El restaurante l’Andreuenc Casa de Menjars —con el cocinero Juli Alcoriza al frente de los fogones— se ha proclamado ganador de la primera edición de La Lliga del Porc i la Forquilla, celebrada durante los últimos meses a través de cuatro semifinales provinciales y una gran final disputada en Lleida.
La competición, puesta en marcha por el GSP (Grup de Sanejament Porcí, asociación de productores de carne y derivados del cerdo) tenía como objetivo proclamar el mejor plato de ‘esmorzar de forquilla’ (desayuno de tenedor) de Cataluña, y se ha enmarcado dentro de las actividades destacadas de la Catalunya Región Mundial de la Gastronomia 2025.
La fórmula 'esmorzar de forquilla'
No existe una definición canónica de qué es o no es un plato de esmorzar de forquilla, y, sin embargo, todos los que gozamos de esta institución gastronómica catalana tenemos una idea de sus características principales: platos donde el producto es el gran protagonista, de una cierta contundencia, pegaditos a la tradición, al burbujeo del guiso y, a menudo, con bien de salsa. En el esmorzar de forquilla se moja el pan.
Juli Alcoriza nos explica: “Un buen esmorzar de forquilla requiere paciencia, tranquilidad y chup-chup. Que recuerde a los guisos como los que hacían mis abuelas, ellas son mis referentes para este tipo de platos. En la semifinal preparamos una carrillera de cerdo ibérico rellena con colmenillas y queso. Tenía un toque de trufa junto a una salsa de puerros y la carrillera estaba napada con la salsa de su rustido”.
Recuerdo el plato, porque tuve la suerte de estar presente en la semifinal de Barcelona, que se celebró en La Garriga. Cada candidato tenía su grupo de apoyo, gritón y fiestero, y el ambiente fue alegre y chisposo. La hermana de Juli, Susana Alcoriza —que además pilota la sala de l’Andreuenc (c/Neopàtria, 87, Barcelona)— fue la primera en gritar y emocionarse al ser proclamados finalistas. Ambientazo, el año que viene vuelvo y ya está.
“En la final cambiamos el plato”, explica el cocinero, “porque como éramos un restaurante poco conocido pensé que mostrar al jurado otro plato distinto, ayudaría a que pudieran valorar más nuestra cocina. Por lo menos quedaba claro que no somos cocineros perezosos".
Cómo se construye un plato ganador
Muchos de los participantes de la Lliga han realizado un esfuerzo para conceptualizar platos “nuevos”, es decir, con cierta firma autoral dentro del espectro de los sabores y combinaciones tradicionales.

“El plato ganador, nos ha llevado muchas horas de reflexión. Es una combinación mar y montaña con butifarra de perol hecha en casa. Lleva lengua, corazón, pulmón, sangre, papada, pie, panceta, carrillera…. con clavo y canela, con prudencia porque si no matarías los sabores. Embotits Cardús nos ayudó mucho a sacar el equilibrio aromático de esta butifarra", detalla Alcoriza.
Y prosigue: "La cortamos en medallones y la marcamos en la sartén para dorarlas. La combinamos con alubias del ganxet cocidas en casa y una base de sofrito de sepia 'a la bruta' (cocinada con sus interiores de forma lenta junto al sofrito de cebolla con pimientos y tomates). Tardamos seis o siete horas, queda más una compota que un sofrito. Añadimos una picada catalana y también incorporamos un poco del caldo de hervir las butifarras de perol. Rematamos con azafrán, para que haya una evocación de picada típica marinera”.
En cierta manera, este plato es fruto de una serendipia afortunada, porque Juli confiesa que llegaron al concurso un poco de rebote, sin conocer mucho de este tipo de dinámicas. “Decidimos apuntarnos y luego hemos visto que ha tenido un impacto muy grande”.
La Lliga del Porc i la Forquilla, un éxito inapelable
Además del ambiente festivo —que parece estar en el ADN mismo de la actividad de desayunar a media mañana platos de cuchara con los amigos—, el concurso ha demostrado la vitalidad de la cocina tradicional catalana en el momento actual. Tanto por el gran número de participantes como por el nivel general de las elaboraciones.
“En el concurso había de todo, con mucha gente con mucha experiencia y mucho oficio. Como Abel, de la Tasqueta de Cal Miguelín, que hizo un bullit que es un buque insignia, a Ignasi Camps, de Ca l’Ignasi de Cantonigrós, que preparó una careta y en la final con el pie de cerdo relleno… nosotros tuvimos acierto y suerte, pero había mucho nivel”, insiste Juli.

Albert Molins es uno de los miembros del jurado (y autor del libro Esmorzars de forquilla) y se declara “impresionado por el buen nivel general de las propuestas. En algunas de las provincias incluso hemos tenido verdaderos problemas para determinar los finalistas. Como jurado, preferí no ir con expectativas y, sin embargo, este nivel tan alto y sostenido me ha sorprendido incluso así. Gran nivel, la cocina catalana goza de buena salud”.
Cuando le preguntas un poquito más sobre los detalles del plato más valorado, Albert lo tiene claro: “El ganador es un plato maravilloso para un esmorzar de forquilla, muy bien ejecutado, muy bien pensado porque es un mar y montaña con un toque personal: la butifarra de perol la elabora el propio Juli y al incorporar sepia ‘a la bruta’ con las alubias del ganxet, el resultado es brutal”.
El futuro del concurso
Los organizadores ya andan planeando la segunda edición, prevista para el año 2026. Visto lo visto, con una arrancada pura sangre como la de esta primera edición, el futuro permite ser optimista. Hay ganas, hay cocina y hay afición.
Esperemos que cuando toda esta tendencia actual de la recuperación/reivindicación de la cocina tradicional pase —es inevitable, las modas son, por definición, temporales— quede un sustrato fértil que sirva para prolongar otros cuantos siglos más la vida de esta cocina tradicional catalana. Una cocina que —COMO TODAS— es cultura. Un vínculo tejido por siglos que nos une a todos a bocados, fogón y desayunos que, de vez en cuando, son siderales.


