Más de 800 toneladas de frutas y verduras se salvan gracias al Banco de Alimentos y Mercabarna

La nueva ley del desperdicio alimentario pone todavía más en valor el trabajo del Banco de Alimentos: así funciona el Foodback en Mercabarna

autor laia

Coordinadora de Hule y Mantel

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Trabajador en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN
Trabajador en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN

El Gran Recapte es, sin duda, la cara más visible de la labor del Banco de Alimentos, pero detrás hay mucho más: recuperación de alimentos, gestión de excedentes y un esfuerzo por conseguir "un sistema alimentario más justo, saludable y sostenible para todo el mundo y, en especial, para las personas que más lo necesitan", tal y como explicaba hoy Elisabet Viladomiu, directora general de esta entidad social. 

Uno de los muchos ejes de su lucha contra el desperdicio de alimentos se encuentra en el Foodback, el centro de aprovechamiento alimentario de Mercabarna. Un espacio donde los mayoristas de este mercado de abastos aportan sus excedentes de frutas y hortalizas para que, después de un proceso de cribaje, sean distribuidos a entidades sociales adheridas al Banco de Alimentos. 

Son alimentos que, de otra manera, acabarían destruidos o en la basura. "El objetivo es que no se pierdan y lleguen a personas que lo necesitan", recalca Viladomiu. Un gesto que, además, permite ofrecer a estas personas una cesta alimentaria más saludable, con producto fresco, y no solo con las habituales conservas, productos secos y bebidas de primera necesidad, que vemos en acciones como el mencionado Gran Recapte. 

Qué es y cómo funciona el Foodback

Banc d'aliments de Barcelona / GALA ESPÍN
Trabajadores en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN

El compromiso entre el Banco de Alimentos y Mercabarna, pero, se remonta al año 2001. Entonces, ya contaban con un almacén en el que se recogían esas frutas y hortalizas que no entraban en el circuito comercial, y que funcionaba gracias a voluntarios. La donación por parte de los mayoristas, también era voluntaria. 

Con los años decidieron profesionalizar ese servicio, "pero siempre manteniendo la filosofía de economía circular y de beneficiar a entidades sociales", explica Ingrid Buera, directora de marketing y relaciones institucionales de Mercabarna. Para ello, se unieron además con la Fundació Acció i Treball, y añadieron a su lucha contra el desperdicio alimentario, la capacidad de crear puestos de trabajo. Así nació el Foodback en 2022. 

Aquí reciben a diario cajas de productos vegetales con piezas que pueden estar tocadas o de las que hay un exceso de producción. Tras una inspección visual, se quedan con aquellas cajas en las que detectan que, como mínimo, un 50% del producto puede ser recuperado. "Las que no cumplen los requisitos se envían directamente al Punto Verde del mercado", cuenta Bruera.

Alimentos pendientes de cribaje en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN
Alimentos pendientes de cribaje en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN

Con las piezas seleccionadas, se hace un cribaje y se separa lo que es apto para el consumo, que es lo que se hace llegar al Banco de Alimentos. El resto va a cocinas sociales o se destina a la conversión o transformación en producto —trabajan, entre otros, con la Fundació Espigoladors, buenos expertos en la materia—, para alargar su vida útil en forma de zumos, potitos infantiles, mermeladas, confituras... 

Desde Foodback controlan la trazabilidad de todo el proceso, por lo que cuentan con datos como que, solo en 2024, recibieron 1.233 toneladas de frutas y hortalizas, aportadas por 82 empresas de este mercado mayorista. De esas, se aprovecharon 837,6 toneladas, que se distribuyeron entre 116.077 personas, a través de 350 entidades adheridas al Banco de Alimentos. 

Los alimentos llegan a personas que los necesitan y "sirven para dar oportunidad de inserción laboral", recordaba Viladomiu, que insistía que este es un modelo pionero, fácilmente exportable a otros grandes mercados de abastos. El proyecto es colaborativo: Mercabarna, el Banc dels Aliments y la Fundació Acció i Treball gestionan el día a día, pero también intervienen otros actores —en total nueve— como Càritas, la Generalitat de Catalunya o la Fundació "La Caixa".

La ley contra el desperdicio alimentario

Banc d'aliments de Barcelona / GALA ESPÍN
Trabajadores en el Foodback de Mercabarna (Barcelona) / GALA ESPÍN

Un modelo que encaja como anillo al dado en el nuevo contexto marcado por la ley contra el desperdicio alimentario, la Ley 1/2025, aprobada por el Gobierno español en abril de este mismo año. "Ha puesto este tema como una de las prioridades de la agenda política y empresarial y social", dice la directora. Y agrega que "la ley refrenda la función medioambiental que ha venido haciendo el Banco de Alimentos desde hace más de 37 años".

Es una ley que fomenta la prevención. Y que, además,"cuando el producto se considera que no puede ser comercializable, pero aún es apto para el consumo, obliga a la donación, poniendo el consumo humano en primera instancia —la jerarquía marca que si no es apto pasa al consumo animal, después al compost y finalmente como bioenergía—". Y es aquí donde la función del Banco de Alimentos y de muchas otras entidades sociales cobra aún más protagonismo.

Los efectos de la ley en su día a día se podrán medir en el próximo año, gracias a la trazabilidad de todos los alimentos que desde la entidad distribuyen, pero ya prevén que "habrá más diversidad, porque todos los agentes estarán obligados a ejercer la donación. Pero, quizás, como habrán hecho prevención, habrá menos cantidad".

La paradoja de la sobreproducción

Banc d'aliments de Barcelona / GALA ESPÍN
Transporte de alimentos desde el Banco de Alimentos a entidades sociales / GALA ESPÍN

Viladomiu recuerda que "hay 100.000 personas en Barcelona que necesitan ayuda alimentaria, pero, por otro lado, estamos desperdiciando muchos alimentos. Es una paradoja". Su objetivo es reducir esa desigualdad, "pero siempre con una mirada social".

E insiste en otro punto: "A nivel mundial, el 50% del desperdicio alimentario se está produciendo en los hogares. El otro 50% entre la industria, la distribución y los supermercados (el retail), aunque todos están haciendo un esfuerzo por la prevención".

Como solución a estos porcentajes, por un lado, ya hace años que se encargan de concienciar y educar, en escuelas y otras instituciones, sobre el desperdicio. Por otro lado, recuperan alimentos de toda la cadena: el productor, la industria y el mayorista y los supermercados, y los hacen llegar a quien los necesita.

Y es que esta sobreproducción alimentaria también está ligada a otro gran problema: el gran impacto medioambiental que genera. "Hay millones de toneladas que se producen y no se consumen. Toda esto representa un gasto de nutrientes, de agua... se ha emitido CO2, se ha consumido energía para producirlo, transportarlo, y al final, ha sido en vano".

Según sus cálculos, recuperar un kilo de alimentos, equivale a evitar dos kilos de CO2. Por eso, es importante que esos excedentes lleguen a los Bancos de Alimentos para que "lo que se ha producido tenga un final, un final que sean las personas", concluye Viladomiu.