Un fantasma recorre la próxima gala Michelin: el del triestrellado que caerá en la nueva edición de la guía. La cuenta atrás ha comenzado y, como es tradición, también los rumores y quinielas sobre lo que ocurrirá en Málaga, sede para la presentación de la edición 2026 de la guía roja, el próximo 25 de noviembre.
¿Se está hablando menos este año de las estrellas o es solo una sensación propia de esa burbuja gastronómica en la que vivimos y pretender ser siempre el centro del universo? Seguramente las dos cosas. Pero es cierto que otros años a estas alturas los cuchicheos sobre quiénes están o no invitados, el próximo tres estrellas o a quién podría castigar Michelin parecen algo más certeros.
Este año, al menos por ahora, todos parecemos algo más despistados. ¿Un triunfo de la guía y su política de confidencialidad máxima o simple inercia informativa que hace que los temas empiecen más tarde y duren menos?
En unos días saldremos de dudas. Por ahora sí sabemos que las invitaciones a la gala ya han sido repartidas. Suele ser la mejor pista para saber quién estará y, por tanto, tiene muchas posibilidades de subir al escenario. También se comenta que la tradicional discreción que Michelin pide a sus invitados este año se ha tomado más en serio y todo el mundo juega al despiste cuando le preguntas si nos vemos o no en Málaga dentro de unos días. Hay sonrisa que pueden ser interpretadas como un sí, pero poco más.
¿Tiene que caer un tres estrellas?
El año pasado ya aprendimos que incluso las noticias que algunos medios dan por seguras, es mejor cogerlas con pinzas y solo creer lo que se ve en la gala. Por ejemplo, se daba por hecho —había incluso crónicas ya escritas— que Akelarre iba a perder su tercera estrella. No fue así y, en persona, la misma fuente a la que se atribuía con seguridad que un triestrellado iba a ser negaba la mayor y aseguraba no haber dicho tal cosa. Los titulares los carga el diablo.

Este año vuelve el rumor. Por un lado, sería lógico y parte de la dinámica habitual de cualquier guía seria. Esto no es la 50 Best que cuando llegas arriba pasas a una especie de Olimpo de los intocables, así que, igual que en otros países, alguno de los restaurantes distinguidos con esas tres estrellas podría perderla. Lo ocurrido recientemente en Estados Unidos, donde han caído tres triestrellados, incluido Alinea, puede ser interpretado como un aviso a navegantes.
Lo que ocurre en Estados Unidos o Francia no es aplicable a España, claro. Pero si Grant Achatz ha caído tras 15 años luciendo tres estrellas está claro que nadie es intocable. O casi nadie, se entiende. Subijana y su Akelarre vuelven a sonar. Quienes han estado recientemente aseguran que sería injusto. También se comenta que hace poco el restaurante ha puesto en marcha algún tipo de acción con Michelin, así que sería raro.
Así que las miradas se han vuelto, claro, hacia Jordi Cruz y ABaC. Perder la segunda estrella en Angle fue interpretado por muchos como un toque de atención por parte de la guía. Uno que —dicen— igual el chef no se ha tomado suficientemente en serio con su triestrellado de Barcelona. Aunque él siempre niega la mayor, se suele decir que no es fácil encontrarle en la cocina de ABaC y eso no gusta a los inspectores.
Por otro lado, el propio Cruz nos confirmó que cuando le quitaron la estrella en Angle ya había sido avisado. Ver que ahora es parte de un vídeo de Michelin sobre la próxima gala parece raro si el plan es rebajar de categoría a tu tres estrellas. La respuesta, el próximo día 25 en Málaga.
Posibles nuevos tres estrellas
Allí estaremos, como siempre, haciendo recuento de caras antes de entrar en la gala. Seguramente para entonces ya circule por nuestros móviles una supuesta lista de ganadores basada en quienes han sido y no invitados —el año pasado acertó en más de un 90%— y habrá nuevos rumores o especulaciones al respecto. En directo y cuando toca teclear a toda velocidad no hace tanta gracia, pero hay que asumir que es parte del circo y que la prensa somos parte del espectáculo. Los payasos, dirán algunos, tal vez con razón.

