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David de Jorge (Robinfood): “Para escribir gastronomía hay que comer mucho y cogerse alguna cogorza"

ENTREVISTA | Charlamos con el cocinero vasco sobre su nuevo libro ('El hombre que susurraba a las morcillas', Debate) y sobre el Premio Nacional de Gastronomía recibido

6 minutos

David de Jorge (Robinfood) presenta el libro 'El hombre que susurraba a las morcillas' (Debate) / Cedida

David de Jorge —o Robinfood, como lo conocen la mayoría de los mortales—, no necesita demasiadas presentaciones. Este cocinero y comunicador vasco lleva décadas colaborando en prensa, radios y televisiones y cierra el año con dos grandes hitos: haber recibido el Premio Nacional a la Comunicación Gastronómica 2025, que otorga la Real Academia de Gastronomía, y publicar un nuevo libro, que se suma a la larga lista de títulos, muchos de ellos recetarios, que acumula en las librerías.

Aprovechamos la publicación de El hombre que susurraba a las morcillas. Guía de lugares, comidas y bebercios para disfrutar como un cochino (Debate), un "recopilatorio de muchas de las cosas que más me gustan y que he escrito en los últimos ocho años", nos dice, para charlar con él, siempre con ironía y sin pelos en la lengua, sobre gastronomía, pero especialmente sobre cómo escribirla.

Libro 'El hombre que susurraba a las morcillas' de David de Jorge (Debate) / SIMÓN SÁNCHEZ

Un libro, perfecto para tus regalos de Navidad, que, con su inconfundible humor, nos lleva por barras, restaurantes, bodegas y despensas, remitiendo más a la memoria que a los tecnicismos, a la cercanía que a los discursos sofisticados. Ese es su estilo, y por eso conecta tan bien con el público. Una guía que nos puede ser útil para viajar por la España gastronómica (y más allá), o simplemente para disfrutar del puro placer de leer y aprender. 

-¿Podríamos decir que este no es un libro de recetas, si no de reseñas?

Sí, reúne crónicas que a lo largo de los años he ido escribiendo en El Correo, El Diario Vasco... y también introducciones que me han pedido editores para libros que son referentes, como los de Julia Child o la Historia de la Gastronomía de Néstor Luján, algo que siempre me ha hecho mucha ilusión. Al final, es un recopilatorio de los restaurantes que he visitado en los últimos años, los vinos que he bebido, los platos que me han gustado... Todo esto salpicado de socarronería y de cómo soy yo.

-Crónica que no crítica gastronómica...

Sí, le llamo crónica a lo que escribo, yo no hago ni crítica ni mandangas. Le llamo 'crónica a protesta' porque me gusta mucho lanzar mis barruntos, lo que me inquieta, lo que me gusta y lo que me molesta, en todo lo que escribo. Y luego, normalmente, las últimas líneas les dedico a hablar de un restaurante, de una conserva... No busco descifrar lo que el cocinero ha querido transmitir o lo que el vinatero ha querido contarnos con su vino porque toda la vida eso me ha parecido un soberano aburrimiento.

No busco descifrar lo que el cocinero ha querido transmitir porque toda la vida eso me ha parecido un soberano aburrimiento.

-Claro, es importante diferenciar entre crítica y periodismo o comunicación gastronómica, ¿no?

Yo no soy periodista, soy cocinero. Soy un intruso en este mundo, pero bueno, le echas valor y te pones a escribir, a publicar, a hacer radio, televisión, etc., que son cosas complementarias, pero que han ido surgiendo de manera natural. Al final, lo que está claro es que yo soy cocinero y que este libro es una prolongación de mi trabajo

El cocinero y comunicador David de Jorge / Cedida

-En tu día a día, ¿a qué dedicas más tiempo: cocina o comunicación gastronómica?

Ahora mismo, mientras hablamos, estoy con el delantal puesto, en el restaurante de Martín Berasategui. Soy animal de cocina y le echo las horas que haga falta, aquí estoy encantado porque es mi hábitat natural. Pero tengo la suerte de que, además de dar de comer a los clientes, puedo sacar tiempo para escribir o para hacer programas de cocina. 

-¿Qué hay que hacer para escribir bien de gastronomía?

Hay que comer mucho, hay que empacharse mucho y hay que agarrarse de vez en cuando alguna cogorza. Hay que vivir y luego sentarse y ponerse a ello. En mi caso, me ha ayudado tener afición por la lectura, desde muy crío. La lectura alimenta mucho la escritura. Yo domino el relato corto, estoy cómodo ahí.

Además, si eres alguien con el ojo un poco despierto y el oído un poco abierto vas recogiendo material para poder contarle a la gente dónde has estado, qué es lo que te entusiasma, cuáles son los cocineros que te gustan... y como tengo sentido del humor y bastante socarronería, pues intento que los textos sean un poquito 'perros' y divertidos.

Para escribir bien de gastronomía, hay que comer mucho, hay que empacharse mucho y hay que agarrarse de vez en cuando alguna cogorza.

-También estás en las redes sociales, ¿cómo convives con los influencers gastronómicos?

Soy de una época en la que había dos teles, cuatro radios y cinco periódicos y poquísima gente con mucho talento y con la capacidad de subirse a esas atalayas y de tener un altavoz. Ahora todos somos editores, el ser humano tiene esa obsesión por trascender y pensar que lo que opina es muy importante para el devenir de la humanidad, y creo que nos hemos vuelto gilipollas. El talento está diluido y todos nos hemos convertido en Arguiñanos o en articulistas de opinión y todo el mundo nos cuenta sus películas. Por mi parte, cuando quiero consumir información ya sé a quién tengo que leer o escuchar. 

Libro 'El hombre que susurraba a las morcillas' de David de Jorge (Debate) / SIMÓN SÁNCHEZ

-El libro dedica un apartado a los vinos, que tratas sin tecnicismos. ¿El mundo del vino sigue sin comunicarse de manera cercana?

El mundo del vino se comunica demasiado. Creo que los vinateros son igual de pelmas o más que los cocineros, y es un espanto. ¿No es suficiente que hagas un vino bueno y nos lo pongas para que lo bebamos y disfrutemos? Pasa con todo, todo el mundo tiene que estar todo el rato comentando la jugada. Deja que el vino se exprese por sí mismo, no hace falta que le expliques a nadie lo que has querido transmitir con él.

Y hay una cosa que hace ya muchos años que no soporto y que no hago: que un vinatero me enseñe su bodega. ¿No hay nadie que sea capaz de darse cuenta de que una bodega se ve en 5 o 10 minutos? Y ya está. Vamos a sentarnos, a tomarnos un vino y a hablar de otras cosas. Porque además este es otro mal endémico, que todo el mundo es y habla de su trabajo. A mí mi trabajo me encanta, pero también me gustan otras 200.000 cosas más.

-¿Qué ha supuesto recibir el Premio Nacional a la Comunicación Gastronómica?

Lo recibí con mucha ilusión, sobre todo porque no te esperas que a un 'anormal' como a mí le vayan a dar el Premio Nacional de Gastronomía. Tienes la sensación de que esas cosas son para el establishment educado y encorbatado. En España hay gente a la que admiro que seguramente no tendrá ese premio, pero te lo dan y, bueno, te das cuenta de que te lo mereces, porque no haces más que currar y llevas toda la vida en esta historia.

Y también hace ilusión porque a la gente que te quiere les hace mucha ilusión. A tu chica, a tu familia, a tus compañeros de trabajo... tu pescadera está supercontenta de que te hayan dado el Premio Nacional, tu frutera está encantada y tú vas a comprarle la mandarina, la borraja y la lechuga y te da la enhorabuena y te atiende con ilusión. Todo eso da buen rollo porque estoy rodeado de gente increíble, de verdad.

Libro 'El hombre que susurraba a las morcillas' de David de Jorge (Debate) / SIMÓN SÁNCHEZ

-El jurado valoró tu "profunda cultura gastronómica" y tu "capacidad para llegar a la gente". Algo que se ve en los textos de este libro...

Sí, creo que conectan con el lector, además llevo tantos años alegrándole la vida a todo el mundo que, al final, lo que hago es positivo y luminoso. Si te dedicas a repartir buen rollo, recoges buen rollo.

-Cierras el año con Premio Nacional y nuevo libro, ¿qué más tienes en marcha?

Todos los años escribo un recetario con Martín Berasategui, un libro muy bonito —en esta ocasión, Martintxo te enseña a cocinar, un libro infantil editado por Molino, publicado en marzo—. Quiero cerrar el año con ilusión, intentar seguir rodeado el máximo tiempo de mi gente, seguir haciendo lo que estoy haciendo, que estoy feliz. Y la cena de hoy, que es mi objetivo más cercano, llegar a la cena con ilusión, te lo digo en serio. Cortaré un plato de jamón, nos lo comeremos e intentaremos beber un vino.

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