¿Quién dijo que las infusiones son solo para el invierno? Aunque solemos relacionarlas con tardes de sofá y mantita, lo cierto es que muchas de ellas se pueden disfrutar bien fresquitas cuando el calor aprieta. Y en verano, cuando los refrescos azucarados y las bebidas alcohólicas dominan las terrazas, las infusiones frías se presentan como una alternativa deliciosa, natural y mucho más saludable.
Hechas a base de plantas, especias, frutas o raíces, estas bebidas no solo hidratan, también aportan propiedades digestivas, antioxidantes o energizantes. Además, si te animas a prepararlas en casa, puedes controlar el azúcar, jugar con los sabores y darle tu propio toque creativo. Te sugerimos 10 infusiones frías ideales para tomar en la piscina, en la playa o donde más te apetezca este verano.
Té helado clásico: el básico que nunca falla
Con té negro, verde o blanco, un poco de limón, miel y hielo, el té frío es una de las formas más sencillas de refrescarse cuando las temperaturas suben. Puedes infusionarlo en caliente y luego enfriar con cubitos de hielo, o prepararlo en frío, dejándolo reposar toda la noche en la nevera. Agrégale un poco de jugo de limón y adórnalo con un par de rodajas o con unas hojas de menta.
Té verde moruno: un clásico con menta
Inspirado en la receta tradicional de Marruecos, esta versión con té verde, hojas de menta o hierbabuena y un toque de azúcar moreno es puro frescor. Para prepararlo, lleva a ebullición el agua y, cuando rompa a hervir, apágala y deja que repose un par de minutos para bajar la temperatura. Añade el té verde y las hojas de menta y deja infusionar entre 3 y 5 minutos. Cuela la infusión y agrega un poco de azúcar. Puedes añadir cerezas deshuesadas o limón para darle un extra de sabor, pero siempre déjalo reposar en frío al menos 12 horas. Para servir, las hojas de hierbabuena o menta dan un toque perfecto.
Té rojo con frutos del bosque y cúrcuma
Frambuesas, arándanos (y un toque de cúrcuma) le dan un punto antioxidante y afrutado al clásico té rojo. Para elaborar esta infusión, pon a hervir con agua todos los ingredientes y déjalo tapado durante 10 minutos. Después filtra con un colador y deja enfriar en la nevera. Sírvelo con hielo, después de comer o como alternativa a las bebidas isotónicas tras una caminata bajo el sol. Sus propiedades antioxidantes ayudan a combatir los excesos de alimentación estivales.
Rooibos con hibisco o melocotón
El rooibos es una infusión que no contiene teína, por lo que es ideal para tomar por la tarde o antes de dormir. Puedes combinarlo con flores de hibisco y miel para darle un toque floral, o con trozos de melocotón y canela para una infusión más dulce y veraniega. Cuando hayas infusionado todos los ingredientes, utiliza un colador y deja reposar. Guárdalo en la nevera unas horas antes de beberlo si lo quieres consumir bien frío, o bien incorpora cubos de hielo para tomarlo al momento.
Manzanilla: digestiva y con la chispa del jengibre
Ideal después de una comida copiosa, esta infusión clásica —utilizada históricamente para solucionar molestias digestivas— se refuerza con jengibre laminado —que combate la acidez, favorece la digestión y reduce la inflamación intestinal— y un chorrito de limón para equilibrar el dulzor. Una vez colada, sírvela con hielo y limón y disfruta de sus beneficios calmantes... incluso al sol.
Menta y moras: un sencilla infusión en frío
Tan fácil como dejar moras y hojas de menta en agua durante toda la noche en la nevera para que liberen sus sabores —esto se conoce como infusión en frío o cold brew—. La menta aporta frescor y un aroma herbal, mientras que las moras añaden dulzor natural, color y un toque afrutado. También puedes prepararla en caliente (hirviendo el agua con menta y moras) y dejarla enfriar, pero perderás parte del color y los aromas frescos de la fruta. No necesita azúcar, y es rica en antioxidantes y muy digestiva.
Infusión fría de jengibre, cúrcuma y lima: revitaliza
Un combo poderoso y revitalizante. Solo necesitas unos pocos ingredientes naturales y algo de tiempo para que infusionen bien. Hierve la cúrcuma y el jengibre, cuela y enfría. Al servir, añade lima exprimida y guarda la infusión en una botella de cristal en la nevera durante al menos 2 horas. Sirve fría con cubitos de hielo y unas rodajas de lima para decorar. Antioxidante, antiinflamatoria y digestiva, ideal para depurar el cuerpo y refrescarte después de una tarde de calor intenso.
Masala chai frío: sabor especiado en modo fresco
El masala chai es una bebida tradicional de la India que combina té negro con una mezcla de especias y hierbas aromáticas, como canela, cardamomo, jengibre, clavo, pimienta negra y anís estrellado, entre otras —lo contábamos en este artículo—. Se hierve todo en agua y leche (o bebida vegetal), y se endulza posteriormente con azúcar o miel. Puede sonar a invierno, pero si lo dejas en la nevera durante unas horas se convierte en una refrescante manera de tomar un té especiado. Con cuerpo y carácter, y servido con hielo, es una alternativa al café helado. Se conserva muy bien en nevera, así que puedes preparar una buena cantidad y tenerlo siempre listo.
Té oolong con limón
El té oolong es originario de China y también se le denomina té azul, aunque no tiene ese color en sentido literal. El nombre se refiere a su grado de oxidación, que está entre el té verde (nada oxidado) y el té negro (completamente oxidado). El resultado es un té de tonos que van del dorado al ámbar oscuro. Su sabor es suave, floral, ligeramente tostado o afrutado y, en verano, se puede tomar frío, con limón o frutas. Además, es relajante, así que es un buen aliado para combatir el insomnio y dormir bien, especialmente si estás de vacaciones.
Té helado al estilo sureño (Southern Iced Tea)
También conocido como Sweet Tea, es una bebida típica del sur de Estados Unidos. Se trata de una infusión de té negro servida muy fría y endulzada generosamente con azúcar o sirope, con rodajas de limón y hielo. Se utiliza té negro tipo afternoon blend o similar y el azúcar se añade mientras el té aún está caliente, para que se disuelva bien. No te cortes con el hielo, que no falte. Es una bebida muy refrescante, asociada a la hospitalidad sureña y perfecta para los días de calor.
Cómo prepararlas y sus propiedades nutricionales
Como ya hemos ido comentando, puedes infusionar en caliente y luego enfriar, o, en algunos casos, apostar por el método de infusión en frío, que consiste en dejar los ingredientes en agua a temperatura ambiente o en la nevera durante varias horas. La segunda opción aporta un sabor más suave y conserva mejor las propiedades de algunas plantas.
Un consejo: puedes guardar tus infusiones en botellas de vidrio en la nevera, añade frutas frescas o hierbas aromáticas, y tendrás bebidas ricas y refrescantes todo el verano. Tu cuerpo (y tu piel) te lo agradecerán. Y es que, además de ser refrescantes y fáciles de preparar, las infusiones frías tienen múltiples beneficios para la salud, ya que aportan vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes que ayudan a reforzar el sistema inmunológico, mejorar la digestión y combatir la inflamación.
El té verde o el rooibos, tienen efectos diuréticos y favorecen la eliminación de toxinas, lo que las convierte en aliadas perfectas para los días de calor. Mientras que la manzanilla y la menta, ayudan a relajarse, aliviar molestias estomacales y mejorar la calidad del sueño.
A diferencia de los refrescos industriales, las infusiones frías no contienen azúcares añadidos ni edulcorantes artificiales, por lo que te permiten mantenerte hidratado sin añadir calorías vacías a tu dieta. Y también son una alternativa saludable al café, ya que muchas contienen teína, un estimulante natural menos agresivo.