Mientras esas quinielas de última hora y normalmente más acertadas llegan, toca ir un poco a ciegas, repetir lo que nos vamos contando unos a otros, sin tener nada clara la fuente original. ¿Nuevo tres estrellas? Como cada año, damos por hecho que habrá uno, pero tal vez no.
Suena, claro, Skina en Marbella. Y no solo porque Marcos Granda parece tener la fórmula mágica de Michelin, sino porque el lugar y su cocina bien la merecen. También se habla de Deessa, la embajada de Quique Dacosta en el Mandarin Oriental Ritz de la capital. Madrid necesita otro triestrellado, dicen quienes buscan siempre razones geopolíticas a las decisiones de la guía, por si Dabiz un día de estos decide cerrar DiverXO. Y este, sin duda, es un buen candidato.
Nada que ver, por estilo y tipo de cocina, con lo que ofrece Molino de Urdaniz, el restaurante navarro que también suena en la supuesta lista de candidatos. ¿Y Bardal? Cada año Michelin nos recuerda que el lugar de celebración de la gala no tiene nada que ver con el reparto de estrellas, pero el restaurante de Benito Gómez en Ronda siempre es un posible candidato.
Ascendiendo a las dos estrellas
Si hablamos de los próximos dos estrellas, toca mirar a Barcelona y a Enigma de Albert Adrià. Cada año decimos que es absurdo que nos las tenga ya. Y cada año nos equivocamos. Esperemos que esta vez no. No faltan quienes incluso sueñan con el salto directo a la tercera, pero Michelin no suele hacer estas cosas.

También en la Ciudad Condal suena con fuerza Aleia, el restaurante del hotel Casa Fuster con la firma de Paulo Airaudo y donde cocina muy bien Rafa de Bedoya mirando al sur desde Cataluña. Consiguió su primera estrella en 2021 a los pocos meses de abrir y desde entonces la evolución ha sido notable, así que la segunda sería más que razonable.
Precisamente en Barcelona se parte con tres estrellas menos de serie por el cierre de Aürt, Teatro Kitchen Bar y también Oria —ya sea por cambio de propiedad o por obras—. Eso significa que Martín Berasategui tiene una estrella menos, así que seguro que la recupera en alguno de sus otros proyectos.
La primera estrella
Suenan también en Barcelona como candidatos a conseguir la primera estrella, el restaurante Kamikaze. Aunque su paso de taberna a gastronómico con mantel y menú degustación no acaba de convencer a todo, tal vez sí a los inspectores. Y Direkte. Se la debían desde su etapa en un minúsculo local en La Boqueria y el traslado puede ser la excusa para conseguirla.

Si la idea es empezar a elaborar ya la lista de lugares que la merecen y que, dicen los rumores, se quedarán sin ella, la nuestra empieza por el restaurante Besta, en Barcelona. No figura al parecer en las quinielas. Tampoco tantos otros que nos gustaría, pero nosotros, efectivamente, no somos inspectores. De todos modos, no hay que perder de vista que últimamente a Michelin le gusta sorprender y plantar su estrella en sitios que no se esperan o de los que ya casi nadie se acordaba.
En Bilbao se oye hablar de Islares, el restaurante de Julen Bergantiños y su apuesta por la cocina cantábrica junto al Guggenheim. También sonaba —y con razón— Bakea en Mungia, uno de los restaurantes más interesantes que hemos podido visitar este año. Y no sabemos si suena o no, pero ojalá los inspectores se pasen por Waman en el barrio bilbaíno de Deusto, porque hay cosas buenas allí. También, como repetimos cada año, en Jauregibarria. A ver si alguna vez nos hacen caso.
Más nombres que me llegan, suenan o que uno escucha al preguntar. Tarragona parece que va fuerte con El Terrat y El Rincón de Diego como candidatos a hacerse con esa primera estrella. En Asturias suena Regueiro y en Cádiz, Mare. En Málaga tienen muchos puntos Palodú, Cávala, Beluga y Clómada, se comenta. De Madrid solo me ha llegado el nombre de Èter, pero seguro que también hay algo para Emi. Tendré que seguir preguntando estos días.


