de ajo negro, con huevas de trucha y hojas de cilantro. Acompañan el bocado con un cóctel de pepino, cilantro, limón y tequila. Fantástico.

Todo este talento se reconoce actualmente con la distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin. Platos clásicos del Cruix son los churros de pescado con espuma de alioli o las croquetas de pato Pekín, aderezadas con dos pequeños puntos de salsa kimchi con menta que añaden un interesante matiz fresco, ácido y fermentado. Bravo. También bordan los arroces, por ejemplo el de mollejas con picanha y piparras. Capa fina y punto exacto, Miquel también es de Castellón y se nota. Me gusta su respuesta si le preguntas por su línea: " Somos trabajadores que aman lo que hacen y simplemente lo que buscamos en Cruix es divertir, divertir mucho cuanto más mejor, que la gente se olvide de sus problemas y solo quiera pasarlo bien y terminar con un buen arroz en centro de mesa para que la amistad y el cariño fluya ... Ahí en ese momento que coges la cuchara y rascas el socarrat, por otro lado nuestra cocina trata de mirar la temporada, los productos que ofrece la naturaleza en el momento en que dan lo mejor de sí mismos”

La Nova Farga


Dirección: Calle de Almeria, 31. Tel. 600 59 29 09 / Precio medio: 15-20 euros

Figatell de patata y manzana en La Nova Farga / Foto: Òscar Gómez
Figatell de patata y manzana en La Nova Farga / Foto: Òscar Gómez

La Nova Farga es pura "rauxa", esta palabra catalana de traducción esquiva comprende el significado intermedio entre el desenfreno y el arrebato. Pere Cardona y Ramón Puñet proponen un menú diario de imaginación desbordante tanto por la combinación de los ingredientes de temporada como por los nombres divertidos con los que Ramón bautiza a los platos que escribe cada día en su pizarra.

Los bikinis son de berenjena con bull blanco y un poquito de miel. El resultado es un bocado crujiente y tostado donde la suavidad de la berenjena combina con la untuosidad de este embutido cocido, sutil y algo graso. Los figatells es un plato con origen en las comarcas de la Safor y La Marina Alta de Valencia. Una especie de albondigón con mezcla de carne de cerdo y algo de su hígado que se cocina envuelto en mantellina. Pere lo condimenta con un saludo de canela y pimentón de la Vera, luego acompaña el plato marrano con manzanas y patatas asadas. Gloria y honor. Las botifarras esparracadas, planchadas con la piel reventada para aumentar la cantidad de superficie churruscada y dorada, las sirven con una fresca y divertida mayonesa de higos. El matiz dulce le va de maravilla al bocado marrano. Buenos postres caseros, su flan de turrón me encanta. Cuando es temporada lo combinan con el crocante fresco de la granada. También hacen pudin. Si les preguntas si todo es casero arrugan ligeramente el entrecejo, como se les ofendieras un poco. Me mola esa reacción.

Alapar


Dirección: Lleida, 5 / Tel. 938 87 20 96 / Precio medio: 60-70 euros

Fricandó de raya con miso en Alapar / Foto: Òscar Gómez
Fricandó de raya con miso en Alapar / Foto: Òscar Gómez

Jaume Marambio y Vicky Maccarone ofrecen en Alapar sofisticación y delicadeza. Combinación certera de coquinaria japonesa con alta cocina. Y digo alta cocina porque a pesar de autodefinirse como una izakaya mediterránea o una bodega con visión asiática, cuando uno se enfrenta al arrebatador tsunami de texturas, aromas y sabores que es su codorniz rellena de duxelles, no puede albergar dudas de que está ante un plato de altísima cocina de manual.

La codorniz la traen de Bresse, la deshuesan y la rellenan con las duxelles, preparación que últimamente se vuelve a encontrar en las cartas de los restaurantes refinados. En ella la seta, la cebolla y la mantequilla forman un trío revolutum espectacular y confitado. La codorniz se acompaña de platillos satélite que complementan, suman y siguen: parmentier de patata combinada con jugo de asado y rebanada de pan braseado y pringado de salsa plumífera, profunda y dorada. El bocado del contra muslo, por jugoso y ligeramente elástico, es simplemente extraordinario.

Excelente también el fricandó de raya, porque el fricandó es un concepto aplicable a mucho más que la carne: enharinado, sofrito, setas y guisado. Deliciosa la aportación del miso y su matiz cálido y tostado y el crocante sutil y fresco de la cebolleta laminada. Espectacular. Las gyozas de fricandó, este sí de carne, se acompañan con salsa de limón y jengibre, mejor el fricandó de pescado. El milhojas de trompeta y gamba roja me recordó a los volovanes de mi infancia, pero en versión exuberante y barroca. Disfruté mucho desmontándolo para degustar a golpe de cuchara. Postre divertido con el mochi braseado relleno de chocolate y el corte helado de soja y caramelo. Nuestra compañera Carmen Alcaraz del Blanco publicó la semana de apertura su crítica gastronómica.

