Las mejores heladerías de barrio en Barcelona: locales de toda la vida a los que volver este verano

Lejos de las modas y las colas, estas heladerías de la capital catalana siguen ofreciendo lo esencial: buenos helados artesanos, horchata casera y trato familiar

Escritora gastronómica, docente y asesora

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Heladería Horchatería Neva en la calle Casanova (Barcelona) / SIMÓN SÁNCHEZ
Heladería Horchatería Neva en la calle Casanova (Barcelona) / SIMÓN SÁNCHEZ

“¿Sabes lo que hago cuando hace este calor? ¡Guardo mi ropa interior en la nevera!”, dice Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, sofocada en el Nueva York de los años 50. Si viviera hoy, Marilyn tendría 99 años. Y para sobrellevar un verano en Barcelona, probablemente optaría por pasar la tarde tomando helado (de fresa, puestos a imaginar). Pero, ¿realmente querría hacer media hora de cola para decidir entre macadamia con flor eléctrica o mango tailandés con hoja de pandan? ¿Lo queremos nosotros?

En los últimos años, el número de licencias para abrir heladerías en Barcelona se ha multiplicado por cuatro. Aparecen inmaculadas en las calles peatonales y desde el comienzo de la primavera atraen multitudes. Se hacen listas, rankings, reels. Compiten, con razón, entre las mejores del mundo. Son las nuevas, las guapas, las mejores heladerías de Barcelona. Y a pesar de ser las mejores, no son las favoritas. Las favoritas son las de barrio, las sin nombre, las de toda la vida. 

Horchatería Brina / SIMÓN SÁNCHEZ
Heladería Horchatería Brina en Barcelona / SIMÓN SÁNCHEZ

Nata, fresa, chocolate, vainilla. Sabores clásicos en tarrina o cucurucho de barquillo. Barquillo, sí. Esa frágil galleta que realza el helado y requiere una cierta ciencia para no acabar humedecido y goteando por la punta. Cucharitas de plástico de colores, vitrinas llenas de huellas de manos infantiles y las imperiales horchateras removiendo el pálido oro valenciano al fondo de la barra. Ventiladores de techo girando en salas tranquilas donde el más sediento toma granizado de limón y el más goloso un cubano (horchata con helado de chocolate). Refugios climáticos donde pasar las tardes de verano que están en peligro de extinción. 

Dos clásicos en el Eixample: Brina y Neva

Horchatería Brina / SIMÓN SÁNCHEZ
Cucurucho de helado en la Heladería Horchatería Brina (Barcelona) / SIMÓN SÁNCHEZ

En la heladería Brina, en el número 245 de la calle Còrsega —cuentan con otros establecimientos en Barcelona, l'Hospitalet y Cornellà—, nunca hay cola. Apenas tienes un par de minutos, el tiempo que tardan en servir y cobrar al cliente anterior, para decidir.

Aquí tampoco es necesario probar los sabores antes de pedir. El limón sabe a limón. Sus helados se dividen entre sorbetes (agua, azúcar y fruta) y cremas, en las que destaca el uso de la nata fresca para potenciar sabor y cremosidad. La vainilla, dicen, ha sido siempre y seguirá siendo el sabor estrella. En la barra, un señor remueve su affogato, una bola de vainilla cariñosamente ahogada por un breve café caliente.

Heladería Horchatería Neva en la calle Casanova (Barcelona) / SIMÓN SÁNCHEZ

Heladería Horchatería Neva en la calle Casanova (Barcelona) / SIMÓN SÁNCHEZ

En el mismo Eixample, en el número 228 de la calle Casanova, se encuentra la Heladería Horchatería Neva, abierta desde 1953 y de las pocas que todavía ofrecen helados al corte, entre ellos el inmortal sabor de biscuit —tienen otros establecimientos en Barcelona—. Nos atiende Nahun, un joven con camiseta negra de calaveras y mechas rubias en el pelo que lleva casi siete años tras el mostrador de la heladería.

Aquí el cliente es del barrio. Vienen o muy mayores o muy chicos. Los abuelos y los nietos, vamos. Tenemos un top 10 de clientes que, en temporada, vienen casi a diario, la mayoría a tomar horchata. El cliente es muy catalán, he aprendido el idioma hablando con ellos tras la barra”, cuenta tranquilo y orgulloso. Entre tanto, llega un señor mayor con su perro a comprar horchata. Paga 5,50 euros el litro. Para un par de días, le dice.

En Sants: La Jijonenca

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Heladería La Jijonenca en el barrio de Sants (Barcelona) / Lara Compte

De la alargada sombra de la estación de Sants, nace el Passeig de Sant Antoni. Y en su número 2 se encuentra una pequeña heladería que pasa totalmente desapercibida bajo su cartel: La Jijonenca. Una más, se podría pensar. Sin embargo, aquí se encuentra una de las mejores horchatas y helados de turrón de la ciudad.

Lo confirma Marina, la hija del propietario, explicando que son conocidos por el helado de turrón. “Aunque mi favorito es el de stracciatella” confiesa. El negocio tiene más de 25 años y los clientes reconocen a Marina como la niña que correteaba con su hermana detrás del mostrador. Presidiendo la pared central, una gran fotografía muestra a una niña pequeña con la boca llena de nata. Marina nos dice que es su hermana. Así de familiar es La Jijonenca de Sants. Y así de efectivo es el reclamo: al pedir helado, todos nos convertimos un poco en esa niña traviesa de dos años.

En Sant Antoni: Horchatería Sirvent

Horchatería Sirvent / SIMÓN SÁNCHEZ
Horchatería Sirvent en la calle Parlament de Barcelona / SIMÓN SÁNCHEZ

Un señor con sombrero de paja y gafas amarillo neón lee absorto una novela en la calle Parlament 56. Ni se inmuta con el correteo de cuatro niñas con las manos llenas de helado. En la Horchatería Sirvent se confirma la regla: las heladerías de barrio son el puente entre la primera y la tercera edad. Nietos y abuelos. Este es su lugar.

Los helados aquí también se toman en copa de cristal. Como la icónica Parlament. Una elegante copa de helado de fresa, stracciatella y chocolate con nata montada y cereza confitada. Y es que a los lugares, además de por su buen producto, se vuelve por su gente. Como Tom Ewell y Marilyn Monroe en el bochorno de 1955, todos necesitamos huir del calor por un rato y sentirnos un poco menos solos. 

Además de estas, no nos olvidamos de recomendaros otras heladerías clásicas como La Valenciana, en el número 16 de la calle Aribau, un establecimiento centenario que mantiene la tradición heladera y turronera desde 1910; El Tío Che, una institución en el barrio de Poblenou —y aunque no sea clásica, hay que mencionar a Mamá Heladera, justo al lado, con sus helados de recuerdos—; y L’Eivissenca, en plena plaça Eivissa, en el barrio de Horta.

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