Suben las temperaturas y encender los fogones se convierte en una pesadilla. La comida ultraprocesada lista para recalentar al microondas va ganando terreno en nuestra mesa a medida que se derrite el mercurio, el congelador se llena de helados para comer a todas horas junto a inmensos paquetes de snacks y las calles se llenan de repartidores suicidas de comida industrial a golpe de apps.
Malos tiempos para la cocina. Pero no todo son desventajas en el reino de la agroindustria… si sabemos escoger. De hecho, aunque suene paradójico, nunca hemos tenido más facilidades para comer bien que en estos tiempos de rapidez desbocada y ansiedad colectiva por devorar novedades gastronómicas. Es una cuestión de “sabias elecciones”.
Y para ello basta con recordar algunos pequeños consejos que nos ayudarán a realizar compras más conscientes y elecciones más acertadas, nutricional y gastronómicamente. Porque comer sano en verano no está reñido con la monotonía, incluso cuando no queremos usar los fogones.
¿Otro bocadillo?

Sí, podemos comer infinidad de bocadillos saludables y completos si escogemos un buen pan y unos buenos ingredientes. Los mejores quesos, embutidos y las latas de pescado en conserva están ahí para ayudarte. ¿Has probado los deliciosos bocadillos de sardinillas en escabeche con pan de aceitunas, tomate en rodajas y cebolla encurtida? ¿Un buen bagel de salmón ahumado, pepino, lechuga y crudités con salsa tzatziki de yogur, pepino, ajo y hierbabuena? ¿Te atreves con la combinación tomate en rodajas, queso de oveja, boquerones marinados en casa —basta ponerlos en la misma cantidad de sal y azúcar unas tres horas— rúcula y cuatro rossinyols salteados?
Tartiner, o untar cosas en una rodaja de pan, es una más que buena opción siempre y cuando no nos pasemos con los patés grasientos y las cremas de cacao y busquemos ideas más equilibradas como las bases de queso crema a las que podemos añadir anchoas y verduras confitadas al microondas como unos tomatillos, unos puerros o unos ajetes. Basta con poner aceite de oliva, sal, taparlos con papel film al que le haremos unos agujeritos para que salga el vapor y los dejaremos unos 5 minutos en el microondas a máxima potencia.
¿Es posible comer pescado sin fuegos?

Naturalmente. Ya que vas a poner el microondas para confitar verduras, aprovecha la ocasión para añadir bolsitas de brócoli que luego añades a las ensaladas o coloca una de esas bolsas de patatas que se cuecen en 8 minutos para preparar una ensalada de pulpo o un salpicón que, obviamente comprarás ya cocido y cortado.
En Cataluña y Valencia se preparan las clásicas esqueixadas y esgarraets con retales de bacalao que puedes encontrar al punto de sal en las bacaladerías. Utilízalos, eso sí, tan rápido como puedas.
Amén de los boquerones en vinagre que son un clásico de nuestra cocina tradicional sin fuego —el ácido es una semicocción— todos conocemos ya los ceviches y sabemos lo ricos que están. No tengas reparos en verano en usar esta combinación refrescante y perfecta con buenas latas de almejas, navajas o, incluso, berberechos al natural.
Corta y machaca: guacamole y tartar

Y ya que nos ponemos cosmopolitas, hay que nombrar al gran plato de la cocina mexicana sin fuegos: el guacamole. Eso sí, no trituréis en batidora el tomate y el aguacate porque os quedará una crema sin gracia y lo interesante de este plato son los trocitos de todos los frutos que se sirven con buenos nachos y, por qué no, más tomates confitados al microondas.
Los tartares de lo que sea son un gran invento para el calor, pero también su peor enemigo, así que cambiamos el salmón, el atún o el solomillo de ternera por una buena longaniza o salchichón, le añadimos tomatito picado, unos piñones y lo coronamos con una breva o un higo pasado por la plancha unos minutos para darle un toque dulzón.
¿Legumbres en verano?

Por supuesto. Es uno de los logros de la industria conservera, además de las latas de pescado, de hecho, cuando hermanas ambas cosas tienes soluciones de diez para comer varios días sin tocar ni un fogón.
Nos encantan los empedrats o ensaladas catalanas de con judías —de pote— o garbanzos. Y los hummus, que nos ha devuelto en versión de Oriente Medio el delirio por los garbanzos de toda la cuenca mediterránea. Como ya tienes la legumbre cocida, solo tienes que poner el dedo en el botón de la batidora y listo. Si te apetece variar, a nosotros nos encanta con pimiento asado, pero como no está el horno para bollos y otros calores, pues lo compramos hecho y se lo añadimos a nuestro saludable entrante.
Mucha, mucha fruta en verano
Que nunca te falte en verano, sobre todo buenas sandías y melones que ayudan a hidratar el cuerpo y son gloria bendita en ensaladas. También llega el tiempo de las brevas y los higos que le dan un punto increíble a la cecina y las nueces en ensalada. A la pera le va bien el queso azul y el jamón de pato, algo más gourmet.
En cualquier caso, saber combinar es la base de una cocina veraniega que no necesariamente tiene por qué ser ni complicada, ni necesita más fuego que el de tu imaginación. Para daros más ideas, compartimos una facilísima receta para preparar una gustosa ensalada de verano:
Ensalada de sandía, aguacate, queso fresco, albahaca y avellanas

Ingredientes
- Media sandía cortada a trocitos y sin pepitas
- 150 gramos de queso fresco tipo Burgos o un requesón
- 1 aguacate
- Medio limón
- Un puñado de albahaca
- 30 gramos de avellanas
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Sésamo negro (opcional)
Elaboración:
Corta todos los ingredientes y ponlos en un bol. Adereza con sal y aceite de oliva. No olvides frotar con el limón el aguacate para que no se ennegrezca. Cuando esté lista, pon la ensalada un buen rato en la nevera antes de comerla.