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Qué es el 'shokuiku': la educación alimentaria del país más longevo del mundo

Desgranamos, con la ayuda de una chef japonesa, los objetivos y ventajas del 'shokuiku': una forma de educar en alimentación que es beneficiosa en numerosos aspectos de la vida

Laia Shamirian, escritora gastronómica. Hule y Mantel

Periodista gastronómica, nutricionista y bióloga

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Comida tradicional japonesa  / Canva / Qué es el 'shokuiku': la educación alimentaria del país más longevo del mundo
Comida tradicional japonesa / Canva / Qué es el 'shokuiku': la educación alimentaria del país más longevo del mundo

"Es curioso, el shokuiku es algo novedoso y desconocido para vosotros y es una parte natural de mi infancia y adolescencia", afirma Kay Mijayama, originaria de Tokio y chef profesional en Barcelona.

Mientras gran parte del mundo occidental batalla con tasas crecientes de obesidad, desórdenes alimentarios y enfermedades crónicas ligadas al estilo de vida, Japón destaca con uno de los mayores índices de esperanza de vida del planeta. ¿Cómo lo consiguen? Parte de la respuesta está en una filosofía tan visionaria como práctica: el shokuiku.

Qué es el 'shokuiku'

Marisco fresco en un mercado de Japón / Canva
Marisco fresco en un mercado de Japón / Canva

El shokuiku, que se traduce como "educación alimentaria", es una política pública implementada en 2005 en Japón que promueve la conciencia alimentaria desde edades tempranas.

Kay, por ejemplo, recuerda cómo ya en preescolar hablaban sobre los nutrientes que contenían los vegetales, y en secundaria, analizaban recetas y sabían interpretar etiquetas nutricionales con naturalidad.

Estas lecciones eran parte de la asignatura de kateika o “educación para el hogar”, que busca preparar a los jóvenes para la vida adulta: desde coser un botón hasta diseñar menús equilibrados. Y más allá de lo técnico, también hay una dimensión espiritual a la que Mijayama hace referencia.

Para ella, la esencia del shokuiku gira alrededor del Itadakimasu. Esta palabra se pronuncia antes de cada comida y significa literalmente “recibo con humildad” e implica un profundo agradecimiento hacia la tierra, las personas y los animales que estuvieron involucrados en la obtención de ese plato. 

A diferencia de otros países donde la educación alimentaria queda relegada a campañas esporádicas, Japón ha articulado el shokuiku como un esfuerzo integrado y general que abarca desde el currículo escolar hasta las políticas agrícolas, pasando por el etiquetado de productos, la gastronomía patrimonial y la participación ciudadana.

Qué objetivos tiene el 'shokuiku'

Los objetivos del shokuiku no se reducen solo a la palatibilidad, al gusto, a los nutrientes. Esta filosofía implementa las bases de la comensalidad y el entendimiento profundo del sistema alimentario con el fin de generar una sociedad más consciente, sana y cohesionada. Estos son sus cinco objetivos principales:

Estudiantes japonesas comiendo en un colegio / Canva
Estudiantes japonesas comiendo en un colegio / Canva

1. Promover una vida más rica y saludable

El primer objetivo es fomentar una existencia plena, tanto física como emocionalmente. No se trata únicamente de evitar enfermedades, sino de nutrir una vida rica en energía, relaciones sociales y bienestar. Por eso, dentro del programa también se enfatizan las comidas diarias en familia, que a la larga crea lazos comunitarios más fuertes y ayuda a evitar el aislamiento social, un factor vinculado al desarrollo de obesidad y enfermedades asociadas.   

2. Aumentar el conocimiento profundo de los alimentos

En Japón, se enseña desde pequeños que los alimentos tienen historia, geografía, temporalidad y valor social. Entender la diferencia entre un vegetal de temporada y uno cultivado fuera de tiempo no es solo una lección de nutrición, sino de cultura y sostenibilidad.

Este conocimiento incluye también el análisis de los ingredientes, el origen de los productos, su impacto ambiental, el valor de lo local y la importancia de la biodiversidad alimentaria. De ahí que se fomenten actividades como visitas a granjas, clases de cocina o encuentros con pescadores y agricultores locales.

3. Enseñar qué es saludable… y qué es seguro

El shokuiku no solo promueve una dieta equilibrada, sino también el pensamiento crítico frente al marketing alimentario. En un mundo saturado de productos ultraprocesados y mensajes confusos, se vuelve esencial que los consumidores tengan las herramientas para decidir qué es realmente saludable y seguro.

Desde el año 2015, Japón exige el etiquetado obligatorio de valores nutricionales en todos los productos procesados. En las escuelas, los estudiantes aprenden a interpretar esta información y a desconfiar de productos con promesas milagrosas.

Además, se educa sobre higiene alimentaria, prevención de intoxicaciones y peligros asociados a ciertos productos importados o con mala conservación. La idea es que cada persona sea capaz de juzgar por sí misma, sin depender únicamente de autoridades externas.

Sopa miso japonesa en un cuenco / Canva
Sopa miso japonesa en un cuenco / Canva

4. Implicar a toda la sociedad: desde las escuelas a los voluntarios

Una de las claves del éxito del shokuiku es su enfoque colectivo. En las comunidades, los voluntarios conocidos como “Promotores de la Vida Alimentaria” ofrecen talleres de cocina, actividades con niños y clases de lectura de etiquetas.

Incluso hay cafeterías infantiles donde los niños pueden acceder a comidas saludables en compañía, especialmente pensadas para combatir la soledad y la pobreza infantil. Cada año, en junio, se celebra el Mes del Shokuiku, con eventos en todo el país: ferias, clases abiertas, concursos y seminarios que celebran y refuerzan estos valores.

5. Preservar la cultura culinaria japonesa

Otro de los pilares es la protección y transmisión del washoku, la cocina tradicional japonesa reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta cocina, basada en el respeto por la naturaleza, el umami del dashi, y el equilibrio de sabores y colores, no es solo una forma de comer, sino de vivir.

Las escuelas ofrecen almuerzos diseñados con ingredientes locales, donde los niños aprenden no solo a comer, sino a cocinar, a presentar los platos y a respetar las normas tradicionales de etiqueta. 

Cuáles son los beneficios de aplicar el 'shokuiku'

Gracias al plan shokuiku el país nipón está consiguiendo prevenir enfermedades relacionadas con el estilo de vida, mantener el recetario tradicional vivo y a la población informada mediante las diferentes herramientas como la correcta lectura del etiquetado nutricional. Además, con la mirada puesta en el futuro y las posibles consecuencias del cambio climático, también ayuda a evitar el desperdicio alimentario. Estos son sus beneficios principales:

Comida en familia en Japón / Canva
Comida en familia en Japón / Canva

1. Prevención de enfermedades relacionadas con el estilo de vida

El impacto más visible del shokuiku es la salud pública. Al promover hábitos saludables desde la infancia, Japón ha logrado reducir significativamente la incidencia de enfermedades como obesidad infantil, diabetes tipo 2, hipertensión y dolencias cardiovasculares.

El énfasis está en la prevención, no en la medicalización. Se fomenta una dieta con bajo contenido en sal y grasas saturadas, alto en vegetales, frutas, pescado y cereales integrales. También se recomienda masticar bien, comer sin prisa y compartir las comidas con otras personas, lo cual ha demostrado beneficios psicológicos y metabólicos.

2. Reconexión con los patrones alimentarios tradicionales

Frente a la globalización de la comida rápida y ultraprocesada, el shokuiku propone una reconexión con la cocina tradicional. Se valora el arroz como base, las legumbres como fuente proteica y las técnicas de cocción que realzan sin enmascarar los sabores.

El modelo del Ichiju-sansai —una sopa, un plato principal y dos acompañamientos— es la base de muchas comidas escolares. Esta estructura asegura un aporte equilibrado de nutrientes, fibra y variedad.

3. Mejora de los hábitos de consumo

También ha logrado influir en los comportamientos cotidianos de compra y cocina. Campañas como “+1 verdura al día” o “Menos 2 gramos de sal” se han convertido en parte del lenguaje común. Los menús escolares incluyen cada vez más productos de temporada y se fomenta el consumo de fruta local con campañas como “200 gramos de fruta cada día”.

Además, muchas escuelas aplican prácticas de reciclaje alimentario: los restos de comida se convierten en compost para los huertos escolares, donde los niños cultivan vegetales que luego se sirven en el comedor. Es un círculo virtuoso que enseña a reducir, reutilizar y reciclar.

Comida japonesa saludable / Canva
Comida japonesa saludable / Canva

4. Seguridad alimentaria y sostenibilidad global

Japón importa más del 60% de sus alimentos. En este contexto, el shokuiku busca aumentar la autosuficiencia alimentaria y reducir el desperdicio. La palabra mottainai, que expresa la tristeza ante el desperdicio, se ha convertido en un principio educativo. Se enseña a no tirar comida, a planificar las compras y a reutilizar ingredientes.

Desde una perspectiva global, el shokuiku se alinea con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible: hambre cero, salud y bienestar, consumo responsable, acción climática, vida submarina y vida terrestre. No es solo una herramienta educativa, sino una estrategia para enfrentar los desafíos alimentarios del siglo XXI.

Una mirada puesta en el futuro

El caso de Japón demuestra que una buena alimentación no se consigue con suplementos ni con modas dietéticas, sino con educación, cultura y comunidad. Es el momento definitivo para preguntarnos: ¿qué pasaría si comer bien se convirtiese en nuestro hábito más natural?

Porque, al final, como dice Kay, “cuando entiendes lo que hay detrás de cada plato, comes inevitablemente con más conciencia. Con más respeto. Y cuando creces visitando los mercados, la cocina deja de ser ajena”.