Cuando dar bien de comer y a un precio justo no es suficiente: los últimos cierres en Barcelona

COLUMNA | Gegant y Bajarí bajan la persiana en Poblenou y la sombra de la burbuja gastronómica planea, otra vez, sobre la ciudad

Iker Morán, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista

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La sala del ahora desparecido restaurant Gegant de Poblenou (Barcelona)  / ÒSCAR GIL COY
La sala del ahora desparecido restaurant Gegant de Poblenou (Barcelona) / ÒSCAR GIL COY

Hace pocos días abría en Madrid un nuevo restaurante con un único menú degustación a 175 euros. Una prueba más de cómo se las gastan en la capital con el tema de los precios y, para muchos, otra señal de alarma de esa burbuja gastronómica que acabará por estallar. Nadie sabe si antes o después que la inmobiliaria —suponiendo que no vayan unidas, claro— pero todo el mundo da por hecho que es solo cuestión de tiempo porque no hay en este país suficiente público para tanto restaurante a semejantes precios.

Paralelamente, a poco que uno pregunte por aquí y por allá, no tardará en oír hablar de un verano flojo para muchos restaurantes en zonas de vacaciones, con facturaciones entre un 10 y un 15% por debajo de lo habitual. Es verdad que hace un año se escuchó lo mismo y que los lamentos hosteleros son un clásico atemporal, pero es innegable que el runrún cada vez suena más alto.

Que si es más caro ir a Mallorca que a Bali —que igual también habría que preguntarse quién quiere ir a Bali pudiendo ir a Mallorca, pero ese es otro tema—, que si más gente se ha quedado en Madrid que otros años y, en definitiva, que somos un país con precios europeos pero salarios mediterráneos. Pero de eso, ejem, normalmente la hostelería no quiere hablar, que bastante tienen con quejarse de que faltan camareros.

No hace falta ser experto en economía para deducir que con sueldos australianos es más fácil salir a cenar cada día. Eso da para muchas 'avocado toast' y unos cuantos 'iced latte'.

Todo este grueso brochazo del panorama veraniego nos lleva a Poblenou, el barrio preferido por los expats en Barcelona y donde dicen que uno puede saltar ya de cafetería de especialidad en cafetería de especialidad sin necesidad de pisar la calle. Ni hablar otra cosa que no sea inglés. Una de esas zonas cero de la gentrificación en la que, es verdad, la escena gastronómica lleva unos años de lo más interesante.

No hace falta ser experto en economía para deducir que con sueldos australianos es más fácil salir a cenar cada día. Por si alguien tiene curiosidad, acabo de comprobar la validez de la improvisada teoría económica y resulta que el salario medio australiano es exactamente el doble que el español. Eso da para muchas avocado toast y unos cuantos iced latte.

Tal vez por eso ha sorprendido más el reciente cierre de dos restaurantes en esta zona —sin contar el Per Feina de Rafa Zafra, ya algunos meses atrás—. Cada semana hay aperturas y cierres, claro, pero en este caso duelen especialmente al ser locales con una corta trayectoria y que, además, contaban con todas las bendiciones de la crítica y del público que aseguraba que tanto en Gegant como en Bajarí se comía realmente bien y a un precio más que razonable.

Por lo visto no es suficiente, porque estos dos restaurantes han echado la persiana. En el caso de Gegant, el cocinero Joan Vallès ha aguantado solo ocho meses con su pequeño local y una propuesta de cocina tradicional ampliamente celebrada por todo el mundo. Pero está claro que eso no es sinónimo de rentabilidad y que por aquí los números no salían. “Lo hemos disfrutado mucho. Gracias por vuestra acogida”, publicaban como despedida hace unos días en su cuenta de Instagram.

¿No hay espacio para la cocina local en un barrio tan internacional? La reflexión parece fácil, pero es que también ha cerrado Bajarí, otro excelente restaurante de cocina más viajera.

¿No hay espacio para la cocina local en un barrio tan internacional? La reflexión parece fácil, pero es que por aquí mismo también ha cerrado Bajarí, otro excelente restaurante con nombre caló y filosofía de cocina más viajera. Se comía bien, los precios eran ajustados, el local y atención estupenda…

Es que en Poblenou ya solo funcionan las cafeterías cuquis. Otra explicación sencilla que no sirve, porque Café Labath también acaba de anunciar que cierra. Café de especialidad, comida vegana… El perfil parece ajustarse a los nuevos tópicos del barrio, así que la teoría queda desmontada.

Más problemas para las explicaciones facilonas que pretendan dar por gastronómicamente muerto a Poblenou: por allí ha abierto hace no mucho Atipical de Matteo Bertozzi que triunfó en el Raval con My Fucking Restaurant y cuyo bar Assalto también nos encantó. Y en el mismo barrio, por poner uno de muchos posibles ejemplos, Achaar triunfa con su cocina india y vinos naturales.

Compliquemos un poco más el panorama a quienes buscan una razón clara para la realidad hostelera en la ciudad. Buriti, que lleva años triunfando en Poblenou con su cocina brasileña de Salvador de Bahía, acaba de abrir su segundo local en el barrio de Sant Antoni. Sí, ese que algunos ahora pintan como el nuevo Bronx de Barcelona, porque intentar rascar un poco más en cuestiones sociales no da titulares.

Hace unos meses cerró Va de Cuina, el local de Jordi Vilà. Mientras no paramos de repetir que la gente ya no cocina, cierra un local con excelentes platos preparados.

Pero ojo, que en este barrio también hay cierres. A pocos metros de Buriti, hace unos meses ya cerró Va de Cuina, el local de Jordi Vilà con platos preparados y desde donde se lanzó en su momento la escudella street que iba a competir con el ramen. Mientras no paramos de repetir que la gente ya no cocina, cierra un local con excelentes platos preparados.

De nuevo, el análisis nos cojea, aunque sí, vale, igual por platos preparados, la mayoría entiende que son los del supermercado o las legumbres cocidas del cercano mercado. No es que sean mejores, es que los sueldos son los que son. Curiosamente, por esas cosas curiosas de la prensa, cuesta encontrar una sola noticia de este cierre. Andábamos todos entretenidos discutiendo si la cocina catalana está o no en peligro y no nos fijamos en esto. Bien jugado, Vilà.

El caso es que los cierres y aperturas se suceden. Tal vez es que sencillamente es lo normal en un sector como este y somos nosotros los que nos empeñamos en buscar cierta lógica y alguna explicación a este ritmo. De hecho, dentro de no mucho, en septiembre, estaremos todos enumerando la lista de aperturas que no te puedes perder en Barcelona.