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Despensa

Cómo sacar partido a los pimientos: variedades, consejos y una receta tradicional para hacer en casa

El verano es el momento álgido del pimiento: te damos ideas para aprovecharlo e incluimos una receta paso a paso que tiene origen extremeño

5 minutos

Cesta con diversas variedades de pimientos / Canva

Los primeros pimientos llegaron desde el Nuevo Mundo para alegrar nuestros anodinos platos europeos con un inusitado picor. Los conquistadores relacionaron los chillis (nombre original de los pimientos en lengua azteca) con una de sus especias preferidas —la pimienta— y los bautizaron con el nombre de pimientos.

Al principio, nada más aterrizar en tierras extremeñas y murcianas, los chillis picaban como demonios a causa de la capsaicina (sustancia química que se encuentra en los pimientos picantes, conocida por la intensa sensación de ardor y picor que provocan), pero las nuevas condiciones de cultivo en Europa afectaron a los niveles de esta sustancia en las plantas ya aclimatadas por lo que se empezaron a cosechar variedades más suaves de la nueva planta.

Pimientos: ¿picantes o dulces?

Pimiento rojo en proceso de crecimiento / Antonio Ron

Los más picantes derivaron en todo tipo de guindillas —bayas huecas con una pared relativamente fina— que hoy utilizamos en muchos platos tradicionales españoles como los refritos de ajo y guindilla con los que bautizamos los pescados a la parrilla o al horno, esa ardiente casquería atiborrada de alegres pimentones picantes, los rústicos caracoles guisados o esas gambas al ajillo que llegan a la mesa rezumando a aceite aromatizado por efecto del ajo y la traidora guindillita que se pega en la rebanada de pan cuando menos te lo esperas.

Los más dulces, grandes y carnosos pasaron a engrosar nuestra lista de hortalizas habituales sin las cuales ya no entendemos la cocina del verano, su momento álgido. 

Verdes cuando están inmaduros, rojos, amarillos, morados o pardos, crudos, asados o fritos, los pimientos están en nuestras ensaladas, gazpachos, picadillos y guisos para aportar una buena dosis de vitamina C, pero, sobre todo, mucho sabor y color. Son tremendamente versátiles, forman parte de nuestros sofritos, acompañan bien a todo tipo de tortillas, carnes y pescados y se conservan fácilmente. 

Los pimientos en la cocina española

Salchichas de pollo con pimientos, romero y vino de Jerez / Antonio Ron

Huelga decir que cuando usamos un buen pimentón de La Vera (Cáceres) con Denominación de Origen también estamos empleando un pimiento. Este sistema de conservación y transformación de las nuevas hortalizas americanas fue empleado por primera vez en el siglo XVI por los monjes Jerónimos del monasterio de Guadalupe, en Extremadura, quienes, a su vez, lo llevaron a sus hermanos de Yuste y San Pedro del Pinatar, en Murcia, donde se elabora el pimentón de la Ñora, un producto derivado de este pimiento redondo y rojo que se cultiva en la Región de Murcia

A partir de aquí, su éxito fue tan rotundo que inundó embutidos y arroces con tanta efusividad que en el siglo XIX el pimentón experimentó en España un enorme auge, eclipsando a otras especias como el comino o el clavo. Tampoco la cocina europea y asiática sería la misma sin este polvo rojo e intenso que llegó a Centroeuropa de manos de los turcos con el nombre de paprika.

La cocina española le debe, pues, parte de su personalidad a los pimientos, de ahí que nuestros mercados estén llenos de variedades de esta hortaliza como los famosos pimientos de Herbón con D.O. que solemos degustar en frituras con algo de sal gorda por encima, de las famosas guindillas de Ibarra que consumimos encurtidas, pero que en verano podemos freír, o algunas variedades locales menos conocidas pero igualmente interesantes como los pimientos de Isla (Cantabria) o los pimientos Cornicabra de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Ideas para cocinar con pimientos

Serranito: bocadillo de lomo, jamón, queso Arzúa Ulloa y piparras fritas / Antonio Ron

Todos ellos debes consumirlos frescos, tersos y sin abolladuras, se pueden asar si tienen un buen tamaño —e incluso congelar, una vez preparados—, o, en el caso de que tengamos una gran cantidad, podemos aprovecharlos para hacer mermeladas originales con un toque de pimienta rosa y canela. Es perfecta para acompañar una tabla de quesos o para desayunar. 

Si compráis salchichas, conejo o pollo podéis preparar un plato riquísimo en menos de 40 minutos simplemente añadiendo a la carne una vez marcada en la cazuela con un poco de aceite de oliva una buena cantidad de pimientos de varios colores cortados a tiras, un poquito de vino de vuestro gusto y alguna hierba aromática. 

Añadir a los bocadillos unos pimientos fritos es una garantía para conseguir melosidad. No hay nada más rico que un buen serranito de lomo de cerdo o filete de ternera con un queso bien fundente como el Arzúa Ulloa, un poco de jamón serrano y unas piparritas fritas que puedes cambiar por cualquier otro pimiento frito que tengas a mano. 

Como guarnición de una carne o un pescado es un acierto seguro. Un pimiento asado o frito —incluso a la plancha— es mucho más saludable que una patata frita congelada embadurnada de mahonesa industrial y kétchup. 

Con casi todo tipo de tortillas está espectacular. A nosotros nos gusta especialmente la tortilla de patatas con cebolla y pimientos o la de bacalao con pimientos

Las empanadas caseras ganan mucho si a la habitual mezcla de tomate, huevo duro y atún en escabeche o sardinillas se le añade un poco de pimiento frito o asado. Pero, a veces, lo más sencillo es lo que más triunfa en una mesa de verano, así que os contamos cómo hacer un zorongollo extremeño o ensalada de pimientos asados como la que te compartimos a continuación:  

Receta de zorongollo extremeño (ensalada de pimientos asados)

Plato de zorongollo extremeño (ensalada de pimientos asados) / Antonio Ron

Ingredientes para 4 personas

  • 2 pimientos asados bien rojos y maduros
  • 1 cebolla 
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Perejil o cebollino

Elaboración

Para asar los pimientos es preferible utilizar una buena brasa, pero, como generalmente no disponemos de ella, echamos mano de un horno precalentado a 180 ºC.

En una bandeja con papel de horno en la base ponemos los pimientos untados con un poco de aceite —esto hará que podamos quitarle la piel más fácilmente— y los introducimos durante unos 30/40 minutos, dependiendo del tamaño. Intenta que no se quemen porque se pegaría la piel. Dales la vuelta a mitad de cocción. 

Una vez hechos, tapa la bandeja con papel de aluminio o un paño de cocina y deja que se enfríen

Una vez fríos, pélalos y córtalos a tiras finas.

Ponlos en una fuente de servir con la cebolla finamente picada y algo de perejil o cebollino. Alíñalos con un buen aceite de oliva y sal gorda.