Ca L'Anglés


Dirección: Gavà, 20. Tel. 934 31 20 24 / Precio medio: 15-20 euros

Cocinado del guiso de rabo en Ca l’Anglés / Foto: Òscar Gómez
Cocinado del guiso de rabo en Ca l’Anglés / Foto: Òscar Gómez

Carles Anglès lleva más de treinta años cocinando y sirviendo platos y bocadillos en Ca l’Anglès. “De esta generación, somos casi los últimos del barrio” nos cuenta con un pellizco de nostalgia en la mirada. Entre otros guisotes, de sus fogones surgen suculentos pies de cerdo, rabos de toro de oscuros dorados, lentejas impecables y habas a la catalana. No los podemos listar todos porque se nos acaba el internet así que mejor te acercas y los pruebas: este local de barra alta y comedor estrecho tiene solera de barrio, galones otorgados por el tiempo y las horas de fogón acumulado. Marcas intangibles que, de alguna manera, terminan sumando sazón a los bocados. Y luego te pides un hígado a la plancha con patatas y a disfrutar, porque sospecho las razones de que cueste encontrar hígado en las cartas, pero no las comparto. A pesar de su proximidad con Plaça Espanya, la clientela es básicamente local. Ca l’Anglés está en las antípodas del glamur, pero en el epicentro del barrio. Menús de diario a precio ajustado, simpatía, oficio y una voluntad admirable de persistir, de seguir alimentando a diario.

Tandoor


Dirección: Aragó, 8. Tel. 934 253 206 / Precio medio: 40 euros

Pollo marinado con menta en Tandoor / Foto: Òscar Gómez
Pollo marinado con menta en Tandoor / Foto: Òscar Gómez

Tandoor es un restaurante donde Ivan Surinder y familia hacen sobre todo dos cosas muy bien: ejercen de maravilla y rompen clichés. Acercan la cocina popular de la India desde el refinamiento y el confort, sin necesidad de recurrir a la decoración estereotipada y sin renunciar a una identidad visual que apela a las raíces de su tierra natal. Pero lo esencial en Tandoor es su espléndida y delicada cocina de platos suculentos, lógicamente especiados con generosidad.

Ofrecen hasta una docena de currys que incluyen opciones veganas, de pollo, de cordero, de pescado…es un no parar. Otros platos son preparados en el tandoor, este horno vertical que puede alcanzar temperaturas de hast 350ºC. Me seduce especialmente el pollo Murgh Tikka Nakat: un primer marinado con ajo y jengibre ablanda y amansa la fibra del contramuslo, corte ligeramente infiltrado que resulta apropiado y exquisito para ser asado y triunfar. Un segundo marinado en frío con yogur y menta termina la fusión de sabores y esencias. El resultado es dorado, picante, fresco y aromático. Para el momento dulce, samosas de chocolate y cardamomo. Cuando el crujiente milhojas estalla liberando el chocolate especiado es un momento de alta golosidad potenciado a base de contraste térmico con helado de leche de coco. Cremosa suculencia para terminar. 

Pura Brasa Arenas


Dirección: Gran Via de les Corts Catalanes, 373. Tel. 934 23 59 82  / Precio medio: 35-50 euros

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Sala del Pura Brasa Arenas / Foto: Pura Brasa
 

En Pura Brasa se come fantástico, conviene no dejarse (auto)engañar por su ubicación en la planta baja de un centro comercial. Sería una pena que los prejuicios nos alejaran de una propuesta bien perfilada con resultados sabrosos. Aquí la brasa se le saca partido llegando incluso fuera de su zona de confort. La casa madre de Pura Brasa es la conocida marca de hornos Josper, que alimentan con carbón de encina. Estos hornos arrancan a 600ºC, momento que aprovechan para escalibar los vegetales, churruscando su piel y manteniendo el interior terso, pulposo e hidratado. Será cuando la temperatura descienda a 300ºC cuando llegue el momento de las carnes y de los pescados.

Toda la carta se basa en la brasa, empezando por una tortilla de patatas de interior tan cremoso que parece un coulant con el añadido extra del perfume de chorizo y la dulce caricia de cebolla caramelizada. Cuando la cortas, se desparrama cremosamente. La mousse de berenjena es otro plato de locura ahumada y vegetariana. Se termina en mesa con movimientos ágiles y exactos que separan las carnes vegetales hasta convertirlas en una sedosa mousse vegetal. ¿Eres carnívoro? Déjate llevar por los chuletones, hamburguesas, el pollo y la butifarra. Hay de todo en este reino braseado donde todavía nos falta una sorpresa final: para los postres, un xuixo pasado por la brasas, con interior relleno de manzana de Girona asada y un heladito de acompaña, contrasta y refresca el paladar.

Can Lampazas


Dirección: Av. del Paral·lel, 159. Tel. 938 53 89 79  / Precio medio: 45 euros

Caldo gallego servido en vajilla de Sargadelos en Can Lampazas / Foto: Òscar Gómez
Caldo gallego servido en vajilla de Sargadelos en Can Lampazas / Foto: Òscar Gómez

Me gusta encontrar buena coquinaria gallega en Barcelona. A menudo la representación de ésta ha recaído en locales de hechuras modestas, aunque con maneras sabrosas y bien fundamentadas. En Can Lampazas encuentras esa autenticidad gallega, pero en un entorno elegante y sofisticado. Mucha comodidad en su sala enorme, elegante y luminosa. Mesas de madera noble, vestidas de ropa fina y equipadas con vajilla de Sargadelos. En la cocina, con Saúl López al mando, mucha brasa y mucho puchero.

Me enamora particularmente su caldo gallego, suculencia cocida de lacón, grelos, fabas, repollo y unto. Servido en sopera de porcelana, gastronomía golosa para devorar a cucharadas. Y el pan que acompaña, innegociablemente gallego. La parrilla es de tipo vasco, con control vertical de la intensidad de calor y dominio sabio del punto de cocción en las lubinas salvajes o los gruesos lomos de bacalao. Son un espectáculo de pieles tostadas de color caramelo, con un plus de aromas ahumados y esas texturas colágenas delicadamente pegajosas. Cocina canónica de la vaca gallega: chuletón, solomillo o hamburguesa, todos ellos acompañados con excelente patata frita al momento, de la variedad agria. La cocción es literalmente milimétrica, con una capa exterior de dorado intenso y un interior jugoso que puedes pedir muy poco hecho, a rojo fuego. Si eres un moderno al que le gusta el finger-food, regresa al pasado y pídete un trozo de empanada. Para los postres, filloas con miel –también las puedes pedir con chocolate-, o tarta larpeira de la casa.

Spice Bcn


Dirección: Av. del Paral·lel, 184, 08015 Barcelona / Precio medio: 20 euros

Alitas de pollo con la salsa especial de la casa en Spice Bcn / Foto: Spice Bcn
Alitas de pollo con la salsa especial de la casa en Spice Bcn / Foto: Spice Bcn

¿Te gustan las alitas?¿Te gusta el picante? Pues acércate a Spice Bcn y encontrarás la felicidad. La base de su cocina es sudafricana, aunque no renuncian a sazonar y salsear con otros acentos, por ejemplo con especies y condimentos caribeños. El resultado es un dominio completo de los puntos de rebozado, guiso y fritura junto con un descomunal abanico de opciones para escoger el salseado según tengamos el humor…y la tolerancia al picor. 

No solo de alitas salseadas vive en picante-lover, así que tienes también opción de pollo marinado y servido en salsa con arroz, el braai o barbacoa surafricana con pincho de cordero, bistec de ternera y acompañamiento de gachas ‘pap’ y ensalada/salsa picante de vegetales ‘chakalaca’. Para el momento dulce, más Sudáfrica en el paladar: malva pudding con mermelada de albaricoque, crema de vainilla y esponja de caramelo. Terraza de dimensiones generosas, igual te apetece por aquello de disipar un poco el calor, eh.

Petit Pau 


ACTUALIZACIÓN: el restaurante cerró en 2023.  Dirección: c/ Espanya Industrial, 22. Tel. 933 31 32 75 / Precio medio: 50 euros

Espectacular pollo con cigalas en El Petit Pau. Foto: Petit Pau
Espectacular pollo con cigalas en El Petit Pau. Foto: Petit Pau

¿Es este uno de los restaurantes más impredecibles de Barcelona? Sí. Pau Gascó es un cocinero de verso libre. Comprometido con la calidad, sus raíces y su propia licencia gastronómica. Cocina con alta reflexión y un conocimiento profundo y científico, casi enciclopédico, de lo que sucede en cada técnica y en cada proceso. Ofrece menú degustación, con opciones omnívora, vegana y sin gluten. Pau es un sabio juguetón, de quien aún recuerdo cómo nos voló la cabeza con su sopa extrema de cebolla aparentemente quemada.

¿Todo tiene truco y juego en tu cocina? “Todo menos el arroz, el arroz es ortodoxo”. Pau es oriundo de Castellón y allí el arroz es sagrado. Su pollo con cigalas, sacrosanta institución del mar i muntanya ampurdanés, son unas chicken wings de salseado agridulce. Alitas de pollo de payés confitadas durante tres horas en bisqué de cigalas, jugo de rustido, vino blanco y salsa hoisin. Toda esta sustancia se convierte en una glasa compleja, golosa y aromática. ¡Copón! En su menú le da una vuelta al concepto del panellet para convertirlo en un bocado brillante y helado. Prepara una mousse de almendras con limón y amaretto que tras congelación se baña con piñón y manteca de cacao. Se sirve sobre helado de piñón, crema de limón y una pizca de oro. ¿De oro? Le pregunto a Pau, me sorprende el guiño decadente. "Eat the rich" me contesta, es un guasón.

En la diminuta sala –imprescindible reservar- encontramos a Guillermo Bara, Willy para los amigos. Viste uniforme clásico: chaleco, delantal y corbata. Ejerce el traje de armadura caballeresca en el código del bien comer y atender. Culinaria contemporánea y uniformes clásicos. En Petit Pau, salvo en los arrozacos, no se puede dar nunca nada por descontado.

Bonus track:
La Cañota y RíasKRU


Dirección: Calle Lleida 7 (son colindantes) 08004 Barcelona / Precio medio: 35€ en La Cañota, 70€ en RíasKRU

Toro (ventresca) con trufa de RíasKRU y los tacos de cochinillo de La Cañota / Fotos: Instagram
Toro (ventresca) con trufa de RíasKRU y los tacos de cochinillo de La Cañota / Fotos: Instagram

Texto de Carmen Alcaraz del Blanco. Nuestro querido Òscar Gómez es tan incorrupto como el brazo de Santa Teresa, por ello cuando le sugerí que incluyese La Cañota o RíasKRU (porque Rías de Galicia y Espai Kru se han unido, por fin, en una misma carta), se negó por no haberse sentado nunca en sus mesas. Si no ha ido, no escribe, una ética periodística que aplaudimos por rara avis en los tiempos actuales. Sin embargo, desde la redacción sí creímos conveniente añadir a modo de bonus track los establecimientos de los hermanos Iglesias (también responsables de Tickets), porque aunque la pandemia y las crisis acarreadas les ha dado con la mano abierta, la excelencia de sus cocinas se mantiene y se ubican a una calle de plaza España.

En ambos locales siguen recibiendo el mejor producto de Galicia diariamente. Rías es la mejor marisquería de Barcelona: navajas de la playa de Rodas en las Cíes, ligadísimas cocochas al pilpil, rodaballo salvaje en tres formas; y en ningún otro sitio de la ciudad comes los percebes que aquí gastan, de Roncudo en Corne, de Laxe y de Cedeira. Bordan la sopa de pescado, dominan los fondos y en época de lamprea, siempre y cuando esta sea óptima, la presentan a los barceloneses a la bordalesa, claro. Mantel de lino y servilleta como babero. La parte de KRU es donde la fusión manda. La fusión bien entendida. De Normandía a Japón, de Perú a la Costa Brava, de la vanguardia al producto desnudo. Lo inolvidable reside en mezclar ambos conceptos. Para escoger el vino, ves una hora antes porque la carta es del tamaño de sus percebes; o bien déjate aconsejar y cambiar la copa (aquí sí).

Por otro lado, a La Cañota uno va a tapear y a engorilarse. Comparten proveedores con Rías, por lo que la calidad es irreprochable. Carta ecléctica para pedir lo que cuerpo te pida en cada visita. Porque vuelves. Si te estrenas, comienza con una tacita de consomé, costumbre que ya se ha perdido en Barcelona. O bien, y esto es imperativo: sumérgete en su sopa de cebolla, que es una puerta interdimensional a un París que ni tan siquiera conoces. Apuesta fuerte por las gambas de Palamós, las zamburiñas, las navajas, las anchoas y el mollete de calamar con alioli. Cambia de tercio con la zorza, la suave carrillada,la oreja y el chuletón. El arroz no falla, pero su sabor ultraconcentrado no es para los que piden paellas fluorescentes. Y haz un hueco para la piña cocorrón o el lingote de chocolate. Una vez le pregunté al mayor de los hermanos, Juan Carlos, sobre otro restaurante cercano y me indicó la también marisquería El Camarote de Tomás, en el número 3 de la misma calle Lleida. Extrañada, le espeté: "¿me recomiendas a la competencia directa?". Él contestó: "No son la competencia, son mis vecinos". Todo dicho, ¿verdad?

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