Mientras organismos como la Fundación Dieta Mediterránea continúan afirmando que una copa de vino al día puede tener efectos beneficiosos para la salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que ninguna cantidad de alcohol es segura y nos recomienda reducir al máximo posible el alcohol en nuestra dieta.
Ante esta ambigüedad, hay personas que renuncian a cualquier bebida alcohólica, otras continúan sosteniendo el hábito de una copa diaria y otras, entienden la necesidad de consumir menos alcohol, pero todavía no saben como hacerlo.
Brooke Scheller, autora del libro Cómo comer para cambiar tu forma de beber (Alienta Editorial), se dirige a estos últimos con una propuesta dietética que afirma consigue ayudar a disminuir el deseo de tomar alcohol.
A través de la visión de Brooke, quién también es doctora en nutrición clínica, y la experiencia de la nutricionista, divulgadora y autora de Vivir sin inflamación (Vr Europa), Cristina Capella, ahondamos en las claves de cómo cambiar nuestra alimentación para mejorar nuestra relación con el alcohol.
Consejos nutricionales para beber menos alcohol
El acto de beber alcohol se da principalmente por tres razones: por hábito, por socialización o para controlar un estado emocional como la ansiedad o el estrés. Cada una de estas razones se puede modificar con la ayuda de diferentes estrategias.
Por ejemplo, para ese limbo entre el hábito y disminuir el estrés en el que se encuentra la copa de vino después del trabajo, la doctora Scheller tiene un consejo muy claro: asegurar una comida saciante, como un tentempié rico en proteínas, antes de acabar la jornada laboral. Y afirma que mantener los niveles de saciedad y azúcar regulados, disminuye drásticamente el antojo por la copa de vino al llegar a casa.
Por su parte, Cristina Capella nos recuerda que si bien no hay evidencia sólida que relacione el deseo de alcohol con hipoglucemias en personas sanas, sí es cierto que comer mejor ayuda a regular el apetito, el estado de ánimo y la toma de decisiones.
De esta manera, una dieta rica en fibra, proteína y nutrientes, ayuda a disminuir la ansiedad y el hambre descontrolada que puede influir en ese mayor deseo de consumir alcohol.
Además del tentempié rico en proteína, un hummus con remolacha y tener disponibles otras bebidas refrescantes y sabrosas no alcohólicas, son tres de los trucos que la doctora Brooke Scheller nos recomienda para empezar a cambiar nuestra relación con el alcohol. Como alternativas a las bebidas alcohólicas, Capella nos recomienda infusiones frías, aguas con gas y limón o kombucha sin azúcar, que, además, cuida de nuestra microbiota.
Cómo beber menos alcohol a la hora de socializar
Ahora bien, una vez empezamos a sustituir la copa de diario por otras bebidas, y a introducir nuevos hábitos alimentarios para afianzar esta decisión, ¿qué hacemos con la cervecita de los viernes con amigos?
Para Scheller, la clave está en entender la relación que hay entre beber y socializar, es decir, hay que comprender sobre qué bases se sustenta el desarrollo de nuestras relaciones. ¿Son relaciones que no podrían continuar sin una cerveza por en medio? Más allá de requerir la ayuda de un especialista, siempre que sea necesario, una vez identificamos que la bebida no es la clave para nuestra socialización, podemos preguntarnos si realmente esa copa de vino en la comida con amigos la tomamos porque lo deseamos o porque es simplemente un hábito.
En caso de darnos cuenta de que la copa de vino o la cerveza una vez a la semana con amigos es algo que realmente disfrutamos, podemos tener en cuenta un par de consejos para que el coste a nivel de salud sea lo más bajo posible. Siempre recordando que la única cantidad de alcohol segura es ninguna, Capella nos comparte que una copa al mediodía y junto a una comida rica en proteínas, fibra y grasas saludables, provoca un pico glucémico menor que una copa por la noche y con el estómago vacío, momento en que aumenta el azúcar en sangre y que interfiere en el metabolismo del hígado y de la digestión, dificultando también el sueño.
Además, Scheller subraya la importancia de que siga en aumento la tendencia de ofrecer bebidas fine dining sin alcohol en la restauración y de encontrar nuevas actividades para compartir con amigos que no siempre sucedan alrededor de la mesa. Punto que entiende como esencial para mejorar nuestra salud y calidad de vida.
Cómo asegurar el mejor cuidado de nuestro hígado
Incluso si ya estamos decididos a cambiar nuestra relación con el alcohol, es cierto que podemos seguir preocupados por cómo asegurar el bienestar de nuestro hígado, que quizá sufrió mucho más en épocas en las que no le dedicábamos tanta atención a nuestra alimentación y salud.
La autora de Vivir sin inflamación nos da algunas claves: el hígado es un órgano muy importante en el metabolismo del alcohol y también en la regulación hormonal, digestiva e inflamatoria. Para protegerlo, nos recomienda, consumir verduras amargas y de hoja verde como rúcula, escarola, alcachofa y endivia. También optar por alimentos que estimulan la fase II de detoxificación hepática como las crucíferas, brócoli, coliflor, coles de Bruselas.
Condimentar con ajo, cebolla o puerro nuestros platos y recordar tomar espárragos y huevo, pues son alimentos ricos en azufre. Por último, asegurar buenas dosis de antioxidantes, sea a través de la vitamina C, que también está en kiwis y pimiento rojo, los polifenoles del té verde y el cacao puro o con condimentos como la cúrcuma.
En conclusión, para disminuir el consumo de alcohol, las expertas nos recomiendan seguir una dieta balanceada rica en proteína, fibra, nutrientes y grasas saludables. Un patrón que nos ayuda a regular nuestro apetito, nuestro ánimo y también a mejorar nuestra toma de decisiones.
El hecho de que todavía quede una gran parte de toma de alcohol por socialización puede ayudarnos a entender mejor qué es lo que de verdad queremos y animarnos a buscar alternativas en bebidas no alcohólicas y actividades que no se centren, únicamente, alrededor de la copa. Por una mejor salud y calidad de vida.