Llevan tiempo sirviéndolo y es casi una marca de la casa, pero el bocadillo de ceviche es una de esas ideas que, aunque no sea nueva, siempre llaman la atención. Hasta hace poco era una de las estrellas de Mama Gorda y su pequeño local especializado en bocadillos en la calle Princesa. Ahora han dado el salto al barrio de Gràcia, a un restaurante más amplio con carta y platos, pero ahí sigue este rico ceviche entre pan y pan para reivindicar que todo es bocadilleable.
Una religión con la que comulgamos. Pese a ello, confesamos que nos acercamos al nuevo Mama Gorda con cierto escepticismo: cuatro cocineros, la promesa de cocina freestyle —signifique lo que signifique eso— nombre de local que nos suena a canallita y, para rematar, en Gràcia. La presunción de inocencia gastronómica hace tiempo que no se aplica, lo que ahorra unos cuantos disgustos, pero también lleva a juicios prematuros e injustos. Como en este caso.
Porque reconocemos que con Mama Gorda nos equivocamos: el local es bonito y acogedor, la carta repleta de platos ricos, y los precios muy controlados: ningún plato llega a los 20 euros y la mayoría se mueven por debajo de los 15. El ticket medio andará sobre los 40 euros, lo que nos parece más que correcto para el nivel de la propuesta.
Detrás del proyecto están los hermanos argentinos Leonardo, Diego y Marcos Amico, y el italiano, Simone Nizi, y entre ellos se reparten cocina, sala y las ideas para crear la docena de platos que ahora mismo componen la carta Mama Gorda. Se conocieron trabajando en un restaurante de la Provenza, cada uno de ellos suma un notable curriculum en diversas cocinas de fuera y del país, y tras triunfar con sus bocadillos de autor en el Born, ahora quieren ir un poco más allá en este nuevo proyecto que abrió sus puertas a principios de año.
El estilo libre de Mama Gorda
¿Qué se come en Mama Gorda? Ofrecen, entre otros platos, unas sabrosas gyozas de panceta y anticucho, un sencillo, pero resultón cogollo de lechuga a la brasa con salsa de anchoas y almendra, la excelente molleja con una ensalada de encurtidos o, mientras dure la temporada, los ricos guisantes con habas menta y stracciatella.
Propuestas tan variadas que resulta difícil encontrar una etiqueta para un restaurante que se suma a esa interesante ola de pequeños negocios con carácter propio que han ido surgiendo en la ciudad en los últimos años. Locales que configuran una alternativa al modelo de grandes aperturas a base de inversores y de muchos ceros que tanto ha funcionado en Madrid. Y que, por cierto, algunos llevaban tiempo mirando con cierta envidia desde Barcelona, asegurando que la capital iba como un tiro.
Pero, volviendo a Mama Gorda, esa cocina un tanto heterodoxa que lo mismo juega con salsa anticuchera, que combina un calamar a la brasa con salsa gremolata o convierte un ceviche en ese famoso bocadillo, es lo que justifica ese título de "freestyle" que ellos mismos se han puesto. Aunque, eso sí, aquí nada es improvisado como en el freestyle del jazz que, suponemos, también tiene algo que ver sabiendo que lo de Mama Gorda es por Fat Mama, una canción de Herbie Hancock.
Hay espacio para unos 30 comensales repartidos entre mesas y una pequeña barra, además de otra situada en la zona de entrada y que pinta muy apetecible con el buen tiempo. Abren, por cierto, de martes a sábados en turnos de mediodía y noche. // Mama Gorda. c/de Josep Torres, 25, Gràcia, 08012, Barcelona. Tel.: 931 270 292